En agosto de
este 2021 WikiLeaks, en asociaciĂłn con cuatro
medios de comunicaciĂłn, revelĂł la existencia de una red de financiamiento y
apoyo entre organizaciones de extrema derecha, que incluye a miembros del
partido polĂtico español Vox y del mexicano Partido AcciĂłn Nacional, asĂ como
organizaciones en ambos paĂses: Hazte OĂr (HO), Yo Influyo, Citizen Go (CG) y
Red Familia. Todas se relacionan de una forma u otra con la secta ultracatĂłlica
El Yunque y cuentan con el financiamiento de personas adineradas de MĂ©xico y
España.
WikiLeaks y sus
medios aliados han titulado a este caso “la red de la intolerancia”. Red,
porque no se trata de organizaciones aisladas que coincidan en la ideologĂa por
casualidad, sino de toda una estructura internacional con presencia en 50
paĂses, que une a distintas organizaciones que tienen los mismos objetivos, intercambian
informaciĂłn y estrategias, reciben financiamiento de las mismas entidades y en
muchas ocasiones comparten miembros.
Reporta Sin Embargo:
‘Mientras que en MĂ©xico el principal aliado polĂtico tanto de El Yunque
como de HO y CG es el PAN, en España es el ultraderechista Vox, luego de que
hubieran roto con el Partido Popular (PP). Los documentos dados a conocer por
Wikileaks revelan una estrecha alianza de personajes españoles y mexicanos que
han hecho crecer a HO y CG. Los integrantes de estas organizaciones se asumen
“cruzados” en una “guerra cultural” contra el progresismo.’
Y más adelante:
‘CG y HO son organizaciones que abiertamente trabajan en un “modelo de
multitudes”, como señalan sus documentos internos. Es decir, sus actividades se
concentran principalmente en colocar entre la poblaciĂłn una agenda
ultrarreligiosa: antiabortista, contraria al matrimonio igualitario, contra la
eutanasia y, a menudo, xenófoba y de nacionalismo exacerbado. Además, aspiran a
hacer cumplir lo que consideran preceptos cristianos en todos los ámbitos de la
vida e imponerlos a toda la sociedad contra cualquier forma de secularismo y
laicismo.’
Por su parte, ContralĂnea nos dice de El Yunque:
‘En España, la asociaciĂłn secreta de origen mexicano basa su estructura
orgánica en cĂ©lulas independientes; sus miembros usan seudĂłnimos y espĂan a
sacerdotes, obispos y movimientos, a los cuales infiltran; usan los métodos del
“choque de carneros”, el conflicto, la polarizaciĂłn, la “contraguerrilla” y las
amenazas. Su objetivo: alcanzar el poder polĂtico para “instaurar el Reino de
Cristo en la tierra”’
Y también:
‘Aunado a ello, miembros del grupo polĂtico Yunque se infiltran en
Ăłrganos directivos de asociaciones y organizaciones “que luchan por la vida,
por la familia o por la libertad de educaciĂłn”, movimientos eclesiales, en
distintos medios de comunicaciĂłn y en grupos polĂticos, y “lo han intentado en
diversos movimientos y en plataformas dirigidas por laicos cristianos, para
desde ahĂ influir en la sociedad”. A travĂ©s del secretismo tambiĂ©n se infiltran
entre gente de la Iglesia.
“Durante años, los miembros del Yunque en España han trabajado
utilizando la energĂa de la gente que trabajaba con ellos sin que Ă©stos
supieran su pertenencia a la organizaciĂłn ‘reservada’ e ignorando sus segundas
intenciones”, señalaba el exyunquista y reconocido ultraconservador.’
Apenas unas
semanas después de estas revelaciones, en septiembre de 2021 un grupo de 14
senadores mexicanos pertenecientes al PAN tuvieron una muy publicitada reuniĂłn
con Santiago Abascal, fundador y lĂder de Vox, para firmar la Carta de Madrid, un “compromiso contra el
comunismo impulsado por el Foro de Sao Paulo”. Bueno, pero ¿cuál comunismo? Ya
hemos hablado de esto, y sabemos que en MĂ©xico el gobierno relativamente
izquierdista que es la 4T está muy lejos del comunismo, y que llamar
“comunista” al Peje es de gente ignorante que no sabe ni papa. Entonces, ¿de
qué se trata?
Bueno, si algo
hemos aprendido de las
estrategias discursivas de la extrema derecha es que utilizan el ardid del
“pánico rojo”. Consiste en lo siguiente: partiendo de que el comunismo
significa miseria y tiranĂa, hacer creer a la gente despistada que ese peligro
está a la vuelta de la esquina. ¿CĂłmo? Pues encarnado en cosas como el
feminismo, los derechos LGBTQ+, el antirracismo, la inmigraciĂłn, la lucha
contra el cambio climático, etcétera. O sea, se trata de hacer creer que
cualquier cosa que se relacione con la izquierda o el progresismo, aunque sea
de lo más tibio y moderado, es un paso más del comunismo para invadir nuestras
vidas y paĂses. AsĂ, una organizaciĂłn de derechas puede atacar los derechos
grupos vulnerables como las mujeres y las personas LGBTQ+, y hacer de cuenta
que no lo hace por intolerante, sino por estar preservando la libertad de las
garras del comunismo.
Si han seguido
mi cobertura del auge de la
ultraderecha en nuestros tiempos, y en particular la
derecha religiosa, nada de esto les tomará por sorpresa.
En enero de 2019
unas amistades me invitaron a colaborar en Plumas AtĂłmicas con un
artĂculo sobre Vox. Ya que quiero tener todos mis textos en este sitio, como
parte de la serie El Invierno Fascista, y además hacĂa falta actualizar la info,
a continuaciĂłn les pego el artĂculo que se publicĂł en ese entonces, que sirve
un poco para entender más acerca de Vox:
VOX: LA VOZ DEL ODIO
El año era 2017;
en diversos paĂses de Europa, partidos polĂticos de derecha y extrema derecha
ganaban elecciones y accedĂan a puestos de gobierno con discursos demagĂłgicos
dirigidos contra la UniĂłn Europea, los migrantes y las agendas progresistas.
Por ese entonces aparecieron varias piezas de opinión y análisis tratando de
explicar por quĂ© el auge de la ultraderecha no habĂa contagiado a España
(pueden ver algunos ejemplos, aquĂ, aquĂ, aquĂ y aquĂ). El problema es que a todos
estos textos les faltĂł añadir una palabra: todavĂa.
Esta nueva ola
de fuerzas polĂticas de ultraderecha difiere incluso de los partidos polĂticos
conservadores a los que nos habĂamos acostumbrado. Su discurso violentamente
reaccionario y sus posturas oscilan entre la demagogia y el fascismo descarado,
con todo y la apologĂa de las dictaduras del pasado, el negacionismo del
Holocausto y la atribuciĂłn de todos los males del mundo a una “conspiraciĂłn
globalista” (es decir, judĂa).
Se alimentan del
descontento de la población, causado por la recesión del 2008 y la pérdida de
legitimidad de las instituciones polĂticas tradicionales, que son vistas como
corruptas e incapaces de resolver los problemas de la gente comĂşn. Satanizan a
los inmigrantes, al feminismo, los colectivos LGBTQ+ y generan discursos de
pánico contra todo el progreso social de las últimas décadas, etiquetado con
nombres que no significan nada, como “ideologĂa de gĂ©nero” o “marxismo
cultural”. En fin, el fenĂłmeno es complejĂsimo y tiene raĂces econĂłmicas,
polĂticas y socioculturales.
Las noticias de
dos nuevos grandes triunfos de la ultraderecha sacudieron al mundo durante el
pasado 2018: el triunfo de Jair Bolsonaro en
Brasil
y la victoria electoral de Vox en AndalucĂa, España. El exmilitar, ahora
presidente del paĂs carioca, ha acaparado los espacios noticiosos, y no es para
menos, teniendo en cuenta que de entre los lĂderes de fascistoides surgidos los
últimos años, él es quien gobierna sobre una mayor población. Pero el caso de
Vox no es para perder de vista.
Registrado por
primera vez en 2013, Vox ha ido sumando a sus filas a miembros de la “derecha
desencantada”, aquellos para quienes que el conservador Partido Popular (PP) no
tenĂa una lĂnea suficientemente dura. Bajo el liderazgo de Santiago Abascal
(nacido en 1976), ha tenido contacto con otros partidos populistas de extrema
derecha del viejo continente.
Después de años
de posicionarse lentamente, el pasado mes de diciembre Vox obtuvo su primera
victoria electoral, en AndalucĂa, donde conquistĂł 12 escaños en el parlamento
gracias al 11% de los votos, convirtiéndose asà en el primer partido de
ultraderecha en llegar al poder en España. Para formar mayorĂa en el parlamento
andaluz, el viejo PP se aliĂł con Vox, siguiendo otra tendencia
internacional: los partidos conservadores desdibujan cada vez más la lĂnea que
los separa de las agrupaciones de ultraderecha. Es lĂnea es la decencia básica,
dirĂa yo.
Además de querer
defender tradiciones “sagradas” españolas, como la tauromaquia y la cacerĂa, (con ese chauvinismo
cultural de defender “lo nuestro” sĂłlo porque es nuestro), y de dirigirse contra las diversas nacionalidades que conforman España, dos
puntos han sido los que Vox ha insistido más: la Ley de Memoria Histórica y la
Ley de Violencia de GĂ©nero.
La Ley de Memoria HistĂłrica tiene el objetivo de
reconocer, y si es posible compensar, a las vĂctimas del rĂ©gimen dictatorial de
Francisco Franco, que gobernó España entre 1939 y 1975, tras hacerse con el
poder gracias al apoyo de la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. AndalucĂa
fue una regiĂłn especialmente golpeada por el terrorismo franquista, que matĂł a
50 mil personas, de las cuales muchas siguen enterradas en cientos de fosas
comunes.
La ley hace
Ă©nfasis en encontrar las fosas, permitir que las familias sepulten a sus seres
queridos, y reconocer la opresiĂłn de las mujeres y las personas LGBTTQ+ durante
la dictadura; incluye la enseñanza sobre los crĂmenes del franquismo en los
programas educativos y prohĂbe el uso de sĂmbolos franquistas y fascistas. Vox
quiere echar todo eso para atrás, con el pretexto de que es una ley
“totalitaria” que favorece a una “izquierda rencorosa”.
Con respecto a
la Ley de Violencia de GĂ©nero, Vox pretende quitar todo
rastro que conceptualice el género como un factor importante en los casos de
violencia. Con el viejo “toda violencia es mala” y “los hombres tambiĂ©n
sufren”, o sea, la clase de argumentos de cualquier cuñado básico, quieren
reducirla a una “ley de violencia intrafamiliar” que no haga menciĂłn del gĂ©nero
como componente fundamental de la misma.
La agenda
antifeminista de Vox incluye perseguir criminalmente las denuncias falsas por
violaciĂłn, quitar al aborto de entre los servicios de salud pĂşblica, retirar la
equidad de gĂ©neros en las listas de los partidos polĂticos, terminar con la
subvención gubernamental a organizaciones que están a favor de los derechos de
la mujer y garantizar la educación segregada por sexos (niños por un lado,
niñas por el otro).
La estrategia de
Vox es copiada al calque de las de otras agrupaciones de extrema derecha.
Obviamente, nadie va a ganar unas elecciones prometiendo meter a todos los
inmigrantes en cámaras de gas. En cambio, buscan primero victorias parciales,
simbĂłlicas. Esconden su discurso xenĂłfobo y racista tras polĂticas concretas
cuyo fin es “proteger las fronteras” o “defender a los ciudadanos nacionales”.
Usan la vieja confiable “ellos son los verdaderos fascistas” contra los
colectivos feministas, LGBTTQ+ o antirracistas, y tachan de “totalitarias” a
cualquier medida encaminada a la protecciĂłn de estos grupos histĂłricamente
vulnerables.
Algunos expertos
han señalado que no puede considerarse a Vox como
fascista
porque, aunque su credo sea de lo más odioso, su forma de obtener el poder ha
sido de acuerdo a las normas democráticas, que no han dado visos de querer
derogar para establecer una dictadura militar. Sin embargo, como bien señala esta pieza de opinión, ello implica adoptar una
definición muy miope de lo que es el fascismo, pues lo reduce a qué tanto
respeta las instituciones de la democracia liberal, dejando de lado los valores
y discursos que promueve.
Si un grupo
admira a los viejos fascistas, si adopta sus sĂmbolos y su discurso, si
pretende atacar a los mismos colectivos que fueron sus vĂctimas, ¿cĂłmo no se
les va a llamar fascistas? Fascistas tĂmidos, pacientes, de a poquito, si se
quiere, pero fachos al fin y al cabo.
AsĂ que… ¿eso
qué nos importa en México? Bueno, pues que esto es un fenómeno internacional,
de tal envergadura que, si la humanidad no se extingue en el prĂłximo medio
siglo, es algo de lo que van a hablar quienes estudien la historia de esta
etapa. Es decir, no podemos asumir que esta oleada que está afectando a todo el
mundo no va a terminar cayendo sobre MĂ©xico, sĂłlo porque actualmente contamos
con un gobierno de izquierda moderada. Hemos de estar alerta y prepararnos ante
cualquier señal de su posible surgimiento, y no esperar que nos tome por
sorpresa.
Agrego que desde
que escribà los párrafos anteriores el partido ha ido creciendo y conquistando puestos de poder. En 2019
logrĂł entrar con 10 diputados en el congreso autonĂłmico de Valencia; metiĂł 24
diputados al congreso nacional español en las elecciones de abril y 52 en las
de noviembre; y además cuatro eurodiputados en el Parlamento Europeo. En este
Ăşltimo hizo alianza con otros partidos europeos de extrema derecha, con lo que
pasó a formar parte del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos. También
hay que añadir que Vox al final rompió con el PP.
Por supuesto,
desde entonces se ha revelado más acerca de Vox y su
polĂtica frente al cambio climático, al cual definen como “tomadura de pelo”
y “estafa” en la que no piensan “malgastar dinero”. Esto sigue el guion de la mayorĂa de las organizaciones de extrema derecha, que niegan la verdad de la
crisis climática que estamos viviendo porque las medidas necesarias para
enfrentarla afectarĂan los intereses corporativos que quieren proteger y las
polĂticas de liberalismo econĂłmico total que quieren implementar. La gente y el
planeta, que se jodan.
Como en todos
los casos en los que grupos de extrema derecha se empoderan en una sociedad, en
España el auge de Vox ha correspondido con un aumento de los crĂmenes de odio (aquĂ
y aquĂ),
en particular contra la comunidad LGBTQ+. El discurso de odio promovido por Vox
funciona como una suerte de “terrorismo
estocástico”; no mandan a nadie directamente a violentar a ninguna persona
en especĂfico, pero se la pasan diciendo que tal grupo de personas es un
problema, una amenaza existencial para la patria o la raza, y esperan a que
alguien lo suficientemente encabronado dĂ© el paso que hacĂa falta. Luego pueden
negar toda responsabilidad y hasta decir “no, nosotros no somos ni racistas ni
homofĂłbicos”.
Caray, si lo
anterior no deja en claro que estamos ante gente muy mala, no queda mucho más
por decir. Mateo Ballester RodrĂguez, catedrático de la Universidad Complutense,
dijo en La
Jornada:
‘El discurso histĂłrico de Vox es un instrumento central para su retĂłrica
de reacción cultural, que también caracteriza a muchos otros partidos de la
nueva derecha radical; el partido Vox no construye un nuevo relato histĂłrico
nacional, sino que básicamente recupera elementos del relato historiográfico
conservador decimonónico, que es a grandes rasgos también el que se impuso en
la España del franquismo.
Mediante esta reivindicaciĂłn de la mentalidad e ideas del pasado, Vox
apela, reforzándola, a una poderosa tendencia social de resentimiento cultural
y rechazo al cambio de valores, que se atribuye a un progresismo culturalmente
hegemónico. Vox ha hecho de la historia, en mucha mayor medida que los demás
partidos polĂticos españoles, un instrumento central de su discurso polĂtico,
tanto para proyectar sus valores, actitudes y proyectos, como para ofrecer una
visiĂłn estigmatizadora de ciertas comunidades culturales y denigrante de sus
adversarios polĂticos.’
A su vez, el
encuentro entre los panistas y Abascal ha provocado una controversia interna en
el partido. Si bien Ă©ste ha sido siempre conservador y ha tenido sus facciones
reaccionarias, la cara más visible ha tratado en los últimos años de
construirse una imagen de “derecha moderna”, democrática y por los derechos
humanos. Algunas de las figuras más señeras y visibles del PAN se deslindaron y
repudiaron el encuentro con Abascal.
Eso ha provocado
que algunos derechistas que ponĂan su confianza en el PAN lo denunciaran por
ser “demasiado tibio” y cobarde ante “la extrema izquierda” que supuestamente
representa Amlo, en vez de aliarse con Vox como deberĂa. El argentino AgustĂn
Laje, una de las figuras más ruidosas de la derecha internacional más analfabeta
y oscurantista, acusĂł que “el
PAN está infiltrado por izquierdistas”. No hay falsedad, por más absurda
que sea, de la que esta gente se refrene, porque siempre tendrán gente lo
suficientemente fanática e ignorante para creerles.
Es que ya hemos
visto esta pelĂcula antes: el ala más reaccionaria de la derecha de un paĂs se
encuentra con que el conservadurismo de siempre no es lo suficientemente
agresivo; en cambio, descubre en una nueva organizaciĂłn, o en un movimiento al
interior del partido de siempre, el camino que habĂa estado esperando. Esta
agrupaciĂłn parece en un principio demasiado marginal, con ideas demasiado ser
escandalosas para tomarse en serio. Pero de pronto se vuelve increĂblemente
popular. Al final el movimiento termina tomando el control del partido
conservador, como sucediĂł con el trumpismo en Estados Unidos, o que la nueva
organizaciĂłn supera a los partidos de siempre. De cualquier forma, el resultado
es el mismo: la ultraderecha termina conquistando el poder y la gente sufre.
¿Es posible que
pase esto en MĂ©xico? Desde que el fenĂłmeno empezĂł a darse en diferentes paĂses
del mundo, he estado al pendiente de lo que pasa en el nuestro, con el temor de
que surja aquĂ un Bolsonaro o un Vox. ¿CĂłmo sucederĂa? ¿SurgirĂa de las filas
del PAN o de algĂşn partido nuevo como intentĂł serlo el PES? ¿SerĂa un personaje
estrafalario como El Bronco? ¿El Frente Nacional por la Familia vivirá para
construir ese escenario, o desaparecerá en el ridĂculo y la irrelevancia, como
hizo FRENA? No es posible saberlo. Viri RĂos, en una columna de El PaĂs,
escribe:
‘Si bien LĂłpez Obrador y su partido son ideolĂłgicamente lejanos al
comunismo, discursivamente sĂ son un partido de izquierda que llama a poner
primero a los pobres y a terminar con “la larga noche neoliberal”. En el
terreno de lo narrativo, LĂłpez Obrador se considera una antĂtesis de Vox y al
conservadurismo como su principal enemigo ideolĂłgico.
Por ahora, la fuerza polĂtica de la derecha en MĂ©xico todavĂa está
contenida. El acercamiento del PAN con Vox y la firma del manifiesto son
infantilismo ideológico. Las derechas mexicana y española están unidas en
luchar contra un monstruo que no existe más que en su imaginario. Morena no es
comunista y en muchos aspectos incluso antitéticos a las izquierdas. Su
Gobierno se ha caracterizado por implementar una austeridad rampante durante la
pandemia, reducir el gasto social con respecto a años anteriores, gastar menos
en los más pobres y rechazar cualquier incremento en impuestos.
Ello no implica, sin embargo, que en el futuro cercano no podamos ver el
surgimiento de una ultraderecha mexicana fuerte y mejor organizada. De surgir,
muy probablemente, su lugar de gestaciĂłn serĂa el PAN con un polĂtico populista
y antiestablecimiento.’
No olvidemos las
raĂces ultraderechistas del Partido AcciĂłn Nacional, con personajes y organizaciones
que simpatizaban con la Alemania Nazi. Hasta Enrique Krauze, un liberal clásico,
si los hay, muy cercano a los gobiernos panistas y enemigo acérrimo de la
izquierda mexicana, ha
tenido en bien recordarnos que:
“El PAN se inspirĂł en Action Française, rancia derecha nacionalista y
antisemita. Su alianza actual con VOX lo devuelve a ese origen detestable”.
Por lo menos desde 2014 se habĂa reportado la apariciĂłn de grupos neonazis en MĂ©xico, coincidiendo con el auge de estas ideologĂas en otros lugares del mundo. Como en otros páises, estos jĂłvenes extremistas tienen una presencia sobre todo en lĂnea, pero tambiĂ©n han brincado a la calle. De nuevo ContralĂnea advierte de vinculaciones de estos grupos con AcciĂłn Nacional:
‘En la entidad [Nuevo LeĂłn] destaca el llamado Grupo San Nicolás,
formado por ilustres panistas, como Zeferino Salgado, exalcalde y actual
militante del PAN a quien llaman el FĂĽhrer, como se conoce popularmente a
Adolfo Hitler.
En reuniones secretas, integrantes del PAN sostienen una ideologĂa basada en la pureza racial, el odio a judĂos, masones, homosexuales o comunistas. Entre sus muy diversos objetivos se encuentra la esterilizaciĂłn de los indĂgenas y la supremacĂa de una doctrina de clase dominante sobre los “dĂ©biles”.
Hace unos meses fue creada la Hermandad Algiz, un grupo supuestamente neonazi que opera en San Nicolás de los Garza y otros municipios del área metropolitana, promueve el nacionalsocialismo, distribuye y pega panfletos contra homosexuales y comunistas bajo la apariencia de defender valores universales: “Nos regimos por el honor, orgullo y lealtad. SĂłlo hay tres cosas que cada n.s. [nacionalsocialista] y ciudadano deben saber: amar a tu paĂs, valorar tu trabajo y valorar y amar a tu familia. Queremos un MĂ©xico sano y puro para las prĂłximas generaciones. Es tiempo de despertar, nuestro paĂs nos necesita” (sic), dice uno de los volantes ilustrado con sĂmbolos nazis.’
Por lo pronto,
en nuestro paĂs han tenido lugar dos acontecimientos recientes a favor del
progreso y que han hecho sulfurar a la reacciĂłn: la aprobaciĂłn del matrimonio
igualitario en Yucatán, y la determinación por parte de la Suprema Corte de
Justicia de que la criminalizaciĂłn del aborto y “la protecciĂłn de la vida desde
su concepciĂłn” son ambas inconstitucionales. Esperemos un futuro con más avances
como éstos y menos reaccionarios intentando llevarnos de regreso a las décadas
más oscuras del siglo pasado.
Este texto forma parte de la serie CrĂłnica de un Invierno Fascista (y de la Resistencia), sobre el auge de la ultraderecha en el mundo y las formas de combatirla. Otros textos incluyen:
4 comentarios:
Me gustarĂa denunciar que en Venezuela se están dando los primeros pasos de algo similar. Se están formando desde hace poco tiempo -unos cuantos años; quizás a más tardar desde 2019- grupos de ultranacionalistas venezolanos que son adoradores de Marcos PĂ©rez JimĂ©nez, un dictador ultranacionalista de los años '50. Algunos son, simultáneamente, adoradores de Renny Otolina, un presentador de televisiĂłn al que consideran su prototipo de liberalista econĂłmico. Por lo menos un grupo se hace llamar "ORDEN"; no sĂ© cĂłmo se llaman los demás. Los entrevistan en la radio y todo, donde dicen cosas como "ni de izquierda ni de derecha" o "la democracia resultĂł ser una mentira" sin que se les vuele un pelo, aparte de todas las mismas barbaridades sobre el feminismo, la "ideologĂa de gĂ©nero", los "valores occidentales tradicionales", los "progres", y todo lo demás. Y los entrevistadores hace años que cayeron en la trampa de creer "hay que dejar que hablen los nazis, no seas malito".
Hasta tienen youtubers y twitteros, como John Patrick Acquaviva, Juan Carlos Sosa AzpĂşrua, uno de apellidos GarcĂa Banchs... que son los que recuerdo ahora mismo.
Quienes los han denunciado, por razones que desconozco, han sido otros derechistas, como "Sifrizuela" o Alejandro Armas. En pĂşblico se viven tirando palos por Twitter o haciendo videos de YouTube DESTRUYENDO AL PROGRE CON DATOS o lo que sea... pero algo me dice que en privado son amigos del alma; no en vano tienen un objetivo comĂşn que es "destruir el comunismo".
Pásalo...
En la torre, y Venezuela es precisamente el terreno perfecto para eso, después de los problemas que ha dejado el chavismo :/
Mi mayor temor no es que el chavismo nunca desaparezca -lo cual es mi segundo mayor temor-, sino que despuĂ©s de Ă©l vengan Ă©sos. Los venezolanos entienden menos de polĂtica que los norteamericanos, y los neoperezjimenistas los tendrĂan comiĂ©ndoles de la mano. Ya hay venezolanos de a pie que veneran a Trump como un mesĂas del anti-izquierdismo y lo proclaman "salvador de la humanidad".
Pregunta: ¿tienes algĂşn e-mail? Yo ya de Twitter nada...
El comentario de Ognimod me hizo recordar como durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos fueron precisamente los migrantes venezolanos y cubanos los principales partidarios latinos de Trump, y los republicanos de Florida no dudaron en usar el viejo truco de «nuestro contendiente es comunista» tal y como dice Ego aquĂ.
Publicar un comentario