El Hombre-Araña y el Once de Septiembre - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

sábado, 11 de septiembre de 2021

El Hombre-Araña y el Once de Septiembre

Texto escrito en 2021 para conmemorar los veinte años de los atentados del 11 de septiembre de 2001


Creo que cualquiera que estuviese consciente el 11 de septiembre de 2001 recuerda dónde se encontraba, qué estaba haciendo y cómo reaccionó cuando supo del atentado terrorista contra el World Trade Center de Nueva York. Pero esta semana se cumplen 20 años de ese suceso y ya existen personas, jóvenes adultos, que no se acuerdan o que de plano nacieron después de que ocurriera.

 

No sé cómo podría transmitir con fidelidad el clima de aquellos días. No teníamos referencias para lo que veíamos a través de las pantallas de televisión más que películas de desastres y ciencia ficción como Día de la Independencia y Godzilla. No sabíamos qué sucedería… ¿Habría más atentados como ése en otras ciudades de Estados Unidos o del mundo? ¿Volvería a ser seguro y normal viajar en avión? Entre la chaviza de aquel entonces, en nuestra ingenuidad, hablábamos de terceras guerras mundiales, y de la posibilidad de que fuéramos a tener que combatir en ellas.



Aunque no pudiéramos comprender todos los alcances del 9/11, algo nos quedaba claro: aquél había sido un evento histórico, algo que marcaría un antes y un después en el devenir del mundo. El futuro no fue como nos lo imaginamos (nunca lo es), pero sí sabíamos que no podría ser igual al pasado. Ese día había nacido el siglo XXI.


En ese entonces yo era un adolescente ñoño comiquero. No poseo muchos ejemplares de colección, de ésos que llegan a valer mucho en el mercado de coleccionistas. Pero entre el puñado que cuento en mi comicoteca está un ejemplar original de The Amazing Spider-Man (Vol. 2) #36, publicado en diciembre de 2001. La portada luce completamente negra, excepto por el título y el código de barras. ¿Por qué? Era el cómic conmemorativo de los atentados terroristas ocurridos tres meses antes. Yo no era de comprar cómics en inglés, pues al ser importados salían mucho más caros que sus contrapartes en español, editadas en México por Grupo Vid. Pero cuando hojeé este ejemplar supe que iba a convertirse en un número histórico, así que estiré el gasto para adquirirlo.

 


Escrito por Michael Stracynski y con arte de John Romita Jr., este cómic del que les voy a platicar hoy no es muy bueno, para ser honestos. Su valor está en que constituye una cápsula del tiempo, una oportunidad para asomarse al clima cultural de los meses que siguieron al 9/11. En ese sentido, es un producto de cultura pop típico de aquel tiempo: cursi, patriotero, ideológicamente simplón. Aunque lo salvan algunos momentos auténticamente conmovedores, ciertas viñetas poderosas y uno que otro mensaje bonito. Vamos a checarlo.

 

El cómic inicia con una página, como la portada, completamente en negro, excepto por unos textos que anuncian “Interrumpimos su programación habitual para traer un boletín especial” y un cuadro de texto que refleja los pensamientos de nuestro amigable vecino el Hombre-Araña: “Sigan el sonido de las sirenas”. Luego viene un impresionante dibujo de doble página que nos muestra que Romita Jr. puede ser un gran artista cuando le echa ganas: Spider-Man contemplando horrorizado el World Trade Center en llamas desde la azotea de un edificio.

 


En la página siguiente vemos a nuestro héroe al nivel del suelo. Al fondo, un edificio está colapsando; multitudes huyen corriendo de una nube de polvo. Una pareja increpa a un confundido Spidey: “¿Dónde estaban? ¿Cómo pudieron dejar que esto pasara?”. Nuestro amigo no tiene una respuesta, sólo puede hacer lo que siempre hace, lanzarse de frente al peligro y ayudar en lo que pueda. Gran poder, gran responsabilidad. Ya saben cómo es eso.

 

Y sí, es difícil pensar que en un universo en el que existen los Vengadores, los Hombres-X y los Cuatro Fantásticos, que cada semana detienen atrocidades de escalas mucho mayores por parte enemigos mucho más poderosos que Al Qaeda. Pero bueno, esto es Marvel, que tiene una tradición de siempre incorporar a su universo la realidad del mundo que nos rodea. No como DC, que prefirió no decir ni pío del asunto en su continuidad regular.

 


La mayor parte del cómic trata de Spider-Man y otros superhéroes asistiendo en las labores de rescate en Ground Zero. Junto a ellos estaban los héroes de la vida real, las personas del departamento de bomberos, de los servicios de salud y de la policía, además de muchos voluntarios que trabajaron horas sin parar, arriesgando la vida y a menudo sacrificándola, para ayudar a las víctimas.


Ésta es la parte conmovedora, la que muestra que, en el corazón humano, ante la adversidad, habrá siempre empatía y solidaridad que llegan al heroísmo, que en situaciones extraordinarias personas normales pueden sacar a los superhéroes que llevan dentro, y que por ello merecen todo nuestra admiración y gratitud. Por esos mismos tiempos, artistas estelares de Marvel y DC colaboraron en la realización de un libro de arte titulado sencillamente Heroes, en el que homenajeaban a esas personas.

 


En retrospectiva resulta triste porque, aunque en el discurso se honró a estas personas, en la realidad su destino fue muy distinto al que merece un héroe. El estar trabajando día y noche entre escombros y nubes de polvo les causó enfermedades pulmonares cuyo tratamiento resultaba muy costoso. Estos héroes quedaron desamparados por el gobierno que los celebraba; los celebraba, sí en lo abstracto, como ideales de valentía y sacrificio, como arquetipos de el bombero, el policía, la enfermera, pero no los ayudaba como personas individuales con necesidades concretas. Y, como a pesar de todo, hemos aprendido muy poco en estas dos décadas, vemos suceder lo mismo con los trabajadores esenciales y los del sector salud en medio de la pandemia de covid-19.

 

En el cómic, como les dije, también hay algunas cosillas un tanto cutres, la verdad. Villanos de Marvel, que incluyen al Doctor Doom, Magneto, Kignpin y Juggernaut, aparecen en la escena, conmovidos hasta las lágrimas ante un acto de maldad que los supera. Y es cuando uno dice “¡Ay, vamos!”. Como si varios de ellos no hubieran hecho cosas mucho peores. Es más, me parece recordar que eso de tirar rascacielos llenos de gente inocente es la clase de cosas que hace Juggernaut con una sonrisa y sin tantita pena. Y bueno, Osama, ya hiciste llorar a Victor, espero que estés contento.

 


En otra viñeta, el autor hace a Spider-Man responder a una narrativa que circuló desde esos días hasta ahora: este ataque era una consecuencia del imperialismo yanqui. Y sí, básicamente lo es, aunque el asunto es más complejo de lo que aparenta. Pero a ello Spidey dice que “nuestra tragedia es mayor que la suma de nuestras agresiones”.

 

Güey, Peter, 'pérate un momento. ¿Disculpa? ¿Eres acaso completamente ignorante de la historia de tu propio país y sus intervenciones en el extranjero? Vamos, trabajas en un periódico. Eso de sacar el desgraciómetro y comparar atrocidades y tragedias humanas es un tanto de mal gusto, pero si a los números de víctimas nos vamos, los crímenes de lesa humanidad cometidos por el intervencionismo yanqui en el mundo superan por mucho a los atentados terroristas del 9/11. Mira, aquí tienes un resumen musicalizado:



Bueno, quiero aclarar, sin embargo, que no es lo mismo reconocer que las causas del terrorismo de Al Qaeda tienen que ver con el imperialismo yanqui, que culpar a las víctimas del atentado. Cuando era un chaval de 16, todo edgy y pendejo como buen adolescente, pensé “se lo merecen los gringos por culeros”. Pero las personas que murieron ese día eran inocentes de las atrocidades cometidas por su gobierno. Es más, podríamos decir que el estadounidense promedio es también víctima del imperialismo, pues el millonario presupuesto de las fuerzas armadas le quita recursos que podrían mejorar su calidad de vida si se invirtieran en salud, educación, seguridad e infraestructura. Las víctimas de atrocidades merecen nuestra compasión y nuestra ayuda, aunque hayan nacido en países cuyos gobiernos sabemos que son criminales.

 

Un tercer momento cutre implica al Capitán América. Spidey lo mira a la distancia y se pregunta qué sería para el veterano soldado tener que vivir para ver suceder esto dos veces. ¿Dos veces? ¿A qué se refiere? Supongo que a la Segunda Guerra Mundial y concretamente al bombardeo japonés contra Pearl Harbor, lo único que puede compararse con el 9/11. Y es una comparación un tanto extraña, pues aunque constituyen los ataques más grandes ocurridos en suelo estadounidense, uno fue un asalto militar contra una base naval, mientras que el otro fue un atentado terrorista contra la población civil.


 

Es raro, pero de hecho era parte del discurso común por aquellos días. El 9/11 era un segundo Pearl Harbor que despertó a un gigante dormido e iniciaría una guerra sin cuartel contra un enemigo malvado. Pero si tras Pearl Harbor vino una gesta heroica contra las Fuerzas del Eje, un enemigo no sólo inequívocamente malvado sino fácil de identificar y definir, tras el 9/11 vino la “guerra contra el terrorismo”, el pretexto que necesitaba el imperialismo americano para reactivarse tras el final de la Guerra Fría.


Vino una invasión contra Afganistán de la que Estados Unidos se acaba de retirar, tras casi 20 años, sin haber conseguido logros evidentes y dejando al talibán de nuevo en el poder. Vino la ilegítima e injustificada invasión a Irak, que desestabilizó al país y dejó el terreno propicio para el surgimiento del Estado Islámico. Vino una década de neoconservadurismo, la normalización de la islamofobia y la creación de un estado de vigilancia y espionaje sin precedentes contra los propios estadounidenses. Vino un clima de violaciones contra los derechos humanos de cualquier sospechoso de terrorismo y de que la ilegal e inmoral prisión de Guantánamo se llenara de inocentes que ni siquiera tuvieron derecho a juicio. Sólo las grandes corporaciones estadounidenses para las que el gobierno trabaja se beneficiaron de estas aventuras imperialistas; no sus ciudadanos ni los ciudadanos de los países “liberados”; no hubo mayor seguridad, ni paz, ni estabilidad en el mundo gracias a esto.


 


En diciembre de 2001 el pueblo estadounidense estaba de luto y asustado. Necesitaba mensajes como los de este cómic, en el que se honraba a los héroes y se aseguraba que estaba unido como nación y que saldría más fuerte que nunca, para construir un mundo en el que algo como esa monstruosidad nunca podría volver a pasar. Eso es comprensible y loable. También lo es que se tomara la molestia de aclarar que el enemigo no era una nación, una raza ni una religión, sino una forma de pensar, el odio, que puede tener también una cara “igual a la tuya”. En cambio, conminaba a la unión de toda la gente buena, sin importar su origen.



Sin embargo, viendo hacia el pasado resulta triste. Hoy en día ese país está más polarizado que hace veinte años, demacrado por las secuelas de una crisis económica, fragmentado por el ascenso de la ultraderecha, arruinado por un gobierno demagógico cuasi fascista y devastado por una pandemia. El odio volvió una y otra vez.

 

A pesar de haber sido creado en un momento de dolor, miedo e incertidumbre extremos, este cómic pertenece a una época más ingenua y sencilla. Los años que siguieron al 9/11 la cultura pop fue, o patriotera y chauvinista, o de franca evasión, pues la crítica a los Estados Unidos, a su gobierno, a su imperialismo, o a su sistema socioeconómico, era vista como poco menos que traición. Recuerden nada más que a los gringos les dio por llamar “freedom fries” a las papas a la francesa, en rencor porque Francia no les quiso apoyar con su guerra en Irak. Tuvieron que pasar unos años para que la ficción superheroica dejara atrás esta etapa de complacencia con el statu quo. Pero eso ya será tema de otras conversaciones.


 

Posdata: Hablando de Spider-Man y el 9/11, no podemos dejar de mencionar la promoción de la primera película de Sam Reimi con Tobey Maguire. Programada para estrenarse en 2002, desde el año anterior habían aparecido un espectacular tráiler en el que aparecía el World Trade Center y un póster en que las Torres Gemelas se reflejaban en los ojos del Arácnido. Ambos fueron retirados después de los ataques, naturalmente. Los dejo aquí para terminar:





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2 comentarios:

Ognimod dijo...

Si no recuerdo mal, también es por eso que la gente atrapada en el teleférico al final de la película le empieza a tirar escombros al Duende Verde para defender a Spidey, diciendo cosas como "¡Si te metes con Spidey te metes con Nueva York! ¡Si te metes con uno te metes con todos!" y así.

Aprovecho para avisarte que Twitter suspendió mi cuenta por "actividad inusual", no llega el mensaje de texto con el código para recuperarla, y el formulario de apelación me exige mi nombre verdadero...

Maik Civeira dijo...

¡Sí, completamente! Igual en la escena del tren en la segunda película. Eso y la omnipresencia de banderas gringas por todas partes delatan el espíritu post-9/11

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