Buenas noroches. Les doy la bienvenida una vez más a esta serie en la que estamos explorando la historia cultural de lo Gótico, desde los antiguos bárbaros que destruyeron Roma hasta las tribus urbanas que se identifican con la obscuridad. Para ello hemos ido abordando tema por tema y época por época. Los tópicos están organizados en este Índice. Conviene leer todos los capítulos, pero igual ustedes pueden elegir sólo el que les llame la atención, pues está hecho para entenderse sin depender de los demás. En el capítulo anterior, Gótico en Blanco y Negro, conocimos los orígenes del cine de horror. Ahora vamos a ver qué pasó después:
Capítulo Cinco:
Gótico a Todo Color
Desde tiempos del cine expresionista alemán, la fotografía en blanco y negro, en especial con sus dramáticos claroscuros, había quedado íntimamente relacionado con la estética del gótico, como si fuera un aspecto intrínseco de ella. ¿Podría hacerse este tipo de cine a todo color? Hammer Films venía a demostrar que sí.
Prepárense, pues, para una fiesta de sangre roja, luna llena, ciudades góticas y muchas, muchísimas escenas de personajes sosteniendo velas o linternas mientras exploran pasillos oscuros. Advierto que, al igual que la vez pasada, usé los títulos en español de las películas, a menos que hubiera más de una traducción, o ésta fuera muy fea. Perdonen de antemano si no pude contenerme de comentar lo sensuales que están los actores y actrices en estas obras.
A. MÁS ROJO QUE LA SANGRE
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La maldición de Frankenstein |
Los estudios iniciarían su larga y
brillante carrera como sede del moderno horror británico en 1955, con el
estreno de The Quatermass Xperiment, una película en blanco y negro que
mezclaba horror y ciencia ficción, como era la moda en esa década. La cinta fue
un éxito, tanto en Gran Bretaña como en los Estados Unidos, lo que dio a Hammer
la oportunidad de probar nuevos territorios.
En 1957, los estudios cambiarían la
historia del cine con La maldición de Frankenstein. El éxito de
esta nueva adaptación abrió las puertas para toda una nueva racha de cine
gótico, esta vez a todo color. Al año siguiente El horror de Drácula
vino a cimentar ese éxito. Ambas cintas fueron dirigidas por Terence
Fisher (1904-1980) y protagonizadas por Peter Cushing (1913-1994) y Christopher
Lee (1922-2015). Este trío de director y actores estaría presente en casi
todas las grandes obras de Hammer.
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El horror de Drácula |
El ciclo gótico de Hammer tenía mucho en
común con el que Universal iniciara casi tres décadas antes. Sus películas se
inspirarían en las mismas obras literarias y los mismos monstruos clásicos. Al
doctor Frankenstein y al Conde Drácula siguieron La momia (1959),
El sabueso de los Baskerville (1959), Las dos caras
del Dr. Jekyll (1960), La maldición del hombre lobo
(1961) y El Fantasma de la Ópera (1962). Como ya
escribí una entrada completa dedicada al horror de Hammer, no ahondaré mucho en esta sección. Baste decir que
todo esto sirvió para consolidar la suerte de “panteón canónico de monstruos
clásicos” que Universal había creado.
Lo que distingue a los ciclos de
Universal y de Hammer de otras formas del gótico es precisamente su énfasis
en el monstruo o criatura como protagonista y atractivo principal de la
película. La forma de enmarcar al monstruo como una figura amenazante fue creada
por Murnau en su Nosferatu y heredada a todo el cine de horror
subsecuente. Universal y Hammer querían además crean aspectos icónicos para sus
criaturas, que fueran únicas y memorables.
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La momia |
Claro, al igual que la casa de Laemmle,
Hammer hizo adaptaciones muy libres, drásticamente diferentes de las
obras literarias originales y de los clásicos filmes de los años 30. Es decir,
sus versiones son únicas, con un sello de marca inconfundible. Ver Drácula
con Bela Lugosi y ver Drácula con Christopher Lee son dos experiencias
muy distintas.
Al igual que entonces, los mismos
actores y equipos de producción ahora se rotaban entre las diferentes películas,
por lo que siempre veremos caras y nombres conocidos en las pantallas. Son
artistas que hicieron carrera en el género y sus nombres quedaron para siempre
relacionados con él.
También, como Universal, Hammer consolidó
la tendencia de hacer secuelas y más secuelas de sus propiedades
exitosas, particularmente Drácula y Frankenstein. En cada entrega
se ignoraba o reescribía el desenlace de la anterior, en la que el monstruo y
villano había sido destruido, para dar inicio a una nueva aventura con muy poca
relación de continuidad. Más tarde veríamos repetirse este afán con las
innumerables secuelas que dieron otras franquicias terroríficas, en particular
los slashers de los 80.
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El sabueso de los Baskerville |
A diferencia de Universal, sin embargo,
cuyas cintas de horror se ubicaban en algún universo atemporal en el que
distintos siglos se entremezclaban, Hammer sí especificó la época en la que sus
historias transcurrían. Siempre entre finales del siglo XVIII y principios
del XX, pero sobre todo en la Era Victoriana, lo que contribuyó a definir
aquella época como la más gótica de todas. Claro que su recreación no era
históricamente precisa; en cambio, desde el vestuario hasta el diseño de
producción, todo estaba altamente estilizado, y sería esa estilización
la que marcaría la estética del gótico victoriano.
Precisamente lo que más destaca del cine
de Hammer, y lo que marca la diferencia con todo el cine gótico anterior, es su
estética. De Universal heredó los castillos y mansiones, los laboratorios de
científicos locos, las calles de Londres, los bosques
fantasmales y los cementerios a la luz de la luna. Pero ahora ya contaba con el
color. Así como los expresionistas alemanes y sus aprendices den Universal
habían usado la luz, las sombras y el claroscuro, Fisher y otros realizadores
de Hammer dieron al color un uso dramático y simbólico, en el que el
contraste entre el rojo escarlata de la sangre y otros colores más sobrios eran
siempre marcadores de peligro inminente.
B. POE, CORMAN, PRICE
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La caída de la casa Usher |
Hubo un realizador que le dio al color
un uso todavía más experimental. Al mismo tiempo y de forma paralela al
renacimiento gótico de Hammer, el director Roger Corman (n. 1926) creó,
para American International Pictures (AIP), su propio ciclo horrorífico, una
serie de películas inspiradas en la obra de Edgar Allan Poe, casi todas
guionizadas por el veterano del horror y la sci-fi Richard Matheson
(1926-2013) y protagonizadas por el magnífico, el único, el insuperable ¡Vincent
Price! (1911-1993).
Empezó por La caída de la casa
Usher (1960), a la que siguieron El pozo y el péndulo
(1961), El entierro prematuro (1962), El cuervo
(1963), La tumba de Ligeia (1964) y la indiscutible obra
maestra La máscara de la Muerte Roja (1964). También de
este ciclo es The Haunted Palace (1963), la cual, aunque tiene el
título de un poema de Poe, en realidad se basa en El caso de Charles Dexter
Ward de H.P. Lovecraft, siendo ésta la primera gran adaptación
cinematográfica de la obra del maestro de Providence.
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La máscara de la Muerte Roja |
Corman es famoso por la enorme cantidad
de películas de serie B que produjo y dirigió a lo largo de su vida; se
jactaba de ser el director más veloz del mundo y poder sacar películas
en pocas semanas de filmación y con exiguos presupuestos. Pero el ciclo de Poe
es verdaderamente un trabajo de autor, en el que Corman deja manifiesta toda su
creatividad y visión para crear secuencias surreales y de pesadilla.
Tanto Hammer como Corman tenían en común
no sólo un diseño de arte gótico victoriano altamente estilizado, y un magistral
uso de colores saturados, sino un renovado énfasis en la violencia y la
sensualidad que Universal sólo habría podido soñar. Gore, mutilaciones,
deformaciones y sangre más roja que el rojo colorean historias en las que
hermosas mujeres ampliamente escotadas huyen despavoridas de monstruos
horribles a los brazos de sus amantes. Esta mezcla de sexo y violencia ha sido
parte del horror desde el principio, pero el cine de los 60 empujó los límites
de lo aceptable e hizo grietas en las barreras que el cine de los 70 derribaría
por completo.
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La maldición del hombre lobo |
Pero, por encima de todo esto, Hammer y
Corman, a pesar de ser un tanto kitsch en ocasiones, preservaron fielmente la
atmósfera y la sensibilidad características del gótico. Aprovecharon la
escenografía que recreaba arquitectónicos y naturales, y la usaron como los
escritores góticos lo habían hecho desde los inicios del género. Sus personajes
siempre fueron más interesantes que sólo monstruos, héroes, villanos y
damiselas en peligro. En ocasiones la tragedia pesó más que el horror, como en La
maldición del hombre lobo y Las dos caras del Dr. Jekyll.
Nos dejaron no sólo buenas películas de terror, sino buenas películas.
El ciclo de Poe-Corman-Price terminó en
1964, pero su éxito permitió a la AIP recuperarse tras casi la bancarrota. Así,
aquella casa pudo estrenar en 1968 Witchfinder General, del genio
precoz Michael Reeves (1943-1969), y con Vincent Price en el papel de un
corrupto cazador de brujas en tiempos de las guerras civiles inglesas.
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Witchfinder General |
El éxito de las películas de Hammer fue
tal que revitalizó la industria cinematográfica del Reino Unido y la convirtió
en una de las mayores fuentes de ingresos para el país. Por supuesto, no podían
no haber imitadores. La casa Amicus produjo varias pelis de terror
gótico, especializándose en antologías de varios segmentos cada una. Vincent
Price, Christopher Lee y Peter Cushing participaron en varias de ésas.
Por su parte, en 1969 Roman Polanski
(n. 1933) estrenó la parodia/homenaje al cine de Hammer, The Fearless
Vampire Killers, protagonizada por él mismo y su futura esposa, la
desafortunada Sharon Tante (1943-1969). Es una película bastante
bobalicona, pero el diseño de arte está bien bonito y la fotografía es
estupenda.
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The Fearless Vampire Killers |
Hammer siguió a lo largo de la década
entregando películas de calidad variable. El trabajo de la triada
Fisher-Cushing-Lee siempre fue excelente; cada uno de ellos se tomaba muy en
serio su rol y daba lo mejor de sí mismo. Destaco El sabueso de los
Baskerville, película a la que tengo personal cariño porque fue la
primera de Hammer y de Sherlock Holmes que vi cuando peque. También destaco The
Devil Rides Out (1968), excelente pieza guionizada por Richard
Matheson, que prescinde de monstruos maquillados para lograr un auténtico
horror ocultista.
También me parece rescatable la
cachondísima The Vampire Lovers (1970), con la guapérrima Ingrid
Pitt (1937-2010) en el papel de Carmilla, la vampira sáfica que seduce y
depreda jovencitas. Es una adaptación de Carmilla de Sheridan Le Fanu
(una de tantas de esos años). Para entonces las películas de Hammer eran mucho
más atrevidas; de los coquetos escotes llegamos a desnudos frontales.
C. NOCHES DE BOOGIE-MEN
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The Vampire Lovers |
Aquella peli apareció poco después de
que la época clásica de Hammer (1957-1968) hubiera llegado a su fin, y sus
cintas declinarían en calidad (en The Vampire Lovers, por ejemplo, la
fotografía y la iluminación están chafonas, como de TV). Al mismo tiempo la
casa productora ensayaba con secuelas y refritos, hacía gala de gore y
desnudos, traía a los monstruos clásicos a los contemporáneos años 70 y hasta
los enfrentaba contra artistas del Kung-Fu.
Hammer estaba no sólo aprovechando la
relajación de la censura, sino tratando de mantenerse relevante en un mercado
del cine de horror en el que tenía que competir con obras cada vez más osadas y
menos pudorosas, e iban surgiendo géneros nuevos o revitalizados que superaron
en popularidad al gótico: gore, giallo, exploitation, rape-revenge, slasher,
sci-fi horror, folk horror, etcétera. Quienes empezaron imitando a Hammer por
su éxito, terminaron rebasándola por el camino del mal gusto.
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Et mourir de plaisir |
Francia dio su propia entrada gótica con
Et mourir de plaisir (1960) de Roger Vadim
(1928-2000), otra muy erótica adaptación de Carmilla. Sucede que esto de
las vampiras lesbianas fue muy popular en los 60, y sobre todo en los
70, y hubo muchísimas adaptaciones de la novela. Eso sí, todas ellas eran muy
libres, excepto la de Hammer, que sí seguía fielmente los acontecimientos del
libro original.
El gótico no parece haber arraigado en
el país galo, pero sí lo hizo en España, Portugal y, sobre todo, en Italia. El
mismo año que Hammer estrenara La maldición de Frankenstein, Italia
presentó su primera incursión en el gótico I vampiri (1957),
co-dirigida y fotografiada por el que pronto sería reconocido como el maestro
del horror italiano, Mario Bava (1914-1980). Desde la sci-fi horror hasta
el giallo, Bava exploró muchos subgéneros del horror, pero para nuestro
estudio sobresalen sus piezas góticas La maschera del demonio (1960)
y La fusta e il corpo (1963), esta última con Christopher
Lee y la primera gran obra del gótico italiano a color.
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La fusta e il corpo |
La popularidad del cine británico en el
país mediterráneo permitió el surgimiento de una industria propia. Dario
Argento (n. 1949) fue, junto con Bava, el maestro del terror italiano, pero
se especializó en el giallo y sólo muy rara vez incursionó en el gótico,
con lamentables resultados. Más todavía que en otros países, el gótico en Italia en
los 70 degeneró en películas exploitation.
En efecto, durante la década de los 70
despegó el cine de terror de serie B: el gore, la exploitation,
que exaltaban el morbo, y que se proyectaban para un público juvenil y poco
sofisticado en los teatros grindhouse y los autocinemas. Algunas de esas
películas tomaron los castillos y los monstruos estándar del gótico, pero
dejaron atrás la atmósfera, la sensibilidad y, debo decir, la elegancia y el
buen gusto que habían caracterizado a ese estilo. En cambio, abrazaron el
gore, los desnudos gratuitos y las escenas de sexo que prácticamente eran porno
softcore. Vampiros, hombres lobo y redivivos aparecieron en todo lo
que existía entre las comedias sexuales y los filmes porno-psicodélicos de
hippies mariguanos como el español Jess Franco (1930-2013) y su Vampyros Lesbos (1971). Serie
tras serie de películas feas, feas.
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Vampyros Lesbos |
¿Qué fue lo que pasó? La historia del
cine no se limita a enlistar películas para ver cuál trajo cuál innovación,
cuál tomó inspiración de cuál otra, y demás. Siempre reflejará la historia
de la sociedad que la produce. Se dice que el cine de terror refleja los
temores, traumas y ansiedades que flotan en la atmósfera cultural
contemporánea. Así, el cine gótico alemán expresaba los traumas de la Primera
Guerra Mundial. El cine gótico hollywoodense despuntó durante la Gran
Depresión. La Segunda Guerra Mundial enterró ese cine en la década de los 40,
pues necesitaba de heroísmo y furor patriótico. El gótico se hizo más sutil,
hasta casi desaparecer. Los 50 fueron la época de la Guerra Fría y la paranoia
anticomunista, reflejados en la sci-fi horror de monstruos atómicos e
invasiones extraterrestres.
La segunda mitad de los 60 vio el auge
de las contraculturas juveniles que se rebelaban contra la autoridad de
las generaciones más viejas. Nuevas ideas vinieron a destruir los viejos tabúes
respecto a sexo, drogas y rocanrol. Al mismo tiempo, la Guerra de
Vietnam (1965-1975), con todos sus horrores, impactó a una generación completa.
La década de los 70 vio un aumento en la delincuencia, los crímenes violentos y
las crisis económicas. Estos nuevos temores necesitaban reflejarse en las
pantallas y los libros.
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La Guerra de Vietnam |
El escenario gótico envolvía a las
historias más aterradoras en un aura de fantasía; estos horrores, nos dicen,
pertenecen a otras épocas y lugares. Pero el público ya estaba listo para que
el cine de terror se trasladara por completo a tiempos presentes y a la vida
cotidiana (una tendencia que se venía acusando desde los 40 y 50). El suburbio,
el edificio de departamentos, los callejones de la ciudad moderna y la casa
familiar de clase media eran los nuevos escenarios.
D. EL FANTASMA DE LA NOCHE
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El bebé de Rosemary |
Siempre digo que el cine de terror
moderno inició en 1968 con el estreno de El bebé de Rosemary y
La noche de los muertos vivientes. Una nos llevó por un
camino de cine de prestigio, en el que directores y actores de primer nivel nos
entregaban cintas artísticamente ambiciosas que demandaban ser tomadas en serio:
El exorcista, La profecía, Tiburón, Carrie, El
Resplandor, Alien, etcétera. La otra inspiró toda una tradición de
cine en serie B, de poco presupuesto, pero de gran creatividad, y que muchas
veces alcanzó alturas que rivalizaban con las grandes producciones: La masacre
de Texas, Halloween, El amanecer de los muertos, The Evil
Dead, Pesadilla en la calle Elm, etcétera.
No volvería a haber otra racha como las
de Universal o Hammer, en la que el gótico dominara de tal forma hasta
convertirse en sinónimo del cine de horror. Desde entonces, los ejemplos
esporádicos de gótico quedarían supeditados a otras tendencias dominantes en el
cine de cada época. La presencia de casas embrujadas, fantasmas, vampiros o
hechicería no hacen que una película sea gótica per se. Pero ya que el
horror nació como gótico y pasó gran parte de su historia como tal, es
imposible no notar sus ecos en miríadas de cintas.
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Drácula |
Por otro lado, la tendencia de hacer
cine de terror de calidad nos dio, justo en 1979, dos películas que devolvieron
la dignidad al género: Drácula de John Badam (n. 1939) y Nosferatu
de Werner Herzog (n. 1942).
La primera contó con las actuaciones de
un endemoniadamente guapo Frank Langella (n. 1938) como el Conde, Kate
Nelligan (n. 1950) como Lucy, y el enorme Laurence Olivier
(1907-1989) como Van Helsing. Aquel filme hizo mucho por recuperar la elegancia
del gótico clásico, sin por ello renunciar al gore cuando lo ameritaba. Además,
a diferencia de otras adaptaciones de la obra de Stoker, nos dio a un Drácula
apuesto y seductor y un énfasis en el romance y el erotismo. Ésta es la primera
vez que se trata al vampiro como un antihéroe romántico y no sólo como
un monstruo desalmado.
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Nosferatu |
Nosferatu es una reelaboración del clásico expresionista y,
como toda obra del titán Herzog, una obra maestra de profundas ambiciones
artísticas. Macabramente hermosa en cada toma y cada plano, destila el horror
lentamente y es un ejemplo temprano de lo que llegaría a ser llamado arthouse
horror. Cuenta con las actuaciones del amigo y colaborador frecuente de
Herzog, uno de los más grandes histriones de la historia, Klaus Kinski (1926-1991)
como Drácula, del igualmente grande Bruno Ganz (1941-1919) como Harker, y de
una etéreamente bella Isabelle Adjani (n. 1955) como Lucy.
Estas dos películas demostraron que el
horror gótico no tenía por qué ser el gueto de un puñado de intérpretes y realizadores
especializados, ni mucho menos el arrabal sensacionalista de serie B en el que
se había convertido. El gótico era un terreno que podía ser explorado muy en
serio por autores con sus propias visiones artísticas, y por actores y actrices
de primer nivel.
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La carreta fantasma / El Resplandor |
A lo largo de estas dos últimas entradas hemos mencionado a varios autores cuyas obras fueron adaptadas a la pantalla grande, y es que ha sido principalmente a través de ellas que han alcanzado fama e impactado culturalmente. Sólo nos ha faltado uno: Stephen King (n. 1947), cuyas obras pertenecen más bien a la weird fiction (que mezcla un poco de todo), pero que tiene elementos góticos por aquí y por allá, especialmente en Salem’s Lot (1975) y El Resplandor (1977). De esta última, es más conocida la versión realizada en 1980 por Stanley Kubrick (1928-1999), que aunque la premisa es gótica (una familia aislada, con el padre perdiendo la razón poco a poco, en un hotel embrujado y rodeado de montañas heladas), no lo es su estética. Eso sí, tiene la famosa secuencia del hacha que referencia La carreta fantasma Sjöström.
E. GÓTICO POSMODERNO
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Gothic |
Hablemos, pues, del cine gótico que ha
aparecido desde mediados de la década de los 80 para acá. Se trata de un cine
que, como buen arte posmoderno, tiene mucho de pastiche y recapitulación; se
encuentra en un diálogo intertextual y metaficcional constante con las obras
clásicas que le precedieron, a las que a menudo alude de forma directa.
Como debe ser el gótico, hace énfasis en
el aspecto visual y espacial de la obra, y por ello veremos que en estas cintas
destacan en cuanto a la fotografía, la iluminación, el diseño de arte y de
vestuario. Éstos serán casi siempre muy estilizados, poco naturalistas y sin
los grilletes de la precisión histórica. Y aunque habrá algunas obras que se
ubiquen en otras épocas, la Era Victoriana será el escenario por excelencia.
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En compañía de lobos |
En compañía de lobos (1984) de Neil Jordan (n. 1950) es una
reelaboración del cuento de Caperucita Roja, pero con hombres lobo que a
la vez son perversos y seductores. Fue pionera en lo que luego sería el lugar
común de crear versiones oscuras de los cuentos de hadas. Las secuencias de
transformación de los licántropos son de verdadero horror corporal.
Como un raro ejemplo de gótico que no es
ni de terror ni sobrenatural, tenemos El nombre de la rosa
(1986), dirigida por Jean-Jacques Annaud (n. 1943), basada en la novela
homónima de uno de mis héroes personales, Umberto Eco (1932-2016), y
protagonizada por Sean Connery (1930-2020). La cinta trata de una serie
de asesinatos que ocurren en una abadía en el siglo XIV (o sea, en pleno
periodo gótico). William de Baskerville, el personaje al que interpreta
Connery, es una fusión entre el filósofo medieval William de Ockham y Sherlock
Holmes, y una referencia obvia a El sabueso de los Baskerville.
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El nombre de la rosa |
Ese mismo año nos dio otra obra
metaficcional, apropiadamente titulada Gothic, de Ken Russell
(1927-2011), con Natasha Richardson (1963-2009) como Mary Shelley y Gabriel
Byrne (1950) como Lord Byron. Recrea la noche de sexo, drogas y delirio de
la que surgieron Frankenstein y El vampiro. Por momentos puede
ser aterradora, cuando ni personajes ni público saben qué es real y qué son alucinaciones.
Referencia constantemente el cuadro La pesadilla de Fuseli.
Quedan esas tres obras como buenos
antecedentes, porque la que realmente detona el gótico contemporáneo es Bram
Stoker’s Dracula (1992) de Francis Ford Coppola (n. 1939). Con un reparto
de antología que incluye a un estupendo Gary Oldman (n. 1958) en el
papel del Conde, demostrando que puede ser tan repulsivo como sensual según lo
prefiera. Coprotagoniza Winona Ryder (n. 1971), crush de toda mi vida y
perfecta como Mina. A ellos se suman el siempre genial Anthony Hopkins
(n. 1937) como mi Van Helsing favorito, y un adecuado Keanu Reeves (n.
1964) como Harker.
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Bram Stoker's Dracula |
No podría alcanzar a expresar cuánto amo
esta película, incluso si admito que peca de cutre en ocasiones. Hermosa y
macabra como debe ser el gótico, atmosférica e inquietante, sangrienta cuando
se lo propone, erótica a más no poder, pero con una elegancia y una exquisitez
sin paragón. Coppola fue discípulo de Corman, además de que recibió notoria
influencia del cine de Hammer, como se puede ver en el diseño de arte
exageradamente estilizado y en el uso de colores saturados.
La cinta es la más fiel a la novela de
Stoker, excepto por algunos detalles: retoma mucho del mito vampírico creado
por Universal y Hammer, hasta el punto de parafrasear diálogos y
momentos que tienen su origen en esas versiones; de la versión de 1979 retiene
que el vampiro sea un antihéroe romántico y hace énfasis en el erotismo
(contrario a la maniquea y puritana moral decimonónica de la novela); y relaciona
directamente al vampiro titular con Vlad el Empalador, el Drácula
histórico, algo que a partir de entonces quedó convertido en lugar común.
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Bram Stoker's Dracula |
Además, estoy casi seguro de que fue la
estética de esta película y las que la siguieron, lo que tendrían una mayor
influencia en la conformación de las culturas góticas entre las
generaciones Millennial y Zoomer (no así en la Gen X, que tendría otros
referentes). Pero todavía nos falta para llegar a ello.
A esta cinta siguió Mary Shelley’s
Frankenstein (1994) dirigida por el veterano de Shakespeare Kenneth
Branagh (n. 1960), quien también la protagonizó en el papel de Victor. Robert
De Niro (n. 1944) fue una elección un tanto extraña para el Monstruo y Helena
Boham Carter (n. 1966) hizo el papel de Elizabeth. También producida por
Coppola, esta cinta tiene los mismos defectos y las mismas virtudes que su
antecesora espiritual. Es decir, a su favor tiene el ser la adaptación más fiel
hasta el momento. En contra tiene varias escenas bastante chafas. En cambio,
las actuaciones son maravillosas y logra balancear el erotismo con el horror
verdadero.
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Mary Shelley's Frankenstein |
También en 1994 apareció Entrevista con el vampiro, otra gran aportación de Neil Jordan, basada en la novela de la recientemente fallecida reina gótica Anne Rice (1941-2021). Más inclinada hacia la fantasía oscura que al horror, nos cuenta una historia de vampiros con tonos homoeróticos muy poco velados. Tom Cruise (n. 1962) es un maldito orate, pero cuando quiere se echa unas actuaciones espectaculares, como en esta interpretación del vampiro Lestat. Brad Pitt (n. 1963), uno de los mejores actores de su generación, se luce como el más inocente Louis.
En su momento, estos dos eran
de los galanes jóvenes más populares de la pantalla, y la tensión sexual entre
ellos fue combustible para las fantasías de personas de todos los géneros por
igual. La actual subcultura vampírica, de la que hablaremos en un capítulo futuro, debe mucho de su estética a los no-muertos de esta película y al Drácula de Coppola.
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Entrevista con el vampiro |
La obra de Tim Burton (n. 1958) está repleta de imaginería gótica por todas partes. Con todo, sus dos obras más plenamente góticas son Sleepy Hollow (1999) y Sweeny Todd (2007). La primera es una de mis piezas favoritas; cuenta con las actuaciones de Johnny Depp (n. 1963) y Christina Ricci (n. 1980), retoma la leyenda del Jinete sin Cabeza que ya nos había contado Washington irving.
Burton no teme en presumir la influencia de Hammer, ya sea en los escenarios estilizados, como el bosque embrujado obviamente hecho en un set, o en los generosos escotes de las actrices. ¡Incluso aparece Christopher Lee! Todo en esta película, que mezcla
horror, fantasía oscura, novela policiaca y humor negro, es absolutamente
hermoso. Junto con el Drácula de Coppola (quien, por cierto, produjo
ésta), es el ejemplo más perfecto de gótico posmoderno y una obra que amo con la fuerza de diez mil soles.
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Sleepy Hollow |
Sweeney Todd, por su parte, se basa en un penny dreadful
clásico. En ella, Johnny Depp interpreta a un barbero asesino y caníbal, y
Helena Boham Carter hace de su desquiciada amante. Es probablemente la película
más sangrienta de Burton y su Londres gótico es uno de los mejor logrados en el
cine. Y no olvidemos que la obra de Tim Burton tuvo una gran influencia en la
estética de la cultura emo, una de las subculturas que estudiaremos en algún
momento, si esta serie no sigue prolongándose por siempre.
Lo mismo podemos decir de los trabajos
de Guillermo del Toro (n. 1964). Cronos (1993), El
laberinto del fauno (2006) y las dos películas de Hellboy (2004
y 2008) tienen mucho de gótico, pero las dos obras que mejor cumplen con las
características del género son El espinazo del diablo (2001) y La
cumbre escarlata (2015). La primera transcurre en un orfanato en algún
remoto lugar de España, a finales de la Guerra Civil. Tenemos el edificio
embrujado, la naturaleza hostil, el fantasma con mensajes de ultratumba y las
relaciones sexuales ilícitas. Claro que el verdadero monstruo es, como siempre,
el fascismo.
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La cumbre escarlata |
La cumbre escarlata es un homenaje al gótico más clásico. Tenemos el
caserón encantado, la montaña escarpada, la inocente pero valerosa heroína, los
fantasmas agraviados, la aristocracia decadente, la relación incestuosa… Hasta
el título de la película evoca a Cumbres borrascosas. Sólo que Del Toro
le da giros novedosos que deconstruyen los tópicos del género. Visualmente
exquisita, es de esas películas en las que todos los protagonistas son
absurdamente atractivos, pues cuenta con las actuaciones de Mia Wasikowska
(n. 1989), Tom Hiddleston (n. 1981) y Jessica Chastain (n. 1977),
quien nunca se vio tan sexi como aquí, completamente desquiciada y cubierta de
sangre.
F. EL SIGLO XXI
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La sombra del vampiro |
Ya nos adelantamos un poco, así que volvamos a principios del siglo. El gótico no se pone más metaficcional
que en La sombra del vampiro (2000) de Elias Merhige (n.
1964). Se basa en la leyenda urbana de que el actor Max Schreck, protagonista
de Nosferatu de F.W. Murnau, era un vampiro en la vida real. Con
excelentes actuaciones de Willem Dafoe (n. 1955) como el
verdadero Orlok y de John Malkovich (n. 1953) como Murnau, es una
pesadilla en sí misma a la vez que una oda al cine expresionista. Incluye unos
diálogos estremecedores en los que el vampiro mismo juzga, desde su punto de
vista, la novela Drácula como una historia muy triste.
Para disfrutar From Hell
(2001) de los Hermanos Hughes hay que dejar de lado tanto la novela
gráfica en la que se basa muy libremente como la historia verdadera de Jack el
Destripador. Aun así, lo admito, la película es medio ridícula, pero tiene
algunas cosas que me encantan, como la actuación de Ian Holm (1931-2020).
Sobre todo, me fascina visualmente; creo que esta peli terminó de configurar la
imagen de un Londres exageradamente estilizado como la imagen del gótico urbano
por excelencia, con esas panorámicas de edificios puntiagudos contra un cielo carmesí.
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From Hell |
Ese mismo 2001 nos dio dos joyitas del
gótico. Una es Le pacte des loups, dirigida por Christophe
Gans (n. 1960). Es un poco el Sleepy Hollow francés, pues
también se inspira en una leyenda local, se ambienta en el siglo XVIII, el
protagonista es un forastero que llega a la campiña a investigar unas muertes
atribuidas a un monstruo, se hospeda en un poblado donde no es posible
confiar en la aristocracia local, y ultimadamente descubre una bizarra
conspiración. No estoy diciendo que ambas películas sean iguales; de hecho, lo
que caracteriza a esta pieza francesa es su tremenda originalidad. Más bien
digo que se sienten como hermanas espirituales y va bien ver la una junto a la
otra.
La otra es una pieza de gótico
femenino de un estilo más clásico, menos efectista y más psicológico: Los
otros, dirigida Alejandro Amenábar (n. 1972) y protagonizada por
Nicole Kidman (n. 1967). Una viuda y sus dos hijos sospechan que hay una
presencia extraña en su vieja mansión, especialmente tras la llegada de nuevos
sirvientes, los cuales parecen estar guardando un secreto. La construcción de
la atmósfera en esta cinta es extraordinaria. Cuando se lo propone, Amenábar te
puede sacar unos buenos sustos, pero al mismo tiempo creó una obra bella y
melancólica.
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Los otros |
De la misma escuela de cine de terror
español, que estaba despuntando a principios del siglo, nos llega en 2007 El
orfanato de J.A. Bayona (n. 1975) y estelarizada por Belén
Rueda (n. 1965). Aunque se ambienta en tiempos modernos, la acción
transcurre en, adivinaron, una enorme y antigua casona que alguna vez sirvió
como orfanato. La película es excelente, pero es una mezcla de horror y
tragedia tan dolorosa que sólo he podido verla una vez, pues de sólo recordarla
me estruja el corazón.
Por esos mismos años aparecieron un par
de películas muy palomeras que mezclaban la fantasía gótica con la acción casi
al estilo superheroico, Inframundo (2003) y Van Helsing (2004).
La primera se convirtió en una serie de culto por su premisa de “Romeo y
Julieta, pero con vampiros y hombres lobo”. Que está muy bien, excepto porque
aparentemente su fusilaron la premisa de los juegos de rol Vampire: The
Masquerade (1991) y Werewolf: The Apocalypse (1992).
Tranquis, que ya llegaremos a los juegos de rol.
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Inframundo |
La segunda tenía potencial de
convertirse en algo muy padre, de no ser porque convirtieron a Van Helsing, un
personaje cuyo atractivo consiste en ser un hombre ciencia que se enfrenta a lo
sobrenatural, en un macho baturro de acción genérico. La estética de la cinta
está bastante chida, pero también es una copia (¡una burda copia!) de los
animes de Vampire Hunter D, en especial la versión del 2000. Y
sí, hablaremos de anime en algún momento… Supongo, ya no sé.
Van Helsing fue uno de varios dolorosos intentos de Universal de
revivir a sus monstruos clásicos. Luego vino el refrito de El hombre lobo
(2010), dirigida por Joe Johnston (n. 1950), que igual tenía todo para
ser un clásico moderno, incluyendo una excelente producción y un gran reparto
encabezado por Benicio del Toro (n. 1967) y Anthony Hopkins. El problema fue
que cambiaron una tragedia griega sin buenos ni malos, por una película de
monstruos con héroes y villanos.
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El hombre lobo |
La cosa es que Universal parece no
entender lo que hizo tan grandioso a su ciclo clásico, y nomás la anda regando
década tras década, como en su intento fallido por hacer un Dark Universe
que compitiera con el de Marvel, pero que se canceló tras el fracaso absoluto
del bodrio que fue La Momia (2017).
La saga de Harry Potter (2001-2011)
tiene mucho de fantasía gótica. La misma escuela Hogwarts es un castillo
gótico, con pasajes y cuartos ocultos, fantasmas y monstruos que rondan los
pasadizos, y muchos secretos escondidos. A su alrededor, un bosque embrujado y
un peligroso lago. Algunas secuencias completas o incluso líneas argumentales
bien podrían ser consideradas piezas de ficción gótica, en especial todo el
penúltimo acto de El prisionero de Azkaban (2004), que va
desde el enfrentamiento con el Sauce Boxeador, la pelea en la embrujada Casa de
los Gritos, la transformación del profesor Lupin en hombre lobo y el ataque de
los dementores.
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Harry Potter y el prisionero de Azkaban |
Lo mismo podemos decir de Una
serie de eventos desafortunados, tanto el largometraje de 2004 como la
serie de 2017-2019. La historia tiene un típico villano gótico, aunque más chistosón,
dado el tono de comedia negra: el Conde Olaf (referencia a Orlok). Este despiadado
manipulador está tras la fortuna de los huérfanos Baudelaire (referencia al
poeta maldito del Romanticismo), quienes en su huida pasan de un escenario
gótico a otro.
Hablando del mago adolescente, el actor Daniel
Radcliffe (n. 1989) protagonizó La dama de negro (2012), dirigida
por James Watkins (n. 1973) , basada en la novela de Susan Hill (n.
1942). Producida por nada más y nada menos que Hammer Films, en un intento de
regresar a sus raíces góticas. En sí mismo, el filme lo consigue, aunque no
logró hacer despegar otra vez a los viejos estudios.
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La dama de negro |
La década de 2010 vio el nacimiento de
una nueva corriente dentro del cine de terror: la llamada arthouse horror.
Se refiere a películas de grandes ambiciones artísticas y un ritmo narrativo súper leeento, porque aparentemente eso es lo que hace que el cinediarte sea
cinediarte. El mejor representante de este estilo es Robert Eggers (n.
1983). Fuera de postureos, sus cintas son bellísimas a la par que
perturbadoras.
Como bien observó un camarada en los
comentarios, La bruja (2015) se relaciona mucho con el
gótico americano temprano, en especial con la obra de Charles Brockden, de quien
hablamos en el capítulo tres. El faro (2019) se inspira
directamente en un cuento homónimo de Edgar Allan Poe y en el poema de
Colleridge La balada del viejo marinero. Ambas películas se ambientan en
espacios cerrados opresivos (una granja, un faro) rodeados por naturaleza
inhóspita (el bosque, el mar), además de otros elementos góticos. Al mismo
tiempo, cada una se cruza con otros subgéneros más jóvenes: La bruja
tiene mucho de folk horror y El faro es horror cósmico muy
lovecraftiano. Próximamente Eggers estrenará su propia versión de Nosferatu.
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La bruja |
También de esta reciente racha de terror
artístico podemos mencionar otra adaptación de Carmilla (2019)
dirigida por Emily Harris. A diferencia de otras adaptaciones que
explotaban con morbo el lesbianismo vampírico, ésta se caracteriza por ser una
historia romántica, trágica a la vez que siniestra, con los elementos
sobrenaturales muy disimulados. Sobresale su maravillosa fotografía, que emula
la luz de las velas.
Hablando de personas de la diversidad
sexual, un ejemplo poco usual de gótico reciente que no es de horror o siquiera
de suspenso. Se trata de la francesa Retrato de una mujer en llamas
(2019) de Céline Sciamma (n. 1978), que cuenta la trágica historia
de amor entre una joven aristócrata y la artista contratada para pintar su
retrato. El gótico se aprecia en la atmósfera y la ambientación: una casona
antigua, opresiva por las convenciones sociales que reinan en ella; una isla
remota, rodeada de un mar embravecido; las prácticas cuasi brujeriles de las
mujeres del pueblo, entre las que se establece una verdadera sororidad en un
mundo gobernado por hombres; el sentimiento de melancolía que domina en toda la
historia. Es una película hermosísima.
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Retrato de una mujer en llamas |
Por último, pero no menos importante,
quisiera mencionar que el gótico ha encontrado una nueva vida en la televisión.
Las mini-series The Haunting of Hill House (2018), The
Haunting of Bly Manor (2020) y Midnight Mass (2021),
creadas por Mike Flanagan (n. 1978), son ejemplos de gótico sobrenatural
clásico. También podríamos mencionar The Frankenstein Chronicles (2015-207)
y una nueva miniserie de Drácula (2020) de la BBC.
Destaco,
sobre todo, Penny Dreadful (2014-2016), creada por John Logan (n. 1961). Es una obra
exquisita en la que diversos personajes de literatura decimonónica (de las
novelas Drácula, Frankenstein, El retrato de Dorian Grey, El extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde y otros) se unen para enfrentar a
las fuerzas de la oscuridad. Hablé extensamente de esta serie por acá.
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Penny Dreadful |
Es curioso que tanto ese programa como
la película Victor Frankenstein (2015) trasladen a nuestro joven
científico a la Inglaterra Victoriana, en vez de tenerlo en la Suiza del tardío
siglo XVIII, que es donde lo ubica la novela original. También el refrito de El
hombre lobo trasladó la acción al Londres de finales del siglo XIX, cuando
la película original ocurría en una época indeterminada, pero en la que
ciertamente existían ya automóviles y teléfonos (y la capital inglesa no
aparece en lo absoluto). Es decir, ya para estos años tenemos establecido que el
Londres victoriano es el escenario gótico por excelencia.
Después de las dos grandes oleadas de cine gótico, la de Universal y la de Hammer, éste dejó de ser el estilo principal en el que se manifestaba el horror, para convertirse en uno más entre tantos subgéneros. Lo mismo había sucedido con la literatura en las primeras décadas del siglo XX. Pero, como hemos visto, no por eso dejaría de darnos muy gratas sorpresas.
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Le pacte des loupes |
Bueno, pero ¿qué hay del gótico mexicano? ¿Y qué hay de otras formas en las que se expresa el gótico? ¿En qué momento empezaremos a ver morras góticas? ¿En serio hablé sobre Tim Burton y no dije nada sobre Batman? Muchas cosas se quedaron en el tintero. Todo ello tendrá que esperar a las futuras entregas de esta enciclopédica serie. Estén pendientes.
- Gothic Cinema de Xavier Aldana Reyes
- Horror: A Literary History de Xavier Aldana Reyes y otros
- Hammer: The Studio that Dripped Blood (documental)
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