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martes, 1 de agosto de 2023

Mira lo que hiciste, Barry


La semana pasada vi Quantumania. Fue menos mala de lo que me esperaba. Unos días después vi The Flash. Fue peor de lo que esperaba. ¿Por qué tan tarde? Porque soy pobre y no voy al cine. ¿Por qué les haces reseña ahora? Pues porque lo importante no es que les recomiende verlas o no, sino las reflexiones mamalonas que les podamos sacar. Además, la pregunta importante aquí es: ¿significa el fracaso de estas pelis la debacle del cine de superhéroes o el agotamiento del multiverso como artificio narrativo? ¡Vienen spoilers!

 

Les dejo mi reseña rápida de Quantumania en mi perfil de Letterboxd. Aquí vamos a clavarnos con The Flash, que es realmente la importante y la que merece un despotrique completo. Le ha ido muy mal en taquilla y mediocremente en críticas. Creo que lo accidentada de su producción y las expectativas que generó jugaron en su contra. Su estreno se retrasó cinco años, y cuando por fin llegó a las pantallas, ya se había anunciado la restructuración de la franquicia de la que esta cinta forma parte. Durante ese tiempo, su protagonista Ezra Miller se vio envuelto en una serie de escándalos por su conducta errática y violenta, mientras que Warner Bros., otrora uno de los estudios más poderosos de Hollywood, enfrentaba la bancarrota y era comprada por el canal que te ponía pseudodocumentales sobre tiburones gigantes y sirenas.

 

En medio de cancelaciones de proyectos, Warner había decidido seguir adelante con The Flash. En medio de rupturas de contratos con celebridades que habían hecho menos, Warner había decidido rescatar a Ezra Miller. Y en medio del cambio de un Universo DC a otro, el nuevo mandamás James Gunn había dicho que ésta era “una de las mejores películas de superhéroes de la historia”. Ah, y además traían de vuelta al Batman de Michael Keaton. Wow.

 


Y bueno, miren, la película no es taaan mala, si obviamos lo de los efectos visuales (que son absolutamente atroces; después volvemos a ello). Pero está muy lejos de ser el hito histórico que prometían. Y era injusto ponerle esa carga sobre los hombros, vamos.

 

Originalmente, iba a ser una adaptación libre de la ya clásico cómic Flashpoint. Breve resumen: el joven Barry Allen, alias Flash, viaja en el tiempo para tratar de evitar el asesinato de su madre. Lo consigue, pero al volver a su presente se topa con que ha creado una realidad completamente distinta, incluso distópica, en la que los superhumanos de Atlantis y las amazonas de Themyscira están en una guerra de alcances globales que amenaza con destruir al mundo.

 

Entonces Barry se ve ante un dilema moral: éste es el mundo en el que su madre vivió con él durante toda su infancia y adolescencia, pero también es uno que será destruido sin remedio. La única forma de salvar al mundo es sacrificando a su propia madre. El único que puede ayudar a Barry a restablecer la realidad “como debe ser”, es Batman… pero aquí Batman es Thomas Wayne, el padre de Bruce. Resulta que en esta nueva realidad, el ladrón en aquel callejón disparó y mató al pequeño Bruce, así que lógicamente Thomas se volvió Batman, mientras que su esposa Martha… Oigan esto… Martha se volvió el Joker.

 


Pues bueno, ésa es básicamente la historia de Flashpoint. No es muy buena en realidad, pero en aquel entonces DC necesitaba un pretexto para reiniciar la línea del tiempo y lanzar sus Nuevos 52, con versiones rejuvenecidas de sus superhéroes clásicos. En cualquier caso, ya había sido adaptada en un largometraje animado bastante fiel al cómic en cuestión, The Flashpoint Paradox.

 

Entonces la peli de Flash no tenía que ser mucho más que eso, y por ese lado, me parece que lo hicieron bien. Algunas decisiones se me hicieron atinadas, para empezar, que cambiaran la guerra Atlantis vs. Themyscira por la invasión de los kryptonianos encabezados por Zod. Esto permite volver a un momento fundacional de este Universo DC en el cine. Me gustó que Barry regresara no a su presente, sino unos años antes, para encontrarse con una versión más joven de sí mismo que sí hubiera crecido con su madre; y aunque el Barry joven es muy insoportable, me gustó que fuera él quien se convirtiera en el Flash Oscuro, de puro intentar reescribir la historia una y otra vez. Me encantó la introducción de Supergirl, que tiene un papel similar al de Superman en Flashpoint, pero con mucha mejor caracterización y mayor participación.

 

Peeero… Aquí empiezan los problemas. Miren: Flaspoint es una historia sobre viajes en el tiempo que alteran el presente. No es sobre multiversos y realidades paralelas. Barry no viaja por el multiverso conociendo a otras versiones de los héroes de DC. Por eso, años atrás, los fans especulaban que tendríamos a Jeffrey Dean Morgan como Batman, pues él había interpretado a Thomas Wayne en Batman v. Superman, (además de que es un actor querido por sus roles como Comedian en Watchmen y como Negan en The Walking Dead). Eso habría tenido mucho sentido. El mismo Morgan ha dicho que Keaton le quitó el trabajo.

 


En cambio, trajeron a Michael Keaton de regreso como Batman, después de 30 años de que interpretara el papel por última vez. ¿Por qué? ¿Cuál era el chiste? Y miren, que yo amo a Keaton, y me dio mucho gusto de verlo de vuelta, ponerse el traje y salir a patear traseros. Pero fuera de ese fan service, ¿qué aporta a la película? Pudo haber sido exactamente la misma historia con un Thomas interpretado por Morgan.

 

Aunque… por otro lado… Les voy a ser sincero: aunque la idea es original y osada, siempre se me hizo medio estúpido que Thomas se convirtiera en Batman. El chiste del Caballero Oscuro es que ha entrenado toda su vida para convertirse en el perfecto enemigo del crimen, no alguien que empezara esa carrera después de los 30. Y otra cosa: eso de “me voy a convertir en vigilante enmascarado para vengar la muerte de mis padres” es algo que sólo se le ocurriría a un niño de ocho años traumatizado, no a un adulto en pleno uso de sus facultades. Ni hablar de que Martha se vuelva Joker, porque “vio que mataran a su hijo y se volvió loca”; es la clase de imbecilidad que sólo se le ocurre a los escritores de cómics. Estoy hablando de ti, Geoff Johns.

 

Así que ok, te acepto que me cambies a Thomas Wayne por el Batman de Keaton. Incluso te acepto la “explicación” pedorra de que, al cambiar el pasado, por alguna razón Bruce Wayne nació un par de décadas antes y es otra persona completamente distinta. Incluso te acepto el cliché del veterano “retirado y amargado” al que el más joven e idealista convence de volver a la acción.

 


Todo ello es aceptable si nos resignamos de antemano a que ésta va a ser una peli palomera sin mayor pretensión que darnos algunas diversiones para pasar el rato. Porque si empiezas a quererla ver como “una de las mejores películas de superhéroes de la historia”, algo que “va a cambiar el juego para siempre”, entonces su tremenda superficialidad te golpea como un puño enguantado a velocidad supersónica.

 

Volvemos a la pregunta: fuera del fan service, ¿cuál es el punto de traer de vuelta a Michael Keaton? Y quizá me respondan: ¿Tenía que haber un punto? Y no sé, yo creo que sí. Porque siento que, si esto del multiverso va a servir nomás para meter juntas a distintas versiones de personajes ficticios, entonces más vale que hagas algo con ellos.

 

Veamos el ejemplo de Spider-Man: No Way Home. Sí, es un fan service traer a los otros dos anteriores Spideys y a sus respectivos villanos, pero no se queda sólo en eso. La película se dedica explorar interesantes cuestiones: ¿Cómo interactuarían estos personajes? ¿Cómo enfrentaría este Spider-Man este reto? Da al Peter de Tobey Maguire un papel como mentor, y al de Andrew Garfield un pequeño arco de redención. Consagra al Duende Verde de Willem Dafoe como el más grande enemigo del Trepamuros. Y, ultimadamente, explora la cuestión de qué es lo que hace a Spider-Man ser lo que es. Por eso amé la peli y le dediqué un ensayo completo.

 


The Flash no hace realmente nada con Keaton. Todo es: mira el traje original, mira la mansión Wayne, mira la bolsita de risas del Joker, escucha el tema clásico compuesto por Danny Elfman. No trata de reflexionar sobre este personaje. Vamos, ni siquiera explora el asunto de su edad; el hecho de ser un Batman más viejo y experimentado no significa nada, y al poco rato lo tenemos pateando mercenarios rusos y peleando con kryptonianos gracias a la magia del CGI.

 

No explora cómo este Murciélago es diferente al de Ben Affleck, o cómo su mundo es diferente al del moderno Universo DC. Y es que, a pesar de las referencias que no dejan de recordarnos una mucho mejor película que ésta, de hecho éste no es el Batman de 1989. No proviene del universo creado por Tim Burton; es sólo que, por alguna razón sin sentido, los viajes temporales de Barry terminaron por hacerlo tener la cara y edad Michael Keaton. Porque, recuerden, Flashpoint no es una historia multiversal.

 

Al final, la sustitución de Thomas Wayne por Michael Keaton se revela como lo que es: un simple ardid para atraer la atención del público. Esto sí es inclusión forzada, pa’ que vean. Y si la inclusión de Keaton se antoja superficial y carente de significado, el desfile de cameos cerca del final de la película es todavía peor.

 


Los fans de Marvel se habían quejado de que los Illuminati en Dr. Strange in the Multiverse of Madness no habían aportado nada a la trama. Pero no es del todo cierto; por lo menos interactúan con el protagonista, sirven como obstáculo momentáneo, proveen algo de información importante, dan una prueba de lo que pasaría si la Bruja Escarlata se enfrentara a los otros Avengers, y contribuyen a desarrollar uno de los temas principales de la película, que es que la arrogancia y el afán de tener el control de todo llevan a la destrucción.

 

Estos cameos de The Flash, sí que son completamente vacuos. Literalmente están ahí para decir “Hey, están ahí”. Supuestamente aparecen para mostrar que las acciones del Barry joven estaban destruyendo el multiverso, pero… ¿por qué? ¿No había dicho Batman que al cambiar el pasado se creaba el multiverso? Pues nada, es que lo que debía mostrar es que lo que se estaba destruyendo era el continuo temporal, y el multiverso no debería haber tenido que entrar aquí por ninguna razón. Inclusión forzada, les digo.

 

Pero bueno, si ya iban a meter el multiverso, ¿por qué no darle vuelo a la hilacha? Imaginen que Barry hubiera vuelto a un mundo en el que no sólo Batman fuera Michael Keaton, sino que cada personaje familiar para él se hubiera convertido en otra versión salida de alguna otra de las muchas adaptaciones de DC. Que, por ejemplo, en vez de que Supergirl fuera capturada por unos rusos equis que no nos importan, estuviera en poder de Lex Luthor… pero interpretado por Michael Rosenbaum. Que Barry tratara de localizar a Clark yendo a buscarlo al Daily Planet, pero encontrara a Lois Lane, interpretada por Teri Hatcher. Es más, ya que vamos a jugarle a traer ancianos para interpretar papeles de hace décadas, que Zod fuera Terence Stamp.

 


Qué sé yo. Piensen en grande. ¿Quieren ponerse locos? ¡Pues vamos a ponernos locos! Así podrían haber dicho que las acciones de Barry habían desestabilizado a todo el multiverso, y hasta los cameos del final tendrían sentido… Aunque eso seguiría sin excusar por qué nunca referenciaron el Arrowverse, que ya había adaptado estas líneas argumentales, y mejor.

 

Pero ¿saben? La misma película, tal como es, podría pasar como entretenimiento palomero decentón si no fuera por los efectos visuales. Puchi vida. Son verdaderamente espantosos. Eso y la criminalmente poco creativa forma en la que está representada la Speedforce y las líneas temporales (ese horrible estadio). 


Fíjense que últimamente he estado cachando las series del Arrowverse, que tienen un presupuesto limitado, su producción es bastante molesta, y a menudo los efectos visuales se ven bastante chafas. Aún así, no está tan mal como esta película. La diferencia es que estas series saben lo que tienen, le sacan su mejor provecho, y no tratan de hacer cosas que no pueden. Pero secuencias completas de The Flash dependen por completo de sus efectos visuales y el resultado es tan abominable que causa entre risa, pena ajena y horror existencial.

 


Que salió el director Andy Muschetti a decir que todo se ve como de Playstation 2 a propósito, porque así es como lo ve Barry cuando va corriendo a supervelocidad. Oiesamamada. Acaba de romper el patrañómetro. Sólo las malas condiciones laborales de los artistas de CGI y la prisa que tenían los estudios de estrenar por fin la película explican esta barbaridad. No veo de qué otra forma el ejecutivo de un estudio podría haber visto eso y dado luz verde para su estreno en cines. Sé que es poco probable que pase, porque imagino que Warner ya no querrá invertir un centavo más, pero sí me gustaría que saliera una edición remasterizada que corrigiera nomás el CGI.

 

Se supone que The Flash debía concluir el universo creado por Zack Snyder y ser el punto de partida del nuevo DC que dirigirá James Gunn. Híjole, pues no lo veo así. No funciona muy bien ni como lo uno ni como lo otro. A pesar de compartir reparto con el Snyderverse, tiene un tono y un estilo visual radicalmente distintos, y no se puede decir que dé un digno cierre a nada de lo iniciado por Snyder. Por otro lado, al terminar de la peli nada indica que ahora estemos en el nuevo universo de Gunn. Al final bruce Wayne se ha convertido en George Clooney, pero claramente esto es sólo otra referencia chistosa, como el Superman de Nicholas Cage. Seguramente no será Clooney quien interprete a Batman en el Gunnverse.

 

Para mí los fracasos recientes de DC resaltan que por lo menos Snyder le daba una visión coherente y un sello autoral a su universo, y me hacen congratularme de que el vilipendiado director haya podido completar su corte de Justice League. Ya he dicho que James Gunn no es muy de mi agrado, por sus propios lugares comunes y sentido del humor, pero espero que por lo menos él le dé al nuevo Universo DC la constancia, continuidad y coherencia que necesita para levantarse.

 


Quiero terminar este largo despotrique con una nota positiva. La peli tiene actuaciones de 10. Los tres protagonistas, Ezra Miller, Sasha Calle y Michael Keaton, dan lo mejor de sí. Miller te hace creer sin problemas que está interactuando con su otro yo. Keaton se roba cada escena en la que aparece. La Supergirl de Calle, en particular, es estupenda, y creo que todos la queremos ver de regreso en futuros proyectos.

 

Ahora bien, la racha de fracasos tanto de Marvel como de DC, ¿anuncia el fin del cine de superhéroes? Siento romper el corazón de los cinéfilos mamadores de todo el mundo, pero no. El género ha tenido éxitos críticos y taquilleros recientes: Spider-Man: No Way Home en 2021; Black Panther y The Batman en 2022. Solamente este 2023 vio el triunfo de Across the Spider-Verse y Gardians of the Galaxy Vol. 3.

 

El de superhéroes llegó para quedarse como un género más entre tantos otros. Así como el cine de terror o el de ciencia ficción tienen malas o buenas rachas, pero no por eso desaparecen, siempre tendremos buenas y malas de encapotados. Lo que creo que ya se está acabando, y son buenas noticias, es el dominio incuestionable de este género en la taquilla y las pantallas. Creo que DC y, sobre todo, Marvel se verán obligadas a reducir el volumen de sus estrenos y a planear sus proyectos con mayor cuidado. Y es algo bueno, porque ya se extrañábamos que tanto los estudios como el público apoyen otro tipo de cine, como ha ocurrido precisamente estos días con el doble estreno de Barbie y Oppenheimer.

 


Pero, ¿es el fin del multiverso? Nah. Apenas estamos comenzando. Pienso que los estudios sí dejarán de creer que pueden usar el multiverso como pretexto para meter personajes y actores a lo menso en una sola película y así atraer sin falla a las audiencias. Pero aún tenemos mucho por explorar en cuanto a las posibilidades filosóficas del multiverso como concepto. Everything, Everywhere, All At Once lo demostró hace poco y ya se anunció una secuela. Y la nueva Saga del Multiverso de Marvel sólo está despegando y todavía puede darnos algo divertido.

 

Ahora, que si queremos tener en cuenta lo verdaderamente importante, la pieza de conocimiento trascendental que subyace al centro de todo esto, entonces debemos recordar las siguientes palabras: Blue Beetle, 18 de agosto, sólo en cines.


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