Es diciembre de 2022. Ésta es la última entrada del que ha
sido un año difícil. De hecho, han sido unos años muy difíciles. Así que hoy,
para despedirme, no hablaré de política, ni de justicia social, ni de cambio
climático. Hoy sólo quiero hablar de Pokémon.
Le entré a la moda de Pokémon cuando golpeó con todo en mi
país y en el mundo entero, por ahí de 1997, más o menos. Al principio, sentí un
tonto recelo, producto de una inmadura desconfianza que tenía hacia el animé.
Como fan de los cómics y de las series animadas occidentales (gringas), en mi
insegura adolescencia sentía que lo que me gustaba estaba siendo desplazado por
un elemento extraño, ajeno. Así se deben sentir los fachos xenófobos, pero en
mi defensa yo era joven, estúpido y me faltaba autoestima. Ellos no son
jóvenes. Bueno, dije que sin política.
Fue mi hermano el primero en adentrarse en el mundo de
Pokémon, y fue quien me contagió la euforia. Primero, para mí, fue la serie
animada. Ésta me impulsó a probar los videojuegos. No teníamos GameBoy, así que
recurrimos a los siempre confiables emuladores. Piratear juegos está bien y es
bonito, niños. Lo dice Danny Zeta. No
ahondemos en eso, que acabaría despotricando contra las grandes corporaciones y
dije que sin política. Ya van dos.
Jugué sobre todo Pokémon Blue y Yellow. El
primero está en la lista de mis
videojuegos retro favoritos. En ese tiempo no había mucha info en Internet,
así que para guiarnos en el mundo Pokémon nos compramos un cuadernito (lo
vendían en estanquillos) que explicaba bien qué ataques aprendía cada Pokémon
cuando llegaba a cuál nivel. Luego vinieron los tazos coleccionables, de los
cuales tuvimos todos los de la primera generación, y muchos de la segunda. Esos fueron los últimos buenos tazos que hubo
y no voy a discutirlo.
Nos encantaba jugar Pokémon Stadium en la N64, pero
como nunca tuvimos lo suficiente para comprarlo, sólo lo podíamos rentar. En
aquel entonces había lugares en los centros comerciales en los que podíamos
jugar consolas por la hora. Smash Bros. y Stadium eran de los que
más jugábamos ahí. Más tarde ahorramos para comprarnos un GameBoy Advance, y
ahí pudimos jugar Pokémon Silver y Pokémon Sapphire, y conocer a
las nuevas generaciones.
Por supuesto, también nos tocó el pánico satánico alrededor
de Pokémon. En general los “monos chinos”, como llamaban las señoras a la
animación japonesa, fueron objeto de sospecha para fanáticos religiosos que no
han salido de la Edad Media. Pero Pokémon era el villano favorito de las
teorías de la conspiración absurdas de gente religiosa y conservadora. Decían
cosas como que “Pikachu” significa “más grande que Dios” y que los nombres de
los animalejos eran anagramas de palabras demoniacas. Señora, por Dios
santísimo, deténgase un momento y mire: el gato literalmente se llama Miau.
Tampoco era para romperse la cabeza. Hoy en día esa misma gente le teme al coco
de “la ideología de género” y así.
A lo largo de 25 años he sido más bien un fan casual de
Pokémon. Casi no vi las series que hubo después de Viajes Johto, por lo
que May y Dawn siempre se me confunden, y tampoco ubico mucho a los bichitos de
esas generaciones. Pero en cuanto mis hijos tuvieron edad e interés, cachamos
las series que estaban pasando. Ahí seguía Ash, igual de menso que siempre, con
sus coloridos compañeros de viaje y un equipo de Pokémon diferente en cada
serie, excepto por su siempre leal Pikachu. No las vi completas, pero sí caché
con mis hijos varios capítulos de Blanco y Negro, XY, Sol y
Luna y Viajes; lo suficiente para ubicar cada una bastante bien.
Y, claro, comencé a jugar Pokémon Go en 2016, junto
con la mitad de la población humana. Todavía lo tengo en mi teléfono, aunque ya
casi no me da tiempo de jugar. Soy nivel 38, y mi código de entrenador es 9940
1514 3705 por si se animan a añadirme. No están ustedes para saberlo, ni yo
para contarlo, pero la verdad Pokémon Go me ayudó mucho cuando estaba
pasando por momentos emocionalmente muy difíciles.
Quizá lo que tiene Pokémon es que es una de las franquicias
más optimistas y amigables que hay. No hay drama excesivo, no hay oscuridad ni
impostada solemnidad; tiene momentos emotivos y conmovedores, pero nada
sórdido. Los juegos y la serie te hacen sentir bien. Los bichos están bonitos,
los personajes son simpáticos, las aventuras son sencillas. Juegas, entrenas,
te vuelves mejor, vas consiguiendo logros y superando retos. Dopamina fácil. Y
es una de las pocas franquicias grandes que no está en manos de uno de los
monopolios de entretenimiento. Te estoy viendo a ti, rata no amarilla de dos
patas.
Así que Ash Ketchum ganó por fin la Liga Pokémon, derrotando
al maestro Lionel. Ash de hecho no había ganado ninguna liga sino hasta la de
Alola en 2020. Fue muy gracioso; durante las más de dos décadas anteriores
quienes seguían la serie expresaban su frustración a que Ash nunca ganara nada.
Había muchos memes chistosos al respecto. Después de que Ash ganara, algo que
ya parecía imposible, hubo otros tantos memes más. Fue también en un lapso de
pocos años en que Leonardo DiCaprio ganó por fin el Oscar y el Cruz Azul ganó el
Concurso Nacional de Futbol, o como se llame. Se bromeaba con que por fin ya se
iba a resetear nuestra línea temporal, y como ocurrió justo en 2020, cuando el
mundo estaba en lo peor de la crisis del Covid-19, el chiste era medio en serio.
En la tradición literaria occidental, uno de los géneros más
importantes es el Bildunsgroman, una narración que trata del crecimiento
de un personaje desde la niñez hacia la vida adulta. Nos cuenta cómo alguien
llega a ser quien es. Pokémon no es occidental, sino japonés, y el Bildungsroman
de Ash duró 25 años. A lo largo de dos décadas y media, Ash Ketchum nunca tuvo
más de 10 años de edad. Fue siempre el mismo optimista y entusiasta muchacho,
características que lo definían junto a su amor por los Pokémon y su resolución
a ser siempre el mejor, mejor que nadie más. Supongo que al final sí demostró
haber adquirido algo de sabiduría y astucia. Fue un desarrollo muy lento, pero
sí hubo crecimiento.
Creo que está claro que los creadores de la serie animada no
pretendían que Ash “creciera junto con su público”. Más bien creían que una
nueva generación de niños pequeños se engancharía con cada nueva serie. Por eso,
cada dos o tres temporadas, Ash se despedía de sus compañeros de viaje, y de
casi todos sus Pokémon, para empezar casi desde cero en la siguiente iteración.
Las historias siempre fueron muy simples, con un esquema muy repetitivo.
Algunas tramas de plano se repiten casi tal cual. Aunque en algunos
arcos argumentales trataron de innovar (como ese tiempo que Meowth formó parte
del equipo de Ash), las cosas siempre volvían al punto de partida.
Pero estaba claro que muchos fans seguían las aventuras de
Ash desde un inicio, y la serie empezó a hacer algunos reconocimientos a su
lealtad, sobre todo trayendo como invitado alguno que otro personaje de
temporadas anteriores. Claro que me emociona y me saca una lagrimita que Misty
y Brock hayan aparecido en Sol y Luna.
Esta semana, con mi hija mayor, vi los capítulos finales de
la serie final de Ash. Vimos su batalla contra Lionel, y aunque ya sabía cuál
sería el desenlace (fue noticia por todas las redes), me tuvo en la orilla del
asiento. También vimos la misión de Go para encontrar a Mew y el par de
capítulos que terminan la serie. Fue un bonito arco final. Soy un viejo
sentimental y me emocionó cuando el equipo original de Ash (mi alineación
favorita: Squirtle, Bulbasaur, Charizard, Pidgeot y Butterfree) se le apareció
a Pikachu para darle ánimos en el momento decisivo, y también al ver que todos
los anteriores compañeros de Ash estaban observando atentamente la batalla
final.
Siempre me molestó que Ash hubiera dejado ir a Butterfree;
luego haría lo mismo con muchos otros Pokémon. Pronto comprendí que se trataba
de hacer espacio para introducir a nuevas criaturitas, que al fin y al cabo
esto se trata de vender juguetes. Como sea, ver ese final en el que Ash se
reencuentra con Butterfree y su novia (¡y trae su misma bufanda!) me sacudió el
kokoro.
Muchos shippean a Ash con alguna de sus compañeras de viaje.
A Serenna durante mucho tiempo se le consideró su romance definitivo, y hasta
fue ella quien le plantó su primer beso. Yo siempre fui team Misty, pero
es que a mí me gustan locas y que me traten mal. Debí saber que me iría mal en
el amor cuando me crusheé con Misty a los 13 años. Ash siempre estaba muy en la
pendeja en temas amorosos, o en general cualquier cosa que no fuera entrenar
para convertirse en maestro Pokémon. No muy diferente a Gokú en ese sentido,
con la diferencia de que Ash tiene diez años, y usted no tiene pretexto para
ser un padre y marido tan desobligado, señor Kakaroto. El caso es que yo
siempre veía a Ash y pensaba: “¿Qué demonios? ¿No ves que esas chavitas están
bien sobres contigo?”
Luego llegó Go. Miren, les juro que no es sobreanálisis ni
ganas de “meter agendas”, pero desde el segundo episodio de Viajes se ve
clarísimo el instante exacto en el que Go se enamora de Ash. Y hasta en los
últimos capítulos se le ve adolorido porque obviamente Ash lo friendzonea. Yo
sí pensé que en algún momento formalizarían el noviazgo entre Go y Ash, pero lo
dejaron en bromance. Habría sido bonito que Ash resultara ser un ícono
lgbt, pero también me da flojera pensar en la reacción que eso habría causado,
teniendo en cuenta lo paranoicos que andan hoy los conservadores. A lo mejor
Ash está todavía muy joven para pensar en el amor, o a lo mejor resulta que es ace.
Ash me cae bien, y me da mucho gusto que haya logrado su
objetivo y llegado al final de su viaje. Pero la verdad es que como personaje
es medio soso. De quienes realmente quiero hablar de quienes sostuvieron las series
de Pokémon por 25 años: el Equipo Rocket. Jessie, James y Meowth (y Wobbuffet),
han sido consistentemente lo mejor de cada serie a lo largo de los años. Son
ellos quienes ponen la comedia, quienes le dan un giro interesante a la trama
con sus alocados planes.
No me encanta cuando el doblaje se mexicaniza (en realidad,
chilanguiza) en exceso, pero creo que uno de los casos en los que el doblaje
mexicanizado mejora el original es en Pokémon, y en particular el caso del
Equipo Rocket. Pepe Toño Macías, la voz de James, es toda una leyenda viviente
en el mundo del doblaje. Mi hermano y yo nos moríamos de risa cuando salía con
sus ocurrencias: “¡Órale, Weezing, aliento pozolero!” o “Para extender nuestro
reino hasta Tangamandapio”. Cuando hicieron ese extraño remake en 3D de
la película de Pokémon, Pepe Toño hizo una referencia a algo que habían
cambiado con respecto a la original. Simplemente me cae muy bien.
Gerardo Vázquez, la voz de Meowth, es un actor
increíblemente versátil, y no sospecharían que además de nuestro felino Pokémon
favorito, también da vida a personajes muy fuertotes de rudos, incluyendo al
Nick Fury de Samuel L. Jackson. Ninguno tan entrañable como nuestro querido
Meowth, en especial cuando grita: “’¡Ájale, jaleo!”.
Diana Pérez, la voz de Jessie, falleció en 2021, de una
insuficiencia renal causada por una infección de Covid-19. Maldito virus
horroroso, nos quitó tanto. Diana era la contraparte perfecta para el James de
Pepe Toño. Se le extraña mucho. Gerardo Vázquez, en voz de Meowth, hizo un
sentido homenaje a ella en un capítulo de Viajes: “se parece a una amiga
que se llamaba Dianita”.
Lo que hace tan entrañable a este trío de perdedores era
que, a pesar de ser los villanos recurrentes de la serie, en el fondo son muy
buenas personas. O sea, Jessie es una neurótica, y James es un atarantado y
Meowth tiene ambiciones irreales, y los tres están en una organización criminal
internacional que trata siempre de robar Pokémon… Pero, así como son
incompetentes para el mal, cuando se dedican a otra cosa, les sale muy bien. En
especial, cuando han trabajado de estilistas o de cocineros. En varias
ocasiones, han elegido hacer lo correcto, como cuando entrenaron a ese Ditto
para convertirse en un gran actor; en esa ocasión hasta se sacrificaron y aceptaron
su papel como villanos fracasados con tal de ayudar al pequeño Pokémon. No olvidemos el cariño con el que Meowth cuidó el huevo Togepi. Y al
final, todos estuvieron ahí, echándole porras a Ash.
En mi headcanon, Jessie, James y Meowth son buenas
personas que se encontraban en una situación vulnerable, y por eso fueron
reclutados por el Equipo Rocket. Vamos, como hacen todas las sectas, grupos de
odio y estafas piramidales. Sabemos que Jessie fue una niña muy pobre. Meowth
es un Pokémon que busca ser reconocido como igual por los humanos, una casta
superior en un sistema jerárquico muy rígido.
En cuanto a James, él es hijo de una familia rica que lo
quería casar a la fuerza con una morra desagradable. Pero él no quería porque
JAMES ES GAY. Creo que esto es bastante obvio desde la primera serie; el
personaje está codificado como gay. Por eso no me gustan los shippeos Jessie +
James; a todas luces él es gay y son mejores amigos. Jessie ha mostrado
ocasionalmente interés por otros hombres, pero James nunca ha revelado sus
emociones por nadie más, excepto lo feliz que se ve cuando hace drag.
Como han señalado otros fans, Jessie y James son los únicos
que tratan a sus Pokémon como amigos y no como mascotas o sirvientes. Meowth se
sienta a la mesa junto a Jessie y James. Cuando se han tenido que despedir de
sus Pokémon, han llorado tanto como Ash por los suyos. Recordemos a James
despidiéndose de su amado Growlithe, que se debería quedar cuidando de la
familia, aunque sus padres fueran unos fantoches. James no habría querido
arrastrar a su amigo de la infancia a una vida de delincuencia y vagabundeo.
Pues ahí tenemos a este trío de marginados, por mucho los
mejores personajes de 25 años de series animadas. Honestamente, merecían un
mejor desenlace. No avanzar en las filas del Equipo Rocket, sino al contrario,
abandonar para siempre el crimen y dedicarse a alguna de las cosas que les
salen tan bien. Con sus habilidades bien habrían podido poner un spa Pokémon o
algo así.
Y creo que eso es todo lo que tengo que decir. Adiós, Ash y
Pikachu. Adiós, Jessie, James y Meowth (y Wobbuffet). Han sido parte de mi
infancia por 25 años. Pero, así como nada es para siempre, de alguna forma las
historias siempre encuentran una nueva manera de seguir, ya sea porque cada
quien lleva consigo los recuerdos del relato y, al escribir su propia aventura,
de cierta manera da continuidad a todas las que le precedieron. Así pues, como
dijera el narrador al final de cada episodio, podemos afirmar sin temor a
equivocarnos:
Esta historia continuará…
¡Feliz año nuevo
2023!
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4 comentarios:
Muchos son Team Misty para Ash, pero la que mejor le convenía y hasta le llegó a hacer ojitos era Lulu (Mallow) de Alola. Pero ese niño ni presta atención. Ni asomo de pubertad ahí, jaja.
Por cierto: ¿Es verdad eso que vi de que al final Ash nunca le pagó su bicicleta a Misty?
Ego, hace varios años que te leo, espero de corazón que las cosas mejoren para ti y para la alianza friki. También fui un fiel seguidor de Pokémon, dejé de ver la serie cuando crecí (por ahí de diamante y perla) pero nunca deje de seguir las actualizaciones de la pokédex, mi esposa siempre se pregunta cómo puedo identificar a más Pokémon de los 151 originales. Ahora con mi hijo he vuelto a ver las series, en especial me gusta sol y luna por el cambio que tuvo al darle una "estabilidad" a Ash. Desde esas temporadas siempre platico con él de como el equipo rocket falla cuando quiere hacer el mal, y triunfa cuando quiere hacer otra cosa. Hemos seguido el anime por la plataforma de la N y será un gran momento cuando pueda ver con él la culminación de ese largo camino. Mucho éxito, Ego, en los proyectos que vienen y que tengas un gran año, así de grande y bueno como todo lo que nos has compartido y enseñado.
Muchas gracias por leer y comentar, Emmanuel :') Y Feliz inicio de año para ti y tu familia.
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