NOTA: Una versión de este texto, ligeramente distinta, apareció en Voz Abierta después del final de la séptima temporada, con una reseña de la misma.
Este domingo se estrena el último capítulo de la penúltima temporada de Game of Thrones, una de las series más populares y aclamadas de esta “Edad Dorada de la Televisión”. También una de las más polémicas y criticadas, y de las que despierta más mame. Basada en la épica e inconclusa saga literaria de George R.R. Martin, A Song of Ice and Fire, ha sido objeto de muchas discusiones sobre sus diferentes aspectos: su fidelidad a la fuente original, su contenido violento y sexualmente explícito, sus implicaciones ideológicas y morales, su calidad narrativa y su consistencia, etcétera.
Este domingo se estrena el último capítulo de la penúltima temporada de Game of Thrones, una de las series más populares y aclamadas de esta “Edad Dorada de la Televisión”. También una de las más polémicas y criticadas, y de las que despierta más mame. Basada en la épica e inconclusa saga literaria de George R.R. Martin, A Song of Ice and Fire, ha sido objeto de muchas discusiones sobre sus diferentes aspectos: su fidelidad a la fuente original, su contenido violento y sexualmente explícito, sus implicaciones ideológicas y morales, su calidad narrativa y su consistencia, etcétera.
En esta penúltima temporada, una
de las quejas que los fans han manifestado es que se ha perdido verosimilitud:
suceden cosas muy descabelladas, demasiadas coincidencias improbables y
contradicciones con cosas que antes ya se habían establecido. A esto algunos
otros responden que “duh, es una serie de fantasía con dragones y zombis; puede
pasar lo que sea”.
Por otra parte, ha habido quien
desde siempre se ha quejado del exceso de violencia, muertes de personajes
queridos y escenas sexuales innecesarias. Esto lo atribuyen al morbo tanto de
Martin, como de los creadores de la serie y del público cochambroso en busca de
sensacionalismo barato.
A eso responden los apologetas
del show que “duh, es que es realismo, goe; así es la vida y la guerra”. A su
vez, los críticos reviran “duh, qué realismo ni que ocho cuartos; si puedes
decidir que haya zombis y dragones, puedes decidir que no haya tanta pinche
violación”.
Dejando de lado a los unikos y
diffferentes que son del 10% que nunca ha visto GoT y cuyas opiniones no
importan, vamos a subirnos al tren del mame y tratar de aclarar estos puntos, cuáles
son las virtudes y debilidades tanto de los libros como de la serie, y sobre
todo, en qué consiste el ese tan cacareado realismo. Ojo, que voy a tratarlos
como si ya hubieran visto y leído todo.
THE NIGHT IS DARK
AND FULL OF SPOILERS!
AND FULL OF SPOILERS!
Realismo versus verosimilitud
Lo primero es entender las
diferencias entre los conceptos de realismo y verosimilitud. Realismo se
refiere a la fidelidad con la que una obra refleja la realidad del mundo, o
sea, si lo que pasa en la obra coincide con lo que sucede o es posible en el
mundo real.
La verosimilitud se refiere a la
coherencia interna del relato. Por ejemplo, si ha quedado establecido que un
personaje tiene cierta personalidad y motivaciones, no puedes hacerlo actuar de
pronto y sin explicaciones de una manera opuesta. Tiene que haber una lógica
interna.
Una obra puede ser fantástica y
verosímil a la vez si respeta sus propias reglas. Por ejemplo, si ya estableciste
que en tu obra hay vampiros que se mueren con la luz del sol, no puedes sacar
un vampiro a pasear por la playa como si nada.
Existe una complicidad entre el
autor y el lector, en la que este último decide suspender su incredulidad para
disfrutar de una historia que sabe que no es o no puede ser verdad. Pero las
inconsistencias rompen ese contrato tácito; sacan al lector o espectador de la
ilusión en la que se encontraba y con ello le quitan algo del disfrute, lo cual
naturalmente produce cierto enfado.
En general, GoT ha sido bastante congruente
consigo misma, aunque a lo largo de sus ya muchos años, ha tenido momentos muy
bobos que contradicen lo establecido. El problema es que esta última temporada
nos ha dado muchos ejemplos así.
Es cierto que tratándose de una
obra de fantasía es difícil determinar con claridad qué es posible y qué no lo
es. En lo personal pienso que hay mucho nitpicking
mamón. No veo por qué el Rey Helado no podría disparar su lanza mágica a
tal distancia, o por qué los zombis no podrían tener las cadenotas con las que
sacaron al dragón del agua helada (de hecho, ya los habíamos visto asaltar un
puerto, de donde bien las pudieron haber tomado).
Lo que se me hace difícil creer
es que, teniendo esos recursos, los zombis no hayan disparado jabalinas u otros
proyectiles a nuestros héroes atrapados en el islote. Se me hace difícil
aceptar la velocidad a la que se mueve todo mundo en esta temporada, y no
porque yo sepa mucho del vuelo de los cuervos o los dragones, sino porque antes
ya se había establecido que las distancias son enormes y que ir de un lugar a
otro toma mucho tiempo. Y no es que tengan que mostrarnos todos los pormenores
del camino; hay formas inteligentes de hacer elipsis.
En casos como ésos, responder “pues
es que es una obra de fantasía” es una defensa simplona, perezosa y muy
estúpida. Cosas como que Jorah Mormont se curara de lepra incurable con una noche
de exfoliación en el spa de Sam es una estupidez que va más allá de toda
fantasía. Y “pues hay dragones y zombis” no quita que eso sean pendejadas.
En realidad ese tipo de cosas no
más me hace rodar los ojos sin que arruine del todo mi disfrute de la serie; lo
que de veras me irrita es la actitud mamona de “es que es fantasía, goe”,
porque están diciendo que los demás somos unos babosos que no entienden algo
muy básico, cuando en realidad son estas personas las que está actuando como si
no tuvieran criterio.
Lo bueno, lo malo y lo realista
Coincido con muchas de las
críticas que se dirigen tanto a los libros como a la serie. Es cierto que Martin
se mamó metiendo personajes y subtramas que no era posible llevar a ningún lado
(Faegon, por ejemplo, o todo Dorne), complicando innecesariamente la historia
en vez de hacerla avanzar, tomándose tiempos larguísimos para narrarnos que un
personaje llegue del punto A al punto B, empeñado en mostrarnos todo el mundo y
todas las civilizaciones que había creado (muy buen ejercicio de world-building, muy malo de narrativa).
La serie ha tomado muchas veces
la decisión correcta de simplificar eliminando personajes y subtramas, y yendo
al grano. Pero a cambio a menudo ha sacrificado la coherencia interna, dejando
preguntas sin respuesta, haciendo actuar a personajes contra sus características
ya conocidas y contradiciendo lo que ya sabíamos de este mundo imaginario, y
todo para favorecer que la historia avance rápido, o no más por pura rule of cool y fan service.
Lo que tiene de genial la primera
temporada (y el primer libro), es que inicia con un prólogo que te avisa “aquí
va a haber magia”. Luego te sumerge en una historia de intriga política y
suspenso, en un contexto social que intentaba ser un retrato lo más fiel
posible de la Edad Media. Uno sentía que estaba viendo más una obra tipo The Borgias o The
Tudors que una serie genérica de fantasía y aventuras. Al final, te
recuerda que “aquí, además de todo este desmadre, va a haber magia”. En sus
mejores momentos esta saga no es precisamente El Séptimo Sello, pero sí se presenta como algo más sofisticado que,
digamos, Las Crónicas de Narnia.
Desde el punto de vista
narrativo, matar a Ned Stark es brillante, y matar a Robb es dos veces más
brillante: te deja cimbrado el resto de la historia, sabiendo que tus héroes
pueden morir en cualquier momento, y todo el suspenso consecuente es más
fuerte. A su vez, eso es congruente con sus pretensiones de realismo.
Valar morghulis
Pero, ¿cómo se puede hablar de
realismo en una serie en la que hay zombis, dragones, magia, elfos y demás?
Bien, es que precisamente, Martin eligió ser realista en los asuntos humanos, es decir, en la psicología
de los personajes y sus relaciones interpersonales, así como en la dinámica de
las sociedades y en el tipo de acontecimientos que pueden ocurrir.
En efecto, Martin se basa
principalmente en la Edad Media europea para crear el mundo de Westeros, con
sus instituciones, valores, costumbres y creencias. Asimismo, varios
acontecimientos y situaciones están inspirados en diversos hechos históricos. Por
ejemplo, la Guerra de los Cinco Reyes se inspira en la Guerra de las Rosas
(York vs Lancaster; Stark vs Lannister); la Boda Roja se basa en la Cena Negra,
la religión del Dios Rojo es como el zoroastrismo, y la de los Siete es como el
catolicismo; los dothraki son medio mongoles, medio sioux, y así por el estilo…
Pero lo más importante, Game of Thrones abandona una visión
maniquea del bien y el mal típica de la fantasía heroica y en cambio nos
presenta un mundo en el que junto al honor y la moral coexisten la traición y
el abuso, porque los humanos somos capaces de ambos extremos; un mundo en el
que entre los más nobles, como Ned Stark y Ser Barristan Selmy, y los más
perversos psicópatas, como Geoffrey o Ramsay, hay muchas personas capaces de
distintos grados de honor y de vileza.
Creo que a menudo caemos en
interpretaciones simplistas cuando se trata de los contenidos morales de una
obra. Que un autor retrate una sociedad misógina y clasista (como la Edad Media
en la que se basa) no equivale a que la obra sea un vehículo de tales valores,
o que el autor los comparta, o que sea eso lo que público busca. Hay que ir más
allá de “si muestra A, promueve A”.
Martin no niega que existan el
bien y el mal, y deja muy claro que pretende que simpaticemos con los buenos.
Es sólo que los seres humanos somos mucho más complejos que sólo buenos o sólo
malos, y que en la vida real no hay ningún principio metafísico que asegure el
triunfo final del bien.
Basta revisar los libros de
historia para recordar que muchas veces quienes tienen las más nobles causas
fracasan. Algunos héroes tienen muertes indignas (Mahatma Gandhi, Martin Luther
King), otros viven para ver y disfrutar los frutos de su lucha (Nelson Mandela).
Algunos héroes tienen la fortuna de morir como mártires y convertirse en
leyendas (Miguel Hidalgo) y otros viven para transformarse lentamente en villanos
(Porfirio Díaz). Desde un principio, Martin estableció que su mundo sería, en
los asuntos humanos, lo más parecido al mundo real.
Es coherente con esa visión que
los buenos a menudo fracasen y los perversos triunfen, aunque eso obviamente no
es lo deseable. Más aun, eso implica que cuando llegue el triunfo final del
bien -que aunque no lo podemos asegurar en la vida, lo podemos esperar en el
arte-, será todavía más emocionante por lo caro que nos ha costado.
Brincando al tiburón
Esa complejidad moral, esa
sofisticación argumental, ese anclaje al mundo real que poco a poco se va mezclando
con la magia y la aventura, son lo que hace de Game of Thrones una obra ambiciosa (aunque no siempre bien lograda),
y lo que le ha atraído muchos lectores y televidentes.
¿Habrá algunos que sólo se
emocione por las chichis, el gore y los dragones que pelean con zombis? Sí, y
creo que son precisamente ellos los que salen con “¿de qué te quejas? es
fantasía”.
No es que antes todo fuera
perfecto, pero los errores eran más esporádicos, sutiles y fáciles de obviar. La
serie ha tenido sus momentos muy pendejos, que han sido señalados, criticados y
pitorreados puntualmente por los fans. Es sólo que esta última temporada ha
sido pródiga en ellos, junto con las violaciones a la coherencia interna y la sobresimplificación.
La introducción de escenas de
sexo gratuitas en las primeras temporadas siempre fue algo que los fans de los
libros le criticaron a HBO. Es un recurso facilón, tan pueril como otro que
abundado mucho en esta temporada: los rescates de último momento. Éstos casi
siempre son emocionantes, pero van perdiendo efecto conforme más se usan. De
igual forma eso de “todos los buenos mueren”, puede perder fuerza. Si se
exagera en un sentido, la serie se vuelve boba; si se exagera en el otro,
provoca rechazo en el público. A veces la serie ha logrado el equilibrio. Otras
veces, no.
Sí lamento que algo se ha perdido
de las primeras temporadas a las últimas, y sin embargo sigo disfrutando mucho de Game of Thrones, porque está más
emocionante y espectacular que nunca, y se ha convertido en una de mis series
favoritas. Sin duda ha dejado una huella en esta generación, creado escuela,
elevado la barra de lo que podemos esperar de una historia de fantasía, y dado
muchas, pero muchas emociones fuertes. Que al fin y al cabo eso es lo que
buscamos en una buena historia: que nos haga sentir con intensidad.
Más tortazos y fantasía:
2 comentarios:
Tampoco se puede desestimar eso de que es una serie de "fantasía", si bien game of thrones comienza como una especie de obra medieval con algo realismo mágico (es un drama político donde se sugiere que existe la magia pero nadie se inmuta mucho por ella ni tampoco es muy explicado su origen), con el avance de la trama va adoptando la estructura de una obra de fantasía épica más "tradicional", por un lado los caminantes blancos representan al mal por el mal, ellos no tienen el espectro de humanidad que tienen los personajes desarrollados en las primeras temporadas (por ejemplo Cersei, una dictadora completamente amoral y sádica, pero que ama a sus hijos como pocas madres, al menos de ese universo) y por el otro lado el del "bien" lo lideran las dos personas que durante la serie se han mostrado más correctas, si bien Daenerys ha tenido decisiones cuestionables en algunos casos por lo general la justicia la respalda y justifica, Jon Snow ya es otro cantar no quiero exagerar pero creo cualquier personaje de LOTR tiene divagaciones morales más complejas que él. Bueno para no extenderme mucho, diría que si alguien te dice que GOT es una serie de fantasía épica pues en parte sí, lo es hoy más que nunca, aunque no por eso deja de ser una serie genial que ha marcado un hito en la cultura pop, es más siento que aun no somos conscientes del impacto que ha tenido en ella.
En el capitulo uno el gancho fue un zombie a la TWD.
Es lo que queda por 'resolver' en la serie y a los personajes por ahora no les interesa el trono de hierro como tal, solo a Cersei.
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