Para Nadia
¡Saludos, habitantes de la Sagrada Línea del Tiempo! He
querido hablar del final de la segunda temporada de Loki desde que
terminó en esa nota tan altísima, pero se me cruzó la semana de exámenes.
Bueno, basta de excusas, vamos a lo que nos concierne. Ah, pero antes quizá
quieras recordar mi
análisis de la primera temporada.
Ok, digámoslo sin rodeos: ¡esto es lo mejor que ha hecho
Marvel desde Endgame! Y sí, esta temporada tuvo sus altibajos, y por
momentos parecía que los personajes corrían de un lado a otro sin un propósito
claro. Pero, como un todo, la serie sobre el Dios de las Mentiras ha sido un
oasis de excelencia en una
larga racha de mediocridad. Cuando inició la nueva etapa del UCM con tres
estupendas series (las otras son WandaVision y esa joyita infravalorada Falcon
and the Winter Soldier) pensé “ah caray, pos si todo va a estar así, vienen
buenos tiempos para Marvel”. Y quedé, quedamos, porque luego se vinieron cosas
desangeladas, formulaicas, olvidables y aburridas.
En gran parte el éxito de Loki se debe a su estupendo
reparto. Lograron armar un pequeño equipo de héroes (que no son súper), muy
carismáticos y que tienen una química fabulosa entre sí, especialmente el Loki
de Tom Hiddleston y el Mobius de Owen Wilson. Actorazos de primer nivel.
Ah, pero ustedes no vienen a que les diga “el diseño de
producción es maravilloso” y esas cosas que podría decir cualquier reseñista enLetterboxd. Aquí lo que hacemos es tomar ñoñadas frikis y aplicarles análisis
mamalones para descubrir en ellas lecciones filosóficas sobre la existencia. Vamos,
como hicimos con la primera temporada. Vengan spoilers.
En aquel primer análisis decía yo que la Time Variance Authority
funciona como el aparato de opresión de Kang, conocido como Quien Permanece. La
TVA borra de la existencia líneas temporales enteras, supuestamente en nombre
de un bien mayor, de mantener a salvo la Sagrada Línea Temporal, y bajo la guía
de tres deidades cósmicas omniscientes que algún día traerán la paz universal.
Luego descubrimos que no existen tales deidades sabias y benévolas, sino un
hombre que ha creado toda esa mitología y ese aparato policiaco para mantenerse
en el poder. Kang manipula y engaña, decide qué es lo que debe suceder y qué
no, y condena a trillones de seres a la extinción
Como todos los tiranos, como todos los sistemas
autoritarios, Kang necesita que creamos que su orden es el único posible. Que
si las cosas no son cómo ellos deciden, vendrá el caos y la destrucción.
Curiosamente, quienes te dicen eso suelen ser quienes tienen poder y autoridad
dentro de esos órdenes.
Pero, ¿por qué UNA línea temporal sería “sagrada”, y las
demás no? ¿Por qué debería de haber una única forma correcta de existir? ¿Por
qué hemos de pensar que nuestra realidad es tan “sagrada” que para protegerla
deben sacrificarse todas las otras? Y, en todo caso, ¿por qué debería tener una
sola persona o una sola institución decidir todo esto?
La segunda temporada continúa expande esos temas. Se
plantean varias oposiciones: determinismo vs libre albedrío, libertad vs
seguridad, orden vs caos, unicidad vs multiplicidad y reforma vs revolución.
Nuestro héroe, Loki, se debate entre estos binarios constantemente y esos
dilemas marcan su crecimiento como personaje.
Loki está convencido de la necesidad de reformar a la TVA,
mientras que Sylvie opina que hay que destruirla por completo. Por ahí del
capítulo 4 (el antepenúltimo), parecía que la serie se inclinaría por el
reformismo tibio, que ha sido la postura de Marvel en general. Me sorprendió
cuando el capítulo final encuentra una solución intermedia.
Loki, en un principio, intentaba de todo para salvar tanto
el Telar Temporal como las múltiples líneas temporales del Multiverso. Pasó
literalmente siglos en un bucle temporal para aprender la ciencia necesaria y
poder expandir el Telar. Pero después de todo ese esfuerzo, no tarda en descubrir
la verdad: no importa cuánto amplíes un sistema que está diseñado para permitir
una sola realidad. Sólo se puede destruir. Así, el Telar tiene que desaparecer
para que la infinidad de mundos pueda crecer y prosperar.
Pero al mismo tiempo, la TVA no desaparece, sino que se
transforma. Al principio era una institución opresiva y autoritaria que seguía
ciegamente las órdenes de un tirano, y estaba formada por individuos que
realmente no tenían más alternativa. Al final se convierte en un cuerpo de
voluntarios que están ahí por decisión propia, encargados no ya de impedir la
diversidad de mundos sino de protegerla contra las variantes de ese mismo
tirano al que antes servían. Incluso su estructura pasó de ser jerárquica y
autoritaria, a ser algo más horizontal, en donde las decisiones se toman de
forma asamblearia.
Finalmente, aunque no de forma explícita, Loki adopta
la respuesta de la filosofía existencialista. Filósofos como Jean-Paul Sartre y
Albert Camus nos decían que la vida que la vida no tiene un significado
intrínseco; que cada quien debe escoger y construir el sentido de su propia
existencia. Ni tu destino ni tu esencia están fijados de antemano. Loki no está
condenado a ser un villano ni un fracaso. Los miembros de la TVA no están
condenados a ser agentes de la opresión. Ni siquiera Victor Timely está
condenado a convertirse en Kang.
En los tres últimos capítulos Loki tiene algunas
conversaciones con los otros personajes que resultan muy significativas para la
serie. Él está sinceramente asustado de la posibilidad de que las líneas
temporales sean destruidas por la invasión de los Kangs del Multiverso; sobre
todo, teme perder a sus amigos. Cree que las advertencias de Quien Permanece
pudieran estar en lo cierto.
Cuando Loki regresa en el tiempo al punto en el que Sylvie
había matado a Kang, éste lo intenta convencer de que sólo tiene dos
alternativas: o mata a Sylvie y lo deja a él en el trono para seguir reinando
con puño de hierro, o vendrá la destrucción de todo lo que conoce.
Pero después, regresa en el tiempo todavía más atrás, a su primera
entrevista con Mobius. Esa conversación le da la respuesta. Él le contó de un
caso en el que había que eliminar a una variante, que resultó ser un niño, y
Mobius no había tenido el valor de hacerlo. Su compañera, Renslayer hizo lo que
tenía que hacer y con eso salvó a la Sagrada Línea del Tiempo. Parecería
entonces que este intercambio daba la razón a Kang y le decía a Loki que
tendría que matar a Sylvie. Pero la respuesta no está en lo que Mobius dice,
sino en todo lo que sabemos que pasó después. Renslayer, quien “hizo lo que
tenía que hacer”, se convierte en una persona rígida e inmisericorde. Mobius,
quien se había negado a “cumplir con su deber”, crece para volverse un hombre
compasivo y magnánimo.
Loki tiene muy claro quién quiere ser y en qué mundo quiere
vivir. Un orden que requiere asesinar a un niño para seguir existiendo no
merece seguir existiendo.
Pero, ¿y si esa libertad sale mal? ¿Y si al derrocar al tirano viene algo peor? Aquí entra algo que había dicho Sylvie: ellos tienen derecho a ser libres, aunque sea para morir peleando. Sartre decía que el éxito no es necesario para la libertad; lo importante es tomar la decisión. Es decir, lo importante no es si logras lo que te propones o no, sino decidir por ti mismo. Un prisionero que intenta escapar puede ser capturado de nuevo o morir en el intento. Pero es libre en cuanto a que la decisión de intentarlo es suya.
Siempre, siempre desconfíen de quien les diga que “así son
las cosas, así siempre han sido, así siempre van a ser”, que la única
alternativa al orden existente es un aterrador escenario de caos y destrucción,
que el destino de cada quien es estar en el lugar en el que está. Quien habla
así, quien piensa así, por lo general, lo quiera o no, lo sepa o no, está
justificando el trono de algún tirano.
Los nerds de Screen Crush me hicieron notar
algo: un tema recurrente a lo largo del MCU post-Endgame ha sido “mata a
tus dioses”, ya sea en sentido literal o metafórico. En Eternals
nuestros héroes se dan cuenta de que su misión en la Tierra era una mentira,
que sus dioses, los Celestials, los habían puesto ahí para asegurar el
nacimiento de uno de ellos. En Thor: Love and Thunder aprendemos que los
dioses de todos los panteones son unos cretinos irredimibles que no se preocupan
en absoluto por los mortales. En Moon Knight los dioses manipulan a los
humanos para sus guerras personales. En Guardians of the Galaxy, Vol 3
el Alto Evolucionario, que es adorado como dios creador en algunos mundos, es
un psicópata eugenista obsesionado con crear una sociedad perfecta.
Muchas veces las personas tienden a seguir ciegamente a sus
propios dioses, ya sean líderes políticos, profetas religiosos o
tecnomillonarios vendehúmos. Estas obras tienen implícito el mensaje de que más
nos conviene deshacerse de ellos, dejar de idolatrarlos y de confiar en que
siempre harán lo mejor para nosotros si les cedemos el poder sobre nuestras vidas.
Y entre todas destaca Loki. Los supuestos dioses eran inexistentes; Kang,
quien se arroga la autoridad de un dios, no es más que un déspota. Y Loki,
quien sí es un dios literal, tiene que asumir un destino muy diferente al de una
deidad que reina incuestionable.
Nuestro querido Odinson ha tenido el arco de personaje más
rico de todo el MCU, a estas alturas superando incluso al de Tony Stark. Si en
su papel como el villano en Avengers aseguraba que la libertad era una
ilusión y que secretamente todos quieren un monarca al cuál seguir y servir, al
final se convierte en un campeón de la libertad.
Loki cumple su glorioso propósito, pero no el que creía que
le estaba destinado, sino el que ha elegido por sí mismo después de su crecimiento
personal. Asciende a un trono, lo que había estado deseando desde su primera
aparición en Thor. Pero ahora asume un lugar no como un dios que rige,
sino uno que posibilita. De hecho, se convierte en un reflejo negativo
de Kang; si Quien Permanece se reserva la libertad para sí mismo y se la niega
a todos los demás. Loki renuncia a su propia libertad para garantizar la de los
otros.
Así, la Línea Sagrada, que debía ser podada constantemente
para asegurar la existencia de una sola realidad, es sustituida por un árbol
(Yggdrasil, el árbol sagrado de la cosmogonía nórdica), que debe ser cultivado
y protegido para asegurar la existencia de múltiples realidades infinitas. Un
mundo en el que caben todos los mundos.
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