¿Cómo enfrentaría Superman la depresión? - Ego Sum Qui Sum

Breaking

PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

viernes, 25 de abril de 2025

¿Cómo enfrentaría Superman la depresión?


Sería difícil exagerar lo que Superman significa para mí. Quien no lo conozca a profundidad podría irse con el prejuicio de que es un personaje aburrido por ser demasiado perfecto, muy poderoso como para enfrentar retos verdaderos y muy bonachón como para enfrentar dilemas interesantes. O peor, que es nada más un monigote patriotero al servicio de la propaganda estadounidense. Esto está lejos de la verdad; si alguna vez estuvo rondando tal estereotipo, eso ha quedado atrás hace más de medio siglo.

 

Lo que define a Superman no son sus grandes poderes; ha enfrentado a enemigos mucho más poderosos que él mismo. Es su gran humanidad. Como siempre digo, lo más importante de él es que es, ante todo, un buen hombre. No es un santo, no es perfecto, no es imposiblemente benévolo. La generosidad, la valentía, la empatía, la nobleza de Superman no están más allá de las posibilidades humanas. Hay, en la historia y en la vida cotidiana, innumerables ejemplos de esas mismas cualidades en personas de todo tipo. Superman es la representación de todo lo bueno en el espíritu humano, el recordatorio del bien que existe en nosotros, y el ideal de cultivar esa bondad.

 


De alguna manera, es como si Superman hubiera estado siempre ahí para mí. Cuando era un adolescente nerd, inadaptado y solitario, enamorado de los cómics, encontraba solaz y confort en las aventuras del Azuloso. Conforme desarrollaba mi visión del mundo, políticamente de izquierda y socialmente progresista, encontré en muchas de las historias de Superman inspiración y guía, ya fueran sus primeras historias deteniendo magnates y políticos corruptos; en el Clark del New 52, que empezaba su carrera como un bloguero con vocación de denuncia social; o al descubrir aquella historia real de cómo Superman ayudó a desmantelar el Ku Klux Klan.

Así, me fui haciendo adulto y hasta superé la edad canónica que se supone que Supes tiene en los cómics (35 años), Superman también estuvo ahí. Cuando mi hija adolescente salió del clóset, Superman presentaba a su propio hijo queer en los cómics. Cuando mi hijo menor fue diagnosticado con autismo, el hijo de Clark en la serie Superman & Lois era presentado también como neurodivergente. En esos momentos me pareció increíble que todavía a mi edad Superman tuviera algo que decirme, algo que enseñarme.

 


A veces las personas encuentran curioso que el ideal del superhéroe sea mi brújula moral. Pero para mí es un principio claro y sensato: aquello de lo que seas capaz, lo que esté en tu poder hacer, cual sea tu talento o tus habilidades, haz el bien con todo ello, ponlo al servicio de los demás. Por supuesto, no siempre he estado a la altura. No soy tan noble, ni tan valiente, ni tan generoso. Me he preguntado lo que Superman haría en tal o cual situación y aun sabiendo bien la respuesta he optado por el curso de acción más egoísta, o más mezquino, o más cobarde, y me avergüenzo de ello. De todos modos, en la medida de lo que he podido, he procurado que ese ideal sea mi faro.

 

Durante muchos años, sin embargo, hubo un asunto sobre el que no encontraba guía en las historias de Superman: la depresión. Llevo casi una década en tratamiento por depresión. Las causas van desde sucesos dolorosos en mi vida y mi natural tendencia a la melancolía, hasta el estado general del mundo en el capitalismo tardío; eso es lo de menos. Estoy en un buen lugar ahora, no se preocupen. Pero en los momentos en los que me sentía más perdido, en que trataba de encontrar una luz para salir del pozo, me encontré muchas veces pensando “¿Qué haría Superman? Él nunca ha tenido que enfrentar algo así. Probablemente nunca lo haría.”

 


Así fue hasta que hace unos meses me topé con el cómic Superman: Lost, que se publicó de forma serializada entre 2023 y 2024, con guion de Christopher Priest y arte de Carlo Pagulayan. La anécdota es esta: Clark está con Lois en su departamento cuando es convocado por la Liga de la Justicia para ir a una misión urgente. Minutos más tarde, Superman regresa a su hogar, pero está totalmente cambiado: para él, han pasado veinte años.

 

A partir de aquí el cómic narra lo que sucedió con Kal-El mientras estuvo perdido en las profundidades del espacio, en rincones desconocidos incluso para las muchas culturas extraterrestres con las que él alguna vez ha contactado; sitios tan remotos que en ellos ni siquiera los Linternas Verdes tienen presencia. De forma paralela, intercala los problemas que tiene Clark para adaptarse a la normalidad. Veinte años no pasan en vano, ni siquiera si el poderoso kryptoniano no da muestras de haber envejecido en todo ese tiempo.

 

El título del cómic tiene un doble significado. Superman estuvo literalmente perdido, algunos años en el vacío del espacio, y otros años en un planeta moribundo. Nos recuerda mucho, y no creo que sea coincidencia, a la historia de Odiseo, aunque éste sólo pasó diez años en el mar. Por otro lado, de regreso en su casa, Clark está emocionalmente perdido. No se halla, no puede retomar su vida normal, a pesar de estar de regreso entre sus seres queridos.

 


Aunque la palabra nunca se usa, la forma en la que Pagulayan dibuja a nuestro héroe, sus expresiones, su lenguaje corporal, su mirada y sus silencios, me fueron reconocibles de inmediato: Superman estaba deprimido. En ese momento lloré. Lloré porque me dolió ver así a mi héroe, pero también porque me conmovió que los creadores del cómic se atrevieran a abordar este tema, otrora tan estigmatizado. Y sobre todo lloré porque, una vez más, sentí que Superman estaba ahí para mí, que había todavía otra cosa que nos conectaba.

 

El cómic explora muchos aspectos interesantes de la personalidad, de la humanidad de Superman. Plantea la posibilidad de que Clark pudiera volverse a enamorar si pensase que nunca más vería a Lois. Nos muestra las fantasías ocultas en las que él se imagina acabando de una vez por todas con Lex Luthor, cosa que, sobre decirlo, nunca llevaría a cabo. Vemos su impotencia para salvar a un mundo cuyos habitantes están eligiendo lo que va a destruirlos, algo muy relevante para el clima político actual. Lo vemos incluso ir a terapia.

 


El cómic estaba resultando hermoso y conmovedor. Pero (spoilers a partir de aquí), sucedió lo que muchas veces pasa en este medio: los creadores o los editores se acobardan y dejan las cosas a medias tintas. ¿Qué solución hay para un Superman deprimido? Con ayuda de un poco de mumbo-jumbo sobre viajes en el tiempo y relatividad cuántica, todo vuelve a la normalidad y statu quo se restablece. El Superman deprimido se exilia, pero antes, interviene con el curso del tiempo para evitar que su versión más joven se pierda en el espacio, y entonces nunca sufre el trauma ni se deprime.

 

O sea, sí: al final hay dos Supermanes. Uno que nunca se deprimió, mientras el otro se condena a sí mismo a orbitar para siempre un agujero negro. No tuvo mucho sentido para mí, ni siquiera según las caprichosas reglas de viaje en el tiempo de los cómics, pero eso es lo de menos.

 

Lo que me pareció directamente ofensivo es que resulta un final horrible para una historia que en todo lo demás me parecía excelente. Elimina de un plumazo, con el recurso más perezoso, todos los conflictos, todos los dilemas, todo el desarrollo de personaje. Casi como si al final hubieran revelado “pero todo era un sueño”. Entiendo que los cómics de superhéroes son muy cautos a la hora de cambiar el statu quo, pero para el caso mejor hubieran hecho un Elseworld para poder llevar la historia hasta sus últimas consecuencias… Es más, ni siquiera me queda claro que Superman: Lost sea canon (nunca se menciona a Jon Kent).

 


Y lo peor es que deja el mensaje más equivocado y peligroso posible. Están diciendo que la única solución para una persona deprimida es nunca haberse deprimido. O que la persona deprimida debe aislarse de todos para no ser un problema para los demás. El de Superman es un suicidio espiritual. Inaceptable.

 

Es una lástima porque, como les digo, hasta ese último cachito me estaba fascinando, y hasta consideraba ponerlo en mi top 10 de los mejores cómics del Azuloso. Sólo ese final lo saca del podio de inmediato.

 

Eso, no obstante, no significa que Superman no tenga algunas palabras para quienes lidian con la depresión. Es la ya clásica página de All Star Superman de Grant Morrison y Frank Quitely, y las palabras son las que me digo a mí mismo y a los demás en los momentos más difíciles, y son las que le hubiera dicho al Clark que se sentía perdido: “Nunca es tan malo como parece. Eres mucho más fuerte de lo que crees”.



Hola, gracias por leer. En este blog acostumbro a tomar temas geeks y frikis para sobrepensar. Si te gusta lo que hago, por favor considera unirte a mi Patreon. Una modesta colaboración mensual me ayudaría a seguir creando. Mientras, aquí tienes otros textos que podrían ser de tu interes:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Maik, me apena saber que has pasado por momentos difíciles lidiando con la depresión, me encantó el abordaje que haces del personaje en tu publicación y que lo hace tan especial.

Adicional a esto quería comentarte, que los avances en la psicología nos han permitido entender mejor la depresión, sobre todo cuando hablamos de psicología basada en evidencia (PBE), siendo el tratamiento actual más efectivo la Activación Conductual (AC) para la Depresion, la cual nos ayuda a que nos quede claro que "no tenemos depresión, sino que estamos en una depresión".

Espero que la información te sea de utilidad. Saludos

Apóyame en Patreon

Apóyame en Patreon
Si te gusta mi contenido, pudes ayudarme a seguir creando