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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

lunes, 26 de junio de 2023

Cómo los nazis aplastaron los derechos trans


Cuando se habla del movimiento por los derechos de la comunidad trans, muchas personas piensan que se trata de algo nuevo, un invento del mundo moderno, ideas extravagantes que no existían en un pasado en el que todo era más simple y puro. Pero la realidad es que siempre han existido personas cuya identidad de género no corresponde a la usualmente asociada a su sexo biológico. A principios del siglo XX ya había no solamente esfuerzos en defensa de las personas trans, sino que en concreto hubo una iniciativa que se desarrolló en Alemania y que fue aplastado por el régimen nazi.

 

Las quemas de libros por parte de los nazis son famosas como un ejemplo supino de la intolerancia ideológica. Bien, pues la primera hoguera se encendió para destruir los libros del Instituto para la Investigación Sexual (Institut für Sexualwissenschaft), la primera institución científica en investigar temas relacionados con la orientación sexual y la identidad de género. De hecho, algunas de las fotografías más famosas de nazis destruyendo libros provienen del asalto contra el Instituto.

 

EL ARCOÍRIS SOBRE BERLÍN


El Instituto fue fundado en 1919 por el médico y filósofo Magnus Hirschfeld, quien era homosexual y judío. Hirschfeld llevaba muchos años en el activismo por los derechos de la comunidad gay y fue un pionero en el estudio de la diversidad sexual humana. En 1897 fundó el Comité Científico Humanitario, que con el lema “justicia a través de la ciencia”, confiaba en que la investigación y divulgación científica sobre la diversidad sexual ayudaría a combatir la hostilidad en su contra. El Comité reunió las firmas de seis mil alemanes ilustres contra una ley que penalizaba la homosexualidad; entre los firmantes estaban Albert Einstein, Herman Hesse, Thomas Mann y Stefan Zweig.

 

En 1904 publicó Berlins Drittes Geschlecht (“El tercer sexo en Berlín”), sobre la vida de las drag queens; y en 1914 vio la luz Die Homosexualität des Mannes und des Weibes (“La homosexualidad en los hombres y mujeres”), un estudio que demostraba que la homosexualidad estaba presente en todas las culturas. También fue un aliado en la lucha por los derechos de las mujeres, incluyendo la descriminalización del aborto, pues, al igual que su amiga, la feminista Helene Stöcker, creía que las causas de las mujeres estaban hermanadas con las de los hombres homosexuales.

 

En 1919, tras el fin de la Primera Guerra Mundial, Hirschfeld coescribió y actuó en el filme Anders als die Andern (“Diferente a los otros”), en donde el actor Conrad Veidt (famoso por El gabinete del Dr. Caligari y El hombre que ríe) interpretó al primer protagonista homosexual importante de la historia del cine (él mismo era gay). Una introducción al inicio de la cinta rezaba: “La persecución de los homosexuales pertenece al mismo triste capítulo de la historia que la persecución de las brujas y los herejes”.

 


Ese mismo año, aprovechando el aire de progresismo que se respiraba en tiempos de la República de Weimar, fundó el Instituto para la Investigación Sexual en Berlín. La organización contaba con personal médico de primer nivel, incluyendo ginecólogos, psiquiatras, endocrinólogos y cirujanos. Allí se daban consultas médicas y psicoterapia, se impartían clases, se celebraban congresos y se realizaban investigaciones de tipo médico, psicológico y etnológico. El Instituto ofrecía también tratamientos contra enfermedades venéreas y el alcoholismo, educación sexual y orientación marital, y acceso a métodos anticonceptivos. Albergaba una biblioteca con miles de volúmenes y archivos, además de un Museo de la Sexualidad. Su lema siguió siendo “justicia a través de la ciencia”.

 

Además de toda esta loable labor, el Instituto fue el primero en estudiar seriamente temas de transexualidad. De hecho, fue Hirschfeld quien acuñó los términos “travesti” y “transexual”, este último en su libro de 1923 Die Intersexuelle Konstitution (“La constitución transexual”). Aunque en un principio él estaba en contra de la cirugía de afirmación de género, sus estudios le revelaron que contribuía a evitar la depresión y el suicidio en sus pacientes, por lo que al final cambió de opinión. También abogaba porque las personas intersexuales escogieran su género, con cirugía si así lo deseaban.

 


El doctor Ludwig Levy-Lenz era el principal cirujano especializado en este tipo de operaciones. Desarrolló diferentes métodos para ajustar los rasgos faciales de sus pacientes a su género, incluyendo técnicas de depilación permanente con rayos X. “Nunca he operado a pacientes más agradecidos” dijo Levy-Lenz en una ocasión. Como era difícil para las personas trans obtener empleo, el mismo instituto les daba trabajos en la recepción, enfermería e intendencia. El Instituto expedía documentos que avalaban su identidad.

 

Fue Levy-Lenz quien operó a Dora Richter, la primera mujer transgénero en recibir una cirugía afirmativa completa (con todo y vaginoplastia) en 1931. También fue éste el lugar donde, poco después se operó Lili Elbe, la tristemente famosa “chica danesa” que no sobrevivió mucho tiempo a sus cirugías.

 

LA SOMBRA DE LA ESVÁSTICA


Sin embargo, no todo era luz; las sombras comenzaban a cernirse sobre Alemania. Ya en 1920 Hirschfeld había sido atacado por una pandilla de nacionalistas, que lo golpearon hasta casi matarlo. El discurso de odio que satanizaba a las personas de la diversidad sexual, y a Hirschfeld en particular, se hizo más y más virulento, apareciendo incluso en la radio y la prensa. Se decía que la homosexualidad era una enfermedad contagiosa que debilitaba a la nación, y que los hombres gays seducían y “convertían” a los jóvenes y niños alemanes, a los que había que proteger a toda costa.

 

Estas nociones fueron parte fundamental de la ideología de los nazis, quienes las llevaron hasta sus últimas consecuencias. Apenas Adolf Hitler fue nombrado Canciller de Alemania en enero 1933, inició una persecución sistémica de todo lo que no fuera una heterosexualidad rígida. Los clubes y bares gays fueron los primeros objetivos. Los partidos conservadores, el Vaticano y las iglesias cristianas elogiaron esta campaña represiva.

 

Así, el 6 de mayo de 1933, apenas unos meses después del ascenso de Hitler, miembros de la Liga de Estudiantes Nacionalsocialistas atacaron el Instituto para la Investigación Sexual, destruyeron todo lo que pudieron y saquearon la biblioteca. Cuatro días más tarde, tras haber unido a su botín otros libros considerados “impuros” por el régimen, se organizó una gran hoguera en la hoy infame Bebelplatz (entonces Opernplatz) de Berlín, en la que fueron quemados alrededor de 20 mil volúmenes.

 


La persecución no se detuvo ahí. Algunos miembros del Instituto se suicidaron, otros fueron asesinados; los que pudieron, huyeron de Alemania, como Levy-Lenz. El mismo Hirschfeld se salvó porque estaba de visita en Suiza durante los ataques; trató de reestablecer el Instituto en Francia, pero fracasó. Murió dos años más tarde, en 1935, habiendo visto destruido el trabajo de toda su vida. 

 

Irónicamente, algunos hombres homosexuales habían formado parte del movimiento nazi en sus primeros años. Compartían con los nazis el racismo, militarismo, antisemitismo y nacionalismo extremo, pero creían que las relaciones románticas entre hombres eran una expresión de vigor viril, a la manera helénica, y no de “decadencia femenil”, como lo veían otros nazis. Estos elementos fueron purgados del movimiento un año después del ascenso al poder de Hitler.

 

Se estima que entre 1933 y 1945 unos cien mil hombres fueron arrestados por cargos de homosexualidad. De ellos, entre cinco y seis mil acabaron en campos de concentración, donde sufrieron una tasa de mortalidad del 60%. Así como los judíos eran identificados con una estrella de David amarilla en sus uniformes, los prisioneros gays eran identificados con un triángulo rosa invertido.

 


Desconocemos el número exacto de travestis y mujeres trans purgadas por el régimen, pues todas esas personas eran catalogadas en la misma categoría que los hombres homosexuales. El régimen nazi simplemente negaba a las personas trans su identidad como tales e hizo nulos los documentos expedidos para ellas por el Instituto. El número exacto de mujeres lesbianas enviadas a campos de concentración es desconocido, pues los nazis no estaban tan interesados en su exterminio; en cambio se les catalogaba como “asociales”.

 

Durante décadas después de la Segunda Guerra Mundial, las personas lgbtq+ no fueron reconocidas como víctimas del nazismo. La homosexualidad siguió siendo ilegal en las dos Alemanias, tanto en el este comunista como en el oeste capitalista (que incluyó a muchos antiguos funcionarios nazis en su gobierno). Se tuvo que esperar hasta la década de los 70, una vez arrancado el moderno movimiento por los derechos de la diversidad sexual, para que empezara a reconocerse a las víctimas del régimen.

 

UNA ADVERTENCIA DESDE EL PASADO

Monumento en memoria de las víctimas del régimen nazi

Parte fundamental del fascismo (del cual el nazismo es un subtipo) es su concepción rígidamente binaria y esencialista del género, que implicaba la imposición violenta de los roles de género tradicionales. Esto llevó a los nazis a perseguir a las personas lgbtq+ y a suprimir las ideas y conocimientos que sostenían la lucha por sus derechos. Esta persecución y la destrucción del Instituto para la Investigación Sexual retrasaron décadas el progreso social y el conocimiento científico.

 

Desde la irrupción del moderno movimiento por los derechos de la diversidad sexual a finales de la década de los 60 se han hecho grandes avances. En particular, puedo notar lo mucho que han cambiado las cosas desde que yo era un adolescente, cuando ser gay o trans era, en el mejor de los casos, objeto de burlas, a nuestros tiempos en los que ya existen leyes que protegen sus derechos, hay una mejor representación mediática y se desarrollan normas sociales que condenan la discriminación y la burla.

 

Pero al mismo tiempo se ha venido dando una reacción furibunda en contra de estos avances, análoga a la reacción nazifascista en los años 30. Mientras se difunden bulos y teorías conspiratorias sobre los supuestos “lobby gay” o “lobby trans”, aumentan los crímenes de odio contra la comunidad lgbtq+. Estados Unidos, como siempre, es el epicentro de los movimientos reaccionarios: los datos nos muestran que entre 2021 y 2022, los actos de violencia política contra la comunidad lgbtq+ aumentaron más del triple; las manifestaciones contra sus derechos se duplicaron, y la presencia de las milicias armadas de extrema derecha en eventos anti-lgtbq+ se triplicaron. El gobernador de Florida, Ron de Santis, se ha vuelto muy popular entre la derecha gringa por sus leyes discriminatorias.

 


No es sólo ahí; en México, que es el segundo país de América Latina en violencia contra la comunidad lgbtq+, los crímenes de odio aumentaron casi un 12% entre 2021 y 2022; en el Reino Unido aumentaron un 32% en el mismo periodo; en España aumentaron un 68% entre 2021 y 2022; en general la violencia contra las personas de la diversidad sexual ha aumentado en toda Europa, la misma que los nazis bañaron de sangre hace menos de un siglo; Brasil, durante el gobierno de Jair Bolsonaro, se convirtió en el país más peligroso para la comunidad lgbtq+, una tendencia que sólo comenzó a revertirse con el regreso al poder de Lula da Silva.

 

Estoy seguro de que cuando comparta esta entrada en redes habrá reacciones burlonas y comentarios aprobando (dizque por joder) las acciones de los nazis contra las personas trans. Vendrán por parte de la gente que, mientras promueve la intolerancia hacia el colectivo lgbtq+, niega que sus posturas los pongan en el mismo equipo de los nazis de antaño. Atacar por un lado y negar por el otro se ha convertido en la estrategia retórica por excelencia del postfascismo contemporáneo.

 

No creo que las cosas lleguen a ponerse tan mal como en tiempos de la Alemania nazi, pero ciertamente es alarmante. Ahora mismo el odio reaccionario está provocando muerte y sufrimiento para muchas personas, y bien puede seguir creciendo. La historia a veces nos da advertencias muy claras. No hay excusa para ignorarlas.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

ya sabia que hasta los nazis debian haber hecho algo bueno alguna vez XD

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