Crónica de una Fiesta Pagana - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

miércoles, 7 de mayo de 2008

Crónica de una Fiesta Pagana


Las puertas debían abrirse a las 7:00 PM y el concierto debía empezar a las 9:00, así que pensé presentarme en el centro de convenciones Siglo XXI a las 5:00. Pero hacia las 2:00 me topé en el MSN con un cuate que me dijo que había gente haciendo cola desde las 9:00 AM, por lo que me apresuré a hacer todo lo que tenía que hacer para irme cuanto antes al lugar.


Cuando llegué (como a las 4:00 PM) la cola para pasar a la zona dorada ya le daba la vuelta a dos esquinas. Me enteré de que mi cuate estaría en esa área (él que es pudiente), o sea que yo me quedaría solimán con los pobretones que compramos plateada. Miré a mi alrededor y pensé: "Como lo sospeché: lleno de nerds." Y es que, créanlo o no, los más metaleros de este mundo son los nerds. Pero, ¿quién soy yo para juzgar?


Fui a hacer mi fila para la zona plateada. Había menos gente y el sol no nos pegaba de ese lado. "Jajaja, pendejos." pensé en los que se fueron a dorada. Me eché sobre el pavimento y me jeteé unos minutos, otros estuve jugando con mi celular y así pasaron más de dos horas hasta que abrieron las puertas y pudimos pasar.


En el lugar en el que se hizo la fila, los fanáticos dejaron muchísima basura y desperdicios. Me puse a pensar que era irónico que los fans de un grupo que le ha escrito tantas canciones a la Madre Tierra tuvieran tan poca conciencia ecológica. Pero así suele ser con todos los fanáticos (de música, de religión, o de Star Wars) se fijan mucho en el ruido, pero nada en el contenido.


En fin, entré a la sala donde se realizaría el evento, una bodega enorme en lo absoluto adecuada para un concierto, como me quedó demostrado después, al atestiguar su pésima acústica. El bodegón estaba dividido en dos zonas por un enrejado. Adelante, casi tocándole los huevos a los integrantes de la banda, estaba la zona dorada. Atrás, casi en los baños, estábamos los de plateada. Me tocó un buen lugar para ser zona plateada: entre la muralla que separaban las zonas y su seguro servidr no debía haber más de cinco güeyes y yo alcanzaba a ver el escenario bastante bien.


Para pasar el tiempo de espera, nos entretuvimos en una guerra de "puto" contra los de la zona dorada, que no dejaron de responder a su vez. Poco antes, a la voz de "emo el que no salte" nos habíamos puesto todos a brincar como renacuajos.


Los yucatecos son chaparritos por lo general, pero cada vez que hay un concierto, todo un ejército de cabrones de más de 1.80 salen de sus casas para tapar con sus cabezotas a los que de ordinario pasábamos por altos, pero que en estas situaciones quedamos relegados a hobbits. ¿Dónde están esos jirafones cuando no hay conciertos? Ciertamente no se les ve caminando por la calle en un día normal...


El concierto no tardó mucho en empezar. De hecho, a las 8:30 abrió una banda llamada Brit-no-sé-qué, que no estuvo nada mal. Es más, tocaron un cover de "Zombie" ("In your head") de The Cranberries, muy chingón, que cambiaba la frase "It's the same / old thing / since ninety /sixteen" por "two thousand and one", lo que me pareció muy adecuado. Eso sí, los cuates de la banda no dejaban de decir "calmados, amigos, no empujéis, todos tranquilos", lo que me pareció un poco mojigato para un concierto de metal, pero ni pedo.


A las 10:00 llegó por fin Mägo de Oz, lo que estábamos esperando. La verdad, desde que llegué a hacer la fila y hasta que apareció la banda me había estado cuestionando sobre si había hecho bien en ir. No soy tan fan de Mägo de Oz, conozco sólo como unas 20 canciones de ellos y ni sé cómo se llaman los integrantes de la banda. Además, el boleto había salido caro, sin contar la ajustada playera que me compré a la entrada.


Pero todos esos pensamientos se fueron al carajo en cuanto Mägo empezó a tocar. Sí, conozco pocas canciones, pero las que conozco me gustan mucho. Empecé a oír a Mägo de Oz en tercero de prepa y en ese entonces me pareció muy locochón que una banda combinara metal con flautas y violines (poco después conocí a Rhapsody y a Therion). Después lo seguí escuchando ocasionalmente, sobre todo porque a mi hermano también le gustaba mucho. Pero estando en el concierto, me di cuenta de que había ido para disfrutar de la música de Mägo de una manera en la que no lo había hecho antes.


Un concierto es una experiencia dionisiaca en la que cada uno de nosotros, embriagado de música, cede una parte de su identidad para convertirse en una partícula más del monstruo pluricelular llamado público. Y así fue el concierto de Mägo: fue un alucine, fue realmente estar en trance, sobrecogido, drogado por la música. A esto contribuyó que había muy buena vibra y la raza estaba muy prendida.


La primera canción que tocaron no la conocía, así que no me prendí tanto. La segunda sí, y la mayoría de las que tocaron también. Como todos a mi alrededor saltaban con chapulines, pensé que sería peligroso ponerme a saltar yo también: debe haber alguien con los pies en la tierra porque si los demás pierden el equilibrio todos se van para abajo. Así que mi estrategia fue la siguiente: cuando los demás saltaban, hacía un escudo con mis brazos para evitar que me cayeran encima. Cuando estaban muy cansados de saltar, me paraba de puntitas para ver tocar al banda, que al fin y al cabo fue a lo que había ido.


Pero no pude evitar contagiarme por la emoción báquica y me puse a saltar y a gritar como loco cuando tocaron "Molinos de Viento" una de sus mejores rolas. A partir de entonces me dejé llevar por la emoción (y eso, señores, sin una gota de alcohol, sólo estaba embriagado de música), que llegó a su clímax con "Ranxeira".


A medio concierto los Mägo se fueron a tomar un descanso que decidí aprovechar para ir a la parte de atrás de la bodega y comprar una botella de agua. Una vez ahí noté que se veía tan bien desde atrás como desde mi lugar apretujado contra la valla metálica, así que me quedé en esta nueva ubicación, donde había menos gente y no estaba ese individuo de aspecto morboso que (me pareció) me andaba manoseando.


Tocaron otra de las buenas rolas de antaño, pero no recuerdo cuál. En ese momento estaba pensando "¿Tocarán 'Finis Terra'? No creo. Los arreglos son muy complicados y la rola dura 15 minu..."


-Oh Finis, Oh Terra, Oh Finis, Oh Terra...- orgasmo colectivo.


"Finis Terra" fue la sorpresa de la noche. Nadie se la esperaba. Me desaté, me desgarré la garganta cantando esta canción, que es mi favorita de la banda. Me sé la letra de memoria, porque es la rola que escuchaba para hacer ejercicio (en mis años mozos podía hacer 75 lagartijas en los 15 minutos que duraba la canción).


El concierto terminó con "Fiesta Pagana" y ése sí que fue un momento climático, otro orgasmo colectivo. Ahí sí enloquecí (enloquecimos) cantando y saltando y gritando. Hasta me quité la playera y la giré en el aire. Así hasta que acabo la música y de pronto fuimos regresados a la sobriedad.


Fue un concierto poca-madre, estoy muy contento de haber ido. Mägo de Oz podrá ser una banda que ha chafeado en los últimos años, pero ese concierto fue una experiencia chingonsísima. De regreso a casa, me vine escuchando "Finis Terra" a todo volumen.

3 comentarios:

m. Isaac. V.R. dijo...

Entré al blog para ver si me daba envidia tu experiencia del concierto. Lo lograste. Excepto por la parte de "ninguna gota de alcohol"
Saludos.
M.

Ricardo E. Tatto dijo...

Pienso lo mismo que Isaac, me parece bien que te hayas mamado con la música, eso todos lo entendimos, pero vanagloriarte por hacerlo con cero alcohol no es nada digno de elogio mi querido Mike...

Anónimo dijo...

El concierto fue de lo mejor, yo tampoco me se tantas canciones de Mago de Oz, pero aún así lo disfruté mucho.

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