La persona de génerogibre: Sexo, género, naturaleza y cultura - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

viernes, 2 de junio de 2023

La persona de génerogibre: Sexo, género, naturaleza y cultura



Imaginemos una sociedad en la que, si una niña nace rubia, se considera que debe llamarse Buffy y ser porrista. Absurdo, ¿no? Pero síganme el juego. Entonces tenemos a Buffy, una porrista rubia que odia llamarse Buffy y ser porrista. Harta de ser obligada a vivir como una Buffy, ella se pinta el cabello de negro, adopta el nombre de Elvira y decide vivir como gótica. Por supuesto, encuentra mucha hostilidad y resistencia: le dicen que nunca será una Elvira de verdad porque nació con cabello rubio, que aunque se lo pinte de negro, sus genes siempre serán de rubia. ¿O acaso estás negando la ciencia de la genética, Buffy?

 

Qué tonto, pensamos nosotros desde el universo paralelo. Sí, es cierto que sus genes le hacen tener el pelo rubio, eso no lo ponemos en duda. Lo que nos parece que no tiene sentido es que por tener el pelo rubio tenga que llamarse Buffy y vivir como porrista. Excepto que, para las personas de esta cultura imaginaria, así es: el ser una Buffy, una Elvira, una Daria o lo que sea, está determinado por las características físicas con las que naces. Y, como dichas características se originan de forma natural, están convencidos de que esa relación entre el cabello, el nombre y la identidad es igualmente natural, inamovible y eterna.

 

Bueno, ya saben para dónde voy, ¿verdad? Y seguramente, algunos de ustedes, los individuos más sensatos y racionales de la web estarán preparando un argumento para apuntar mi falaz y falsa analogía.

 


“Sé lo que estás pensando, Ego.” me dirán, “Quieres defender a las personas transgénero. Pero no: no puedes comparar la relación que existe entre ser una Buffy y ser rubia, que es algo totalmente arbitrario, con la relación que hay entre ser mujer y ser una hembra de la especie humana, que realmente está determinado por la biología”.

 

Vale, vale, mi analogía fue algo hiperbólica, pero también: la identidad de género es un asunto mucho más profundo y complejo que la simple preferencia por un estilo de vida. Igual recuerden que las analogías no sirven para probar puntos, sino para explicarlos y comprenderlos mejor. Así que les diré, apelando a su racionalidad y buena fe, que lean lo que tengo que decir hoy, porque creo que lo hallarán interesante.

 

Hablemos de la personita de génerogibre. Es un juego de palabras en inglés: gingerbread = pan de gengibre / genderbread = pan de género. ¿Entienden? ¿Eh, eh? Lo siento, el chiste no funciona en español y en inglés tampoco es muy bueno. Como sea, aquí está:


Miren, a lo largo de muchos siglos, en lo que llamamos la “cultura occidental”, la relación entre el género, el sexo, los roles y la identidad ha sido concebida de una forma binaria. Es decir, sólo existen dos opciones: hombre y mujer, lo masculino y lo femenino. Además, también ha sido una concepción rígida y esencialista. Si eres un macho de la especie humana, entonces eres un hombre, eres masculino, haces cosas de hombres y te gustan las mujeres. Si eres una hembra de la especie humana, entonces eres mujer, eres femenina, haces cosas de mujeres y te gustan los hombres.

 

La persona de génerogibre nos sirve para visualizar que las cosas no tienen por qué ser así. Las combinaciones posibles son muchas. Siempre, siempre, SIEMPRE han existido personas que intentan escapar de esta visión tan rígida, pero en el último siglo, y especialmente en las últimas décadas, hemos presenciado cambios sociales que han ido demoliendo poco a poco esa visión en nuestra sociedad.

 

Quizá la primera relación en ser cuestionada fue la que se asumía que existe entre género y expresión. Descubrimos que lo que se considera “femenino” (propio de mujeres) o “masculino” (propio de hombres) varía mucho según la época y la cultura. Venga, alguien dígame cómo explica la biología que el rosa sea considerado un color femenino y el azul un color masculino; o que las faldas son femeninas y los pantalones masculinos; o que los aretes y el cabello largo son propios de las hembras de la especie.

 


Con el tiempo fuimos aceptando que una mujer no tiene por qué sólo hacer cosas consideradas femeninas ni verse o actuar femenina siempre. Desde principios del siglo XX, poco a poco las mujeres fueron entrando en espacios y actividades que durante mucho tiempo fueron exclusivas de hombres. De la misma forma, ha costado mucho trabajo, pero poco a poco se acepta que un hombre puede hacer, o disfrutar o expresar cosas “femeninas”.

 

Luego vino la lucha por la orientación sexual, es decir, “quién te gusta, quién te atrae, de quién te enamoras”. La lucha ha sido larga, dura y a menudo violenta, pero poco a poco se ha ido ganando el reconocimiento de que no por ser hombre te tienen que gustar las mujeres, y de que no por ser mujer te tienen que gustar los hombres. O que también te pueden gustar ambos. O ninguno. O sólo la gente con la que tienes una conexión emocional previa. Se sabe que la aceptación de la diversidad sexual también ha sido distinta en otras épocas y culturas, y que hasta en el mundo animal existen relaciones homosexuales. Así que tampoco la heterosexualidad tenía por qué ser la única opción válida.

 


En fin, digo que ha habido avances, pero la realidad es que también ha habido una furiosa resistencia contra estos cambios. Pero, a pesar de todo, poco a poco llega el momento en que la ley reconoce los derechos de las personas y se vuelve por lo general mal visto expresar puntos de vista discriminatorios.

 

Finalmente, desde inicios de este siglo XXI hemos estado experimentando lo que la revista National Geographic llamó una Revolución del Género. Así como se logró deconstruir la relación, que se pensaba natural y eterna, entre ser hombre, hacer cosas de hombre y que te gusten las mujeres, se empezó a deconstruir la relación, entre la identidad de género y el sexo biológico. Es decir, no por ser un macho humano tienes que ser hombre; no por ser una hembra humana tienes que ser mujer. Es más, puedes ser un poco de ambos. O ninguno.

 


Digo “se empezó”, no porque esta conversación no existiera desde antes. Siempre, siempre, SIEMPRE han existido personas a las que hoy llamaríamos trans. Pero el tema ha saltado al centro del ojo público en décadas recientes. Estamos en un momento de nuestra evolución social en el que se está dando el proceso de divorciar al género (constructo social) del sexo (categoría biológica).

 

Vamos, es que hasta el sexo biológico resultó que no es binario, que existen muchas más combinaciones que XX y XY, y que existen las personas intersexuales, que tienen características sexuales primarias y/o secundarias de ambos sexos en muchas combinaciones.

 

A lo largo de la historia, a las personas intersex se les había asignado a un género u a otro, según tuvieran más rasgos de éste o aquél. Muchas veces, esto incluía mutilarlas para quitarles las características del otro género. Y todo esto se hacía sin importar la biología ni los cromosomas ni nada eso. Porque lo cierto es que en verdad no importa. El afán de encasillar a estas personas en un género o en otro, aunque la biología indicara que no era ninguno de los dos sexos nos demuestra que en realidad nunca había importado. Y si piensan que la existencia de las personas intersex no es relevante porque son muy pocas, tengan en cuenta de que existen tantas de ellas como hay pelirrojos naturales.

 

Hoy las personas intersex piden que se les reconozca como tales, se les permita vivir como hombres, mujeres o ninguna de las dos, según su preferencia.

 


Miren, con el sexo biológico ocurre algo parecido al concepto de “especie” en biología. A lo mejor en la vida cotidiana sabemos a qué nos referimos, pero si tratamos de profundizar y abordar todas sus complejidades, es tremendamente difícil de definir:

 

“La definición de especie como un grupo de individuos capaces de reproducirse entre sí no es fácil de aplicar a organismos que se reproducen única o principalmente de manera asexual. Además, muchas plantas y algunos animales forman híbridos en la naturaleza.”

 

Podemos decir que claramente un perro es un animal de una especie y que un gato es de otra. Sin embargo, hay muchísimos casos limítrofes muy complicados. Sucede que en el árbol de la vida todo es un continuo gradual, no una serie de categorías rígidas e inamovibles. Eso incluye al sexo biológico:

 

“Casi todos en la escuela secundaria aprendieron que, si tienes cromosomas XX, eres una mujer; si tienes XY, eres un hombre. Esta simplificación cansina es útil para enseñar la importancia de los cromosomas, pero traiciona la verdadera naturaleza del sexo biológico. La creencia popular de que tu sexo se deriva únicamente de tu composición cromosómica es incorrecta. La verdad es que tu sexo biológico no está grabado en piedra, sino que es un sistema vivo con potencial de cambio.

 

¿Por qué? Porque el sexo biológico es mucho más complicado que XX o XY (o XXY, o simplemente X). Individuos con cromosomas XX pueden presentar gónadas masculinas. Individuos con cromosomas XY pueden tener ovarios. ¿Cómo? A través de un conjunto de señales genéticas complejas que, en el transcurso del desarrollo humano, comienzan con un pequeño grupo de células llamado primordio bipotencial y un gen llamado SRY.”

 


Conceptos como “especie” y “sexo biológico” son útiles la mayoría del tiempo, pero no deben considerarse monolíticos. Recuerden que la ciencia nos proporciona modelos para entender la realidad; no es la realidad misma. Y si el concepto de “sexo biológico” no es absoluto, mucho menos lo es el de género, que la Organización Mundial de la Salud define como:

 

“El género se refiere a los roles, las características y oportunidades definidos por la sociedad que se consideran apropiados para los hombres, las mujeres, los niños, las niñas y las personas con identidades no binarias. El género es también producto de las relaciones entre las personas y puede reflejar la distribución de poder entre ellas. No es un concepto estático, sino que cambia con el tiempo y del lugar. El género interactúa con el sexo biológico, pero es un concepto distinto.

 

Las personas trans no están enfermas ni locas, su identidad no es una perversión, sino simplemente la expresión de una realidad: que el género y el sexo no son lo mismo, y que la relación entre ambos depende de factores sociales, culturales y personales. El hecho de que diversas culturas a lo largo de la historia y de la geografía hayan reconocido la existencia de otros géneros más allá del binario lo demuestra. El binario no es lo natural, sino una imposición que ha orillado a muchas personas a través de los siglos a ocultarse y ser infelices o arriesgarse a la marginación y la violencia. 

 


Como ven, las personas trans y sus aliados no negamos la ciencia, la naturaleza o la biología. De hecho, comprendemos sus complejidades mucho mejor que las personas transodiantes. Ya lo dice la revista Science: dejen de usar ciencia chafa para justificar su transfobia:

 

“La ciencia es clara y concluyente: el sexo no es binario, las personas transgénero son reales. Es hora de que reconozcamos esto. Definir la identidad de género de una persona utilizando ‘hechos’ descontextualizados es anticientífico y deshumanizante. La experiencia trans proporciona conocimientos esenciales sobre la ciencia del sexo y demuestra científicamente que los fenómenos poco comunes y atípicos son vitales para un sistema de vida exitoso. Incluso el propio esfuerzo científico es cuantificablemente mejor cuando es más inclusivo y diverso. Entonces, sin importar lo que diga un comentarista, político o troll de Internet, las personas trans son una parte indispensable de nuestra realidad viviente.”

 

Ahora bien, para ser sinceros, por lo que he leído a lo largo de los años, no creo que el sexo biológico esté por completo deslindado de género, expresión y orientación. Creo que es lo que explica el hecho de que la mayoría de los seres humanos seamos cisgénero, nos sintamos atraídos por individuos del otro género y compartamos ciertos rasgos comunes con otros miembros de nuestro mismo género. Incluso entre las culturas que reconocían más de dos géneros, la mayoría de las personas eran hombres o mujeres, y los otros individuos se consideraban seres especiales. Pero no hay que confundir con que algo sea lo estadísticamente más común, y que en realidad existe en un espectro, con leyes universales que no puedan quebrantarse nunca. No porque la mayoría de los humanos seamos diestros significa que ser diestro está bien y ser zurdo es antinatural y está mal.

 

No niego en absoluto la existencia de una naturaleza humana, sólo digo que la historia, la experiencia y las ciencias nos demuestran que es mucho más flexible y maleable de lo que normalmente nos imaginamos. Y creo que la impresionante diversidad en materia de género, sexualidad e identidad es parte de esa naturaleza, y no algo que va en contra de ella. Y es una parte de nuestra naturaleza que no podemos negar sin dañar profundamente a nuestra humanidad misma. 

 


El filósofo Karl Popper decía que una sociedad cerrada cree que sus costumbres, instituciones y leyes son como el orden natural: universales, eternas y gobernadas por la divinidad. La sociedad abierta es la que reconoce que todo eso es producto de la historia y de la cultura, que ha evolucionado con el tiempo y que pueden ser cuestionado y modificado.

 

Lo que hoy vivimos no es muy diferente a cuando empezaron a desafiarse los roles tradicionales y la heterosexualidad obligatoria, excepto que quizá la relación entre sexo y género será más difícil de disolver de lo que fue la relación entre género y orientación sexual. Pero igual se trata de darnos cuenta de que lo que por siglos se ha considerado natural y eterno, en realidad es resultado de la evolución histórica de nuestras culturas, y que por lo tanto puede ser diferente.

 

El pensamiento conservador, reaccionario, de derechas, tiene el objetivo de regresarnos a la sociedad cerrada, en la que las jerarquías tradicionales se consideraban parte de un orden natural inamovible. Las cosas son de una forma y ocupan un lugar y eso no se cambia. Por eso a los conservadores les altera tanto esta Revolución de Género que, como las anteriores, ha generado una reacción rabiosa que cada vez se radicaliza más. Figuras influyentes y poderosas emiten discursos de odio contra las personas trans, y en Estados Unidos (cuna del pensamiento reaccionario contemporáneo) se está viviendo una oleada de legislaciones que atentan contra sus derechos y libertades.

 

Cartón por Rocío Vidal

Esto era de esperarse de los mochos de siempre, pero incluso algunas personas que en el pasado habrían rechazado la homofobia y el machismo tienen un odio tal por las personas trans que no han tenido empacho en hacer alianzas con reaccionarios e incluso con fascistas (te estoy viendo a ti, tío Richard, y a ti, tía Joan, kedecepción).

 

Yo sé que ni este texto ni ningún otro cambiará la forma de pensar de un tránsfobo furibundo, pues su postura no proviene de la simple irreflexión o la ignorancia accidental, sino de un odio irracional y fanático. Además, de forma típicamente conspiranoica, creen que las instituciones científicas están capturadas por la “agenda queer”, así que nada servirá que las esté citando. Sin embargo, quizá pueda hacer que alguna persona indecisa se replantee sus pensamientos y convicciones. Ultimadamente, ésta es una cuestión que no puede dirimirse con hechos y lógica; requiere de empatía, del reconocimiento de la humanidad en la otra persona, y de su derecho a existir y ser feliz.

 

Para Alex


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2 comentarios:

AM dijo...

¿Y si la idea misma de identidad es ilusoria? ¿Si la identidad no es sino un constructo social que no existe y que no es mas que una idea falsa? Quizás incluso hasta el concepto de tener un nombre propio o pertenecer a una linea familiar puede ser contraproducente. Quizás el hombre natural de Russeau carecía de identidad al ser parte de una celula más pequeña y lo dañino es vivir en sociedades constituidas por millones de miembros. Es decir, la idea exacerbada de identidad propia es lo que conduce a extremos nocivos como los nacionalismos.

AM dijo...

Fe de Errata: Perdón, escribí "hombre natural", quise decir "humano natural".

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