Diarios de la pandemia es una bitácora de la crisis de Covid-19, una crónica de la realidad a través de la ficción. Esta entrada es del 3 de abril de 2020
¡Saludos, supervivientes! Espero de todo corazón
que ustedes y sus seres queridos se encuentren muy bien, que se estén cuidando
mucho los unos a los otros. Hace muchas semanas que no escribo por acá, debido
a una serie de complicaciones y deberes que culminaron la crisis pandémica que
estamos viviendo ahora. ¡Quién iba a pensar que llegaríamos a tanto! Antes de
que se suspendieran las clases, yo me imaginaba que no sería peor que la de la
AH1N1 de 2009. Y claro, hay mucho que decirse al respecto, como que básicamente
nuestro sistema político, económico y social no estaba listo para nada de esto.
Pero dejaré esas reflexiones para el rato, pues
requieren de algún tiempo más en el horno. En cambio, déjenme que les cuente
que para la pandemia del 2009 hice, por puro humor culero, una lista de recomendaciones
para disfrutar de la cuarentena. También escribí un par de entradas sobre
las teorías conspiranoicas que aparecieron por esos días (parte
1, parte
2); estos textos son dolorosamente actuales, porque no hemos aprendido nada
y seguimos igual de mensos.
En fin, que entre aquellas recomendaciones estaba
la película Epidemia (Outbreak) Estos días de encierro caí en el
lugar común de ver esta película, mientras la pandemia de Covid-19 arrasa con
el mundo. Habría también visto Contagio, pero no está en Netflix; ha
luego la busco en piratería. Entonces, ¿qué tal se sostiene este clásico
thriller de los 90 en tiempos actuales? Bastante bien, de hecho. Veamos…
Primero hay que tener en cuenta que ésta es una
película Hollywoodense y comercialísima. El director Wolfgang Petersen, a quien
recordarán por cosas como La historia sin fin y Troya, no viene
aquí con muchas ambiciones artísticas ni ganas de reinventar el cine. En
cambio, sí que nos ofrece una cinta de suspenso muy bien lograda y entretenida,
con personajes bien escritos e interpretados por excelentes actores.
Era 1995, y antes de la ambiciosa Contagio
de Soderbergh (hasta 2011), dudo que muchos pensaran que simplemente seguir de
forma realista los esfuerzos de científicos y personal de salud para contener
la epidemia fuera suficientemente entretenido. Epidemia resuelve esto introduciendo
una trama secundaria, en la que nuestro héroe, el médico militar Sam Daniels,
interpretado por Dustin Hoffman, tiene que enfrentarse a altos oficiales del
ejército estadounidense que quieren preservar el nuevo virus como arma
biológica. Hay hasta una persecución en helicópteros de combate y toda la cosa.
También para asegurarse de mantener cautivo al
público, Petersen nos presenta a personajes que nos van a importar, con
personalidades, si no muy redondas, por lo menos lo suficientemente distintivas
como para no ser simples caracteres genéricos ni tropos andantes. Además,
construye relaciones entre ellos cuyo desarrollo resulta importante para la
trama.
Eran los 90 y estaba de moda emparejar a hombres
mayores con actrices más jóvenes; en este caso, hay 17 años de diferencia entre
Dustin Hoffman y su coestrella Rene Russo, que interpretan a la pareja heroica.
Al principio de la peli están en el proceso de divorcio, pero él en realidad
todavía la ama, y desde un inicio se nos indica que debemos esperar a que la
crisis los reúna como pareja. No parece la fantasía romántica más sana del
mundo, pero bueh, la época.
Al lograr interesarnos en los personajes y sus
relaciones, el suspenso se hace más efectivo, pues lo que pueda acontecerles a
estos individuos se vuelve importante y cuando están en peligro o hay tensión
entre ellos, lo sentimos. También ayuda a que la película no sea nada más de
señores en trajes herméticos mirando cultivos de Petri por el microscopio. En
un sentido narrativo, la peli está muy eficientemente armada.
Ahora, a lo que nos truje: la epidemia en sí, y qué
mensajes tiene para nosotros en la segunda década del siglo XXI. Primero, el
ficticio virus Motaba está inspirado en el ébola, una de las dos enfermedades
de las que más se hablaba en los 90 (la otra es, claro está, el sida). De
hecho, una epidemia de ébola estaba afectando África central en los tiempos en
que se estrenó la película. Para hacerlo
más interesante, el Motaba se transmite y mata más rápido que su contraparte en
la vida real. También para hacerlo más interesante, nuestros héroes científicos
van a tener que desarrollar, por sí solos, una cura en cuestión de días; así la peli
se puede convertir en una carrera contrarreloj.
Téngase en cuenta que el ébola tuvo su primera vacuna hasta 2019, además de que esa clase de avances es producto de trabajo interdisciplinario y colaborativo entre equipos de científicos a lo largo y ancho del mundo, no algo que pueda hacer Dustin Hoffman en un hospital rural. Y miren que, a diferencia de todos los cuñados opinando en Facebook, yo no soy epidemólogo, y aun así me doy cuenta de que la película no se apega al más estricto rigor científico.
Uno de los errores más notorios de la cinta es el
uso de un monito capuchino como vector del virus. Esos adorables primates son
originarios de América central y del sur; no de África. Eso ya lo sabía yo
cuando vi Epidemia en su tiempo, porque era un niño súper ñoño y veía
Discovery Channel. Siempre me hizo mucho ruido.
Otra cosa medio mamona, pero igual característica
del gringocentrismo de la época, es que para que la epidemia sea interesante
tiene que darse en Estados Unidos. Eso lleva a tener que inventarse una serie
de coincidencias ligeramente forzadas, para que el virus sale directo de una
aldea africana en medio de la nada, a su típico pueblito blanco y suburbano
estadounidense. Y claro, lo que pasa en África como que da un poquito de
lástima, pero que llegue a Estados Unidos es para entrar en pánico. Tampoco el
retrato de los africanos es de lo más halagüeño. Lo usual.
La cinta es medio crítica con el gobierno y el
ejército de los Estados Unidos. Me explico: en ella se deja claro que algunas
personas en las altas esferas de poder están más que dispuestas a sacrificar no
sólo aldeas africanas en medio de la nada, sino a los mismos ciudadanos
estadounidenses, con tal de tener el control exclusivo de un virus con alto
potencial como arma biológica. De hecho, la peli empieza con los gringos
borrando inmisericordemente la aldeíta africana, y no es ésa la única atrocidad
que cometen las fuerzas armadas.
Pero, pero, pero… Se deja en claro que el problema
no son las instituciones del gobierno ni las fuerzas armadas en sí, sino
algunos individuos sin escrúpulos ni corazón, en especial el personaje de
Donald Sutherland, experto en interpretar a esa clase de gente. De las mismas
organizaciones surgen nuestros héroes, que desafían las órdenes de los
superiores para luchar por el bien; mientras que aquellos que estaban
ambivalentes, al final se deciden por hacer lo correcto. Aun así, para la época,
y para ser una película tan comercial, es bastante atrevida en su retrato de
una de las instituciones más sagradas para el patrioterismo gringo.
La peli cumple con el test de Bechdel, pero de
chiripa, en uno o dos momentos en los que el personaje de Rene Russo habla con
su asistente, interpretada por Susan Lee Hoffman (¿sin relación con Dustin?)
sobre temas médicos. Son instantes, y no cuentan mucho, pues realmente el único
personaje femenino importante es el de Russo. En cambio, nos da dos personajes
afroamericanos en roles protagónicos, interpretados por el gran Morgan Freeman
y Cuba Gooding Jr. Esto es, dos negros en oposición a cuatro personajes
principales blancos, que para los 90 es un chingo de representación.
Algunas de las lecciones más importantes que nos
dejó Epidemia con respecto al contagio, y que sería bueno que la gente
hoy tuviera en cuenta, incluyen cómo la irresponsabilidad humana puede echarlo
todo a perder. Para empezar con eso de traficar especies exóticas, que siempre
sale mal. Luego, en no respetar las medidas de básicas de higiene cuando te
sabes enfermo. La escena en que un paciente tose en un cine y sus
de partículas de saliva se dispersan por el aire es una de las más impactantes
y memorables que vi en mi temprana adolescencia (no existía la cultura de
dirigir nuestra baba en aerosol hacia el interior del codo). Yo vi la peli en
video, pero me imagino que el haber visto esa escena en salas, a más de una persona debió haber puesto hipocondriaca o paranoica sobre el estado de salud de sus
vecinos de butaca.
En conclusión, Epidemia es una película muy
de su tiempo, simple y directa en sus conflictos, pero bastante bien construida,
que cumple con su propósito de entretener, emocionar e interesarnos en un tema
del que debíamos haber estado prestando atención desde hace algún tiempo.
Próximamente estaré subiendo más contenido temático para pasar las horas de encierro. Recuerden que ahora pueden leer mis reseñas de películas en Letterboxd y seguir mi cuenta de Instagram, Curiosidades de la Historia, para más entretenimiento pandémico. ¡Salud! ¡Mucha salud!
Más ficción pandémica para reflexionar sobre la realidad que estamos viviendo, en la serie Diarios de la pandemia, donde podrán leer análisis de obras como...
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