Es una creencia popular el que los bebés y los niños pequeños son mucho más sensibles que los adultos a las presencias sobrenaturales. Así, no es extraño que los niños sean capaces de ver fantasmas u otras manifestaciones paranormales que los adultos no perciben. O eso dice la gente.
Hace mucho tiempo, cuando mi hijo Alex empezaba a hablar se dio una serie de extraños episodios en nuestra pequeña casa. A veces, cuando estaba yo o mi entonces novia, o ambos, en el cuarto de Alex, mientras él jugaba tranquilamente, de pronto el niño se volvía para señalar la ventana y decir:
"Hay un bebé en la ventana"
Ahora bien, yo me las doy de muy escéptico, pero cuando se me pone en un ambiente apropiado y se me cuentan los relatos adecuados, la luz de la razón me abandona y me convierto en el más supersticioso y cobarde de los hombres. En cuanto escuché por primera vez lo del bebé en la ventana, no pude evitar que me recorriera un escalofrío por la espalda.
Alex, sin embargo, no estaba asustado, y señalaba al bebé en la ventana con la misma tranquilidad con la que señalaría a un perro en la calle.
"¿Estará viendo angelitos?" dijo su mamá, medio en broma.
El enigma se volvió más inquietante cuando el bebé dejó de ser el único que se presentaba en la ventana de Alex. Estando en su habitación de pronto Alex se volvía corriendo hacia nosotros en busca de refugio y decía:
"Me asusta el búho, me asusta el búho."
"¿Qué búho, hijo? ¿Dónde está el búho?"
Y Alex señalaba, aterrado, hacia la ventana.
El búho se convirtió en una pesadilla para Alex y para nosotros. No sabíamos cuándo iba a aparecer de pronto y a espantar al pequeño al grado de hacerlo llorar. Y por supuesto, nunca vimos ningún búho en la ventana, y mucho menos un bebé. ¿Qué estaba pasando?
Lo primero era asegurarse de que Alex supiera lo que es un búho. Por un momento cruzó por mi mente la idea de que Alex se estuviera refiriendo a un fantasma, a los que llamaba "bu". Como las palabras eran muy parecidas, quise cerciorarme.
En una ocasión, viendo Discovery Kids, apareció la imagen de un búho en el bosque y Alex supo reconocerlo como tal. Luego, mi hijo sabía muy bien lo que es un búho. Pero ¿qué búho veía? ¿Por qué decía que el ave y el bebé estaban en la ventana? ¿Por qué el búho lo asustaba tanto y con el bebé no tenía problemas?
Para resolver este misterio hacía falta observación. La siguiente vez que Alex dijo que había un bebé en la ventana puse mucha atención. En efecto, se escuchaba el llanto de un bebé. En ese entonces vivíamos en un edificio de departamentos, cuyas habitaciones daban a una colonia muy ruidosa y pintoresca. El bebé que lloraba era hijo de uno de los vecinos. La mamá y yo no le prestábamos atención al llanto de ese bebé, acostumbrados como estamos a los numerosos ruidos de fondo que se vuelven el soundtrack de la vida cotidiana de quien habita un edificio de departamentos. Es por ello que no nos habíamos fijado de que cuando Alex decía que el bebé estaba en la ventana, era cuando el bebé del vecino lloraba.
¿Pero, por qué lo veía en la ventana? No lo veía en la ventana, decía que el bebé estaba en la ventana, porque lo escuchaba a través de ella. Alex, que aún no manejaba bien el lenguaje, no entendía la diferencia entre lo que veía o escuchaba a través de la ventana y lo que estaba en la ventana misma. De la misma forma que con el bebé, cuando pasaba un auto o ladraba un perro, Alex decía que había un auto o un perro en la ventana.
¿Y el búho? En otra ocasión tuve la oportunidad de escuchar al mentecato búho. En realidad se trataba de una torcasa, una paloma silvestre cuyo ulular se parece mucho al del tecolote. Seguramente todos ustedes oyen torcasas y muchos tipos más de pájaros todos los días, pero acostumbrados a tanto ruido, ya ni les prestan atención. Eso nos pasó a nosotros. Nunca escuchamos el ulular de la torcasa que espantaba a Alex hasta que pusimos toda nuestra atención en ello.
Como con lo del bebé, Alex no quería decir que el búho estuviese en la ventana, sino que lo escuchaba a través de ella. ¿Y por qué lo asustaba tanto? Pues porque relacionaba el ulular de la torcasa con la amenazante imagen del búho, que puede ser aterradora para un pequeño.
Enseñamos a Alex a que no tuviera miedo del búho (tratamos de explicarle que en realidad era una torcasa, pero él se aferraba a la idea de que es un búho el que hace ese ruido), que en vez de temerle, platicara con él. Después, cuando Alex escucha el ulular de una torcasa decía, muy contento "Ahí está el búho. Hola, búho."
Por otro lado, aprendió la diferencia entre lo que está en la ventana y lo que está afuera, en la calle. Desde entonces no tuvimos más problemas con bebés y búhos (aunque todavía lo asustaba el ruido que hacen los camiones al pasar).
No entendemos a los niños (ni a los animales, de quienes también se dice que ven "cosas"). Ellos actúan de formas que no siempre podemos explicar, por ello mucha gente esta dispuesta a atribuir cualquier comportamiento fuera de lo ordinario a causas sobrenaturales. Por eso es que los que dicen que los bebés ven fantasmas no son precisamente psicólogos infantiles, sino comadres chismosas.
Si todos los padres pusieran suficiente atención y mantuvieran la mente fría en vez de apresurarse en saltar a conclusiones ilógicas, estas historias sobre bebés que ven fantasmas quedarían desmentidas.
Para quieran exorcizar los terrores nocturnos, chequen:
7 comentarios:
Gracias por la liga. Deberías mandar esto al Circo del Absurdo.
¡Saludos!
Gracias por la invitación. ¿Cómo le hago?
Envías la dirección de la entrada al correo de la liga de arriba. Más información y detalles, también en esa liga. - P.
Bueno, yo también tengo un hijo (de casi 5 años) y cuando lo mandábamos a su cuarto decía que lo asustaba 'la cabeza'... aunque mi esposa y yo nunca supimos de qué se trataba.
Oye Ego, tu como esceptico ¿Te aventarias a jugar la ouija en una casa embrujada?
Pues, como dije, me las doy de muy escéptico, pero habiendo crecido en Tabasco hay partes muy primitivas de mí que se sugestionan con el escenario adecuado, y a veces hasta me da cosa bajar por un vaso de agua a media noche (mi patio comparte pared con un cementerio).
He jugado la Ouija y he estado en "casas embrujadas", pero nunca he hecho ambas cosas a la vez... Creo que mi curiosidad científica me ganaría y haría el intento, para ver qué sucede...
Exacto! Creo que todo esceptico debe si está en sus posibilidades probar sus creencias, de otra forma sería como solo repetir los argumentos de otros escepticos con mas autoridad y se vuelve un circulo vicioso que no termina de convencer a nadie sobre las inconveniencias del pensamiento magico que sigue predominando mucho en estos días.
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