En la novela El viaje
del Beagle Espacial, de A.E. van Vogt, la nave epónima transportaba un gran
equipo multidisciplinario con la misión de explorar la galaxia. Astrónomos,
geólogos, arqueólogos, zoólogos, botánicos, físicos, químicos, ingenieros,
mecánicos, médicos, psicólogos y militares, por citar a algunos especialistas,
componían la heterogénea tripulación del Beagle
Espacial. Se trataba, pues, de que hubiera representantes de cada rama del
conocimiento humano. El equipo, sin embargo, no podía funcionar sin la
participación del Dr. Elliott Grosvenor, el único nexialista a bordo. El
nexialista no es un experto en un área específica, sino que conoce un poco de
todas las disciplinas y puede establecer los nexos entre ellas, para comprender
procesos, predecir situaciones y plantear soluciones que, por sí mismo, ningún especialista
podría manejar.
Quiero
partir de este ejemplo para reflexionar sobre el papel del intelectual en una
sociedad. En un mundo en el que la súper especialización del saber humano se
convierte en una necesidad para profesionistas y académicos, es cada vez más
importante que existan “nexialistas”, personas con los conocimientos y la capacidad
de hacer las conexiones entre las diversas áreas del pensamiento humano. A los
especialistas muchas veces les resulta difícil comprender la importancia de
disciplinas ajenas a la suya, y en este sentido, en ocasiones suelen
denostarlas (el matemático que menosprecia las ciencias naturales; el
científico naturalista que menosprecia las ciencias sociales; el científico
social que menosprecia las ciencias exactas, y así). Ni hablar de los políticos
nacionales que, como todos sabemos, en su mayoría tienen un bagaje cultural muy
estrecho y muchas veces ni siquiera sobresalen como profesionales de su propia
disciplina.
En este
panorama, el individuo que no tiene la necesidad de ser un especialista, puede
darse el lujo de conocer un poco de todo. Y así, posicionándose desde una
perspectiva ventajosa, dominar una vista amplia de nuestra complejísima
realidad y, como el nexialista del Beagle
Espacial, llegar a conclusiones a las que los especialistas nunca podrían. No podrá ver con tanta profundidad cada árbol, pero tendrá una vista panorámica del bosque. Tal es el papel del intelectual, hermano menor del filósofo: saber un poco de
todo para entender lo que al especialista se le dificulta, para recordar tanto a profesionales, como a políticos y a la gente de a pie, que existen muchos asuntos
de los que no saben mucho, pero que pueden ser de suma
importancia en su vida.
El
intelectual debe alzar la voz y difundir el conocimiento, luchar contra la
ignorancia y el dogmatismo, analizar su realidad, denunciar los errores,
negligencias y dolos que se cometen en las distintas ramas del quehacer humano;
en fin, ser un nexialista. En nuestro país existe una terriblemente injusta
distribución de la riqueza; asimismo, hay una terriblemente injusta
distribución del conocimiento. Al intelectual le toca luchar contra ello. Es
por eso que no cualquier persona culta puede asumir el compromiso de ser un
intelectual (amén de que no todos los que se pretenden intelectuales están realmente informados o siquiera son muy inteligentes): el erudito puede dedicarse al conocimiento
por pura satisfacción personal, pero el intelectual tiene la obligación de
compartir ese conocimiento; de expresarse públicamente y asumir las consecuencias de
ello.
Mi modelo de
intelectual es, desde hace mucho, Umberto Eco, que lo mismo puede hablar sobre teología medieval,
semiótica post-estructuralista, evolución darwiniana, política contemporánea y
tiras cómicas de Charlie Brown. Eco nos recuerda, en un ensayo de su magnífico
libro A paso de cangrejo, que
Norberto Bobbio, ese otro gran intelectual italiano, señalaba otra función
importante del sabio. El intelectual no está exento de militar en una corriente
ideológica, sino todo lo contrario, pero debe guiarse por su razón y no sólo por sus
pasiones. Así, el intelectual, en el seno de una ideología, puede y debe ser
crítico con esa misma ideología, señalar sus errores y excesos, criticar lo
criticable y pugnar por corregir lo corregible. Un artista puede apasionarse
con un movimiento político y un líder carismático, pero un intelectual tiene la
obligación de mantener una postura crítica incluso hacia aquello mismo con lo
que comulga.
En El viaje del Beagle Espacial, el Dr.
Grosvenor, nexialista, se ve obligado a tomar el control de la nave para
resolver una crisis, cosa que logra gracias a sus amplios conocimientos. No iría
tan lejos como pare decir “¡Intelectuales al poder!”, pero es de resaltar cómo
en general los políticos han excluido a los intelectuales, a menos que les demuestren una lealtad absoluta, en cuyo caso dichos pensadores se convierten en simples mercenarios. El poder es alérgico al pensamiento crítico y al conocimiento que contradice sus intereses. Los intelectuales pueden demostrar la importancia que el saber y el pensar tienen para una sociedad.
Otro ejemplo
literario: Mycroft Holmes, hermano mayor del celebérrimo detective Sherlock,
ocupa una posición de suma importancia en el gobierno británico: él debe
saberlo todo. “Mientras los demás son especialistas, la especialidad de Mycroft
es la omnisciencia” nos dice Sherlock. Es más, en algunas ocasiones, Mycroft es el gobierno británico. Bien, no deseamos tanto, pero queda como metáfora de la importancia que puede tener la facultad de
trazar los nexos entre las diferentes ramas del conocimiento humano.
Sirva la
reflexión anterior como una explicación de lo que intento en este blog: tratar un
poco de todo tan honestamente como puedo; a veces, lo admito, de forma un poco caprichosa, y muchas más, bastante limitada. Pero el intento se hace.
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8 comentarios:
¿No es ese el texto que publicaste hace tiempo en la edición digital de la revista SOMA? excepto por la parte de Mycroft Holmes, claro...
Saludos.
En "Eureka", pero como ya no existe esa sección, lo decidí poner acá. :)
Chairos
Cuando respondes a toda una reflexión sobre la difusión del conocimiento y el papel de la gente culta con una sola palabra ofensiva que no significa nada, ¿te sientes muy inteligente?
Simón
Jajajá, Los últimos tres comentarios son demasiado irónicos. Mientras intentas luchar contra el desprecio del conocimiento, se levanta una voz anónima para pitorrearse de ello.
Buen texto, aunque un poco presuntuoso asumir tal responsabilidad que, considero yo, lo haces muy bien.
Tsss, y pensar que yo soy el nexialista entre mis conocidos (o por lo menos asumí voluntariamente tal papel). De inmediato leo más sobre Umberto Eco pa' enchairarme más.
@Sobrerudo: No quiero verme presumido :( O sea, no soy ni Grosvenor, ni Eco ni Holmes, pero mi ambición es llegar a aportar algo valioso a este puto mundo. :)
Frente a la dictadura intelectual de El viaje del Beagle espacial propongo Interestelar, de nuestro aclamado Nolan. Hay muchas mentecillas maquiavélicas entre las posturas de derecha que, anónimamente, intentan manipular el rumbo de una sociedad supuestamente no preparada para tomar sus decisiones, esto siempre con justificaciones pseudocientíficas relacionadas con estadística y darwinismo sacados de sus cabales. Es cierto que la sociedad es manipulable por carencia de desarrollo lógico y cognitivo, pero desde la postura del dominio intelectual pueden justificarse acciones que atentan contra montones de libertades. Propongo primero hacer evidente la manipulación mediática de la democracia y de muchos otros mecanismos sociales. Para ello es necesario hacer una renovación del lenguaje: cien años de denuncia han envejecido y empolvado nuestras expresiones de protesta, mientras nuestros opositores usan un lenguaje atractivo, maquillado con los conocimientos de la mercadotecnia.
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