Cuando se habla del movimiento por los derechos de la
comunidad trans, muchas personas piensan que se trata de algo nuevo, un invento
del mundo moderno, ideas extravagantes que no existían en un pasado en el que
todo era más simple y puro. Pero la realidad es que siempre han existido
personas cuya identidad de género no corresponde a la usualmente asociada a su
sexo biológico. A principios del siglo XX ya había no solamente esfuerzos en
defensa de las personas trans, sino que en concreto hubo una iniciativa que
se desarrolló en Alemania y que fue aplastado por el régimen nazi.
Las quemas de libros por parte de los nazis son famosas
como un ejemplo supino de la intolerancia ideológica. Bien, pues la primera
hoguera se encendió para destruir los libros del Instituto para la
Investigación Sexual (Institut für Sexualwissenschaft), la primera
institución científica en investigar temas relacionados con la orientación
sexual y la identidad de género. De hecho, algunas de las fotografías más
famosas de nazis destruyendo libros provienen del asalto contra el Instituto.
EL ARCOÍRIS SOBRE BERLÍN
El Instituto fue fundado en 1919 por el médico y filósofo Magnus
Hirschfeld, quien era homosexual y judío. Hirschfeld llevaba muchos años en
el activismo por los derechos de la comunidad gay y fue un pionero en el
estudio de la diversidad sexual humana. En 1897 fundó el Comité Científico
Humanitario, que con el lema “justicia a través de la ciencia”,
confiaba en que la investigación y divulgación científica sobre la diversidad
sexual ayudaría a combatir la hostilidad en su contra. El Comité reunió las
firmas de seis mil alemanes ilustres contra una ley que penalizaba la
homosexualidad; entre los firmantes estaban Albert Einstein, Herman Hesse,
Thomas Mann y Stefan Zweig.
En 1904 publicó Berlins Drittes Geschlecht (“El
tercer sexo en Berlín”), sobre la vida de las drag queens; y en 1914 vio
la luz Die Homosexualität des Mannes und des Weibes (“La homosexualidad
en los hombres y mujeres”), un estudio que demostraba que la homosexualidad
estaba presente en todas las culturas. También fue un aliado en la lucha por
los derechos de las mujeres, incluyendo la descriminalización del aborto,
pues, al igual que su amiga, la feminista Helene Stöcker, creía que las
causas de las mujeres estaban hermanadas con las de los hombres homosexuales.
En 1919, tras el fin de la Primera Guerra Mundial, Hirschfeld
coescribió y actuó en el filme Anders als die Andern (“Diferente
a los otros”), en donde el actor Conrad Veidt (famoso por El gabinete
del Dr. Caligari y El hombre que ríe) interpretó al primer protagonista
homosexual importante de la historia del cine (él mismo era gay). Una
introducción al inicio de la cinta rezaba: “La persecución de los homosexuales
pertenece al mismo triste capítulo de la historia que la persecución de las
brujas y los herejes”.
Ese mismo año, aprovechando el aire de progresismo que se
respiraba en tiempos de la República de Weimar, fundó el Instituto para
la Investigación Sexual en Berlín. La organización contaba con personal
médico de primer nivel, incluyendo ginecólogos, psiquiatras, endocrinólogos
y cirujanos. Allí se daban consultas médicas y psicoterapia, se impartían
clases, se celebraban congresos y se realizaban investigaciones de tipo médico,
psicológico y etnológico. El Instituto ofrecía también tratamientos contra
enfermedades venéreas y el alcoholismo, educación sexual y orientación marital,
y acceso a métodos anticonceptivos. Albergaba una biblioteca con miles de
volúmenes y archivos, además de un Museo de la Sexualidad. Su lema siguió
siendo “justicia a través de la ciencia”.
Además de toda esta loable labor, el Instituto fue el
primero en estudiar seriamente temas de transexualidad. De hecho, fue Hirschfeld
quien acuñó los términos “travesti” y “transexual”, este último en su libro de
1923 Die Intersexuelle Konstitution (“La constitución transexual”). Aunque
en un principio él estaba en contra de la cirugía de afirmación de género, sus
estudios le revelaron que contribuía a evitar la depresión y el suicidio en sus
pacientes, por lo que al final cambió de opinión. También abogaba porque las
personas intersexuales escogieran su género, con cirugía si así lo
deseaban.
El doctor Ludwig Levy-Lenz era el principal cirujano
especializado en este tipo de operaciones. Desarrolló diferentes métodos para
ajustar los rasgos faciales de sus pacientes a su género, incluyendo técnicas
de depilación permanente con rayos X. “Nunca he operado a pacientes más
agradecidos” dijo Levy-Lenz en una ocasión. Como era difícil para las personas
trans obtener empleo, el mismo instituto les daba trabajos en la recepción,
enfermería e intendencia. El Instituto expedía documentos que avalaban su
identidad.
Fue Levy-Lenz quien operó a Dora Richter, la primera
mujer transgénero en recibir una cirugía afirmativa completa (con todo y
vaginoplastia) en 1931. También fue éste el lugar donde, poco después se operó Lili
Elbe, la tristemente famosa “chica danesa” que no sobrevivió mucho tiempo a
sus cirugías.
LA SOMBRA DE LA ESVÁSTICA
Sin embargo, no todo era luz; las sombras comenzaban a
cernirse sobre Alemania. Ya en 1920 Hirschfeld había sido atacado por una
pandilla de nacionalistas, que lo golpearon hasta casi matarlo. El discurso
de odio que satanizaba a las personas de la diversidad sexual, y a
Hirschfeld en particular, se hizo más y más virulento, apareciendo incluso en
la radio y la prensa. Se decía que la homosexualidad era una enfermedad
contagiosa que debilitaba a la nación, y que los hombres gays seducían y “convertían”
a los jóvenes y niños alemanes, a los que había que proteger a toda costa.
Estas nociones fueron parte fundamental de la ideología de
los nazis, quienes las llevaron hasta sus últimas consecuencias. Apenas Adolf Hitler
fue nombrado Canciller de Alemania en enero 1933, inició una persecución
sistémica de todo lo que no fuera una heterosexualidad rígida. Los clubes y
bares gays fueron los primeros objetivos. Los partidos conservadores, el
Vaticano y las iglesias cristianas elogiaron esta campaña represiva.
Así, el 6 de mayo de 1933, apenas unos meses después del
ascenso de Hitler, miembros de la Liga de Estudiantes Nacionalsocialistas
atacaron el Instituto para la Investigación Sexual, destruyeron todo lo que
pudieron y saquearon la biblioteca. Cuatro días más tarde, tras haber unido a
su botín otros libros considerados “impuros” por el régimen, se organizó una
gran hoguera en la hoy infame Bebelplatz (entonces Opernplatz) de Berlín, en la
que fueron quemados alrededor de 20 mil volúmenes.
La persecución no se detuvo ahí. Algunos miembros del
Instituto se suicidaron, otros fueron asesinados; los que pudieron, huyeron
de Alemania, como Levy-Lenz. El mismo Hirschfeld se salvó porque estaba de visita en Suiza
durante los ataques; trató de reestablecer el Instituto en Francia, pero
fracasó. Murió dos años más tarde, en 1935, habiendo visto destruido el trabajo de toda su vida.
Irónicamente, algunos hombres homosexuales habían formado
parte del movimiento nazi en sus primeros años. Compartían con los nazis el
racismo, militarismo, antisemitismo y nacionalismo extremo, pero creían que las
relaciones románticas entre hombres eran una expresión de vigor viril, a la
manera helénica, y no de “decadencia femenil”, como lo veían otros nazis. Estos
elementos fueron purgados del movimiento un año después del ascenso al poder de
Hitler.
Se estima que entre 1933 y 1945 unos cien mil hombres fueron
arrestados por cargos de homosexualidad. De ellos, entre cinco y seis mil acabaron
en campos de concentración, donde sufrieron una tasa de mortalidad del 60%.
Así como los judíos eran identificados con una estrella de David amarilla en
sus uniformes, los prisioneros gays eran identificados con un triángulo rosa
invertido.
Desconocemos el número exacto de travestis y mujeres
trans purgadas por el régimen, pues todas esas personas eran catalogadas en
la misma categoría que los hombres homosexuales. El régimen nazi simplemente
negaba a las personas trans su identidad como tales e hizo nulos los documentos
expedidos para ellas por el Instituto. El número exacto de mujeres lesbianas
enviadas a campos de concentración es desconocido, pues los nazis no
estaban tan interesados en su exterminio; en cambio se les catalogaba como “asociales”.
Durante décadas después de la Segunda Guerra Mundial, las
personas lgbtq+ no fueron reconocidas como víctimas del nazismo. La
homosexualidad siguió siendo ilegal en las dos Alemanias, tanto en el este
comunista como en el oeste capitalista (que incluyó a muchos antiguos
funcionarios nazis en su gobierno). Se tuvo que esperar hasta la década de los
70, una vez arrancado el moderno movimiento por los derechos de la diversidad
sexual, para que empezara a reconocerse a las víctimas del régimen.
UNA ADVERTENCIA DESDE EL PASADO
Monumento en memoria de las víctimas del régimen nazi |
Parte fundamental del fascismo (del cual el nazismo es un
subtipo) es su concepción rígidamente binaria y esencialista del género,
que implicaba la imposición violenta de los roles de género tradicionales. Esto
llevó a los nazis a perseguir a las personas lgbtq+ y a suprimir las ideas y conocimientos
que sostenían la lucha por sus derechos. Esta persecución y la destrucción del
Instituto para la Investigación Sexual retrasaron décadas el progreso social
y el conocimiento científico.
Desde la irrupción del moderno movimiento por los derechos
de la diversidad sexual a finales de la década de los 60 se han hecho
grandes avances. En particular, puedo notar lo mucho que han cambiado las cosas
desde que yo era un adolescente, cuando ser gay o trans era, en el mejor de los
casos, objeto de burlas, a nuestros tiempos en los que ya existen leyes que
protegen sus derechos, hay una mejor representación mediática y se desarrollan normas
sociales que condenan la discriminación y la burla.
Pero al mismo tiempo se ha venido dando una reacción
furibunda en contra de estos avances, análoga a la reacción nazifascista en
los años 30. Mientras se difunden bulos y teorías conspiratorias sobre los
supuestos “lobby gay” o “lobby trans”, aumentan los crímenes de odio contra la
comunidad lgbtq+. Estados Unidos, como siempre, es el epicentro de los
movimientos reaccionarios: los
datos nos muestran que entre 2021 y 2022, los actos de violencia política
contra la comunidad lgbtq+ aumentaron más del triple; las manifestaciones
contra sus derechos se duplicaron, y la presencia de las milicias armadas de
extrema derecha en eventos anti-lgtbq+ se triplicaron. El gobernador de
Florida, Ron de Santis, se ha vuelto muy popular entre la derecha gringa
por sus
leyes discriminatorias.
No es sólo ahí; en México, que es el
segundo país de América Latina en violencia contra la comunidad lgbtq+, los
crímenes de odio aumentaron
casi un 12% entre 2021 y 2022; en el Reino Unido aumentaron
un 32% en el mismo periodo; en España aumentaron
un 68% entre 2021 y 2022; en general la violencia contra las personas de la
diversidad sexual ha
aumentado en toda Europa, la misma que los nazis bañaron de sangre hace
menos de un siglo; Brasil, durante el gobierno de Jair Bolsonaro, se
convirtió en el
país más peligroso para la comunidad lgbtq+, una tendencia que sólo comenzó
a revertirse con el regreso al poder de Lula da Silva.
Estoy seguro de que cuando comparta esta entrada en redes habrá
reacciones burlonas y comentarios aprobando (dizque por joder) las acciones de
los nazis contra las personas trans. Vendrán por parte de la gente que,
mientras promueve la intolerancia hacia el colectivo lgbtq+, niega que sus
posturas los pongan en el mismo equipo de los nazis de antaño. Atacar
por un lado y negar por el otro se ha convertido en la estrategia retórica por
excelencia del postfascismo contemporáneo.
No creo que las cosas lleguen a ponerse tan mal como en
tiempos de la Alemania nazi, pero ciertamente es alarmante. Ahora mismo el
odio reaccionario está provocando muerte y sufrimiento para muchas personas,
y bien puede seguir creciendo. La historia a veces nos da advertencias muy
claras. No hay excusa para ignorarlas.
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- La persona de génerogibre: Sexo, género, naturaleza y cultura
- Monstruos y héroes. Historias de horror y resistencia contra el nazismo
- De por qué los gays no son "los verdaderos intolerantes"
Fuentes de referencia y para saber más:
- Scientific American – The Forgotten History of the World’s First Trans Clinic
- Teen Vogue - LGBTQ Institute in Germany Was Burned Down by Nazis
- Magnus Hirschfeld - The Einstein of Sex
- Gender GP - Remembering the Queer and Trans Community During World War II
- Wikipedia – Persecution of Homosexuals in Nazi Germany
- Wikipedia – Transgender People in Nazi Germany
1 comentario:
ya sabia que hasta los nazis debian haber hecho algo bueno alguna vez XD
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