No hace mucho tiempo, el cardenal Norberto Rivera declarĂł que el consumo y comercio de drogas es un pecado. Uno se pregunta varias cosas al respecto. En primer lugar, uno quisiera saber si Dios acaba de decidir que eso es pecado o el cardenal se acaba de dar cuenta gracias a una epifanĂa. En segundo lugar uno se pregunta quĂ© drogas son pecaminosas, ¿todas o sĂłlo las ilegales?
Porque el alcohol, el tabaco y la cafeĂna son drogas... ¿Es pecado consumirlos o comerciarlos? Supongamos que el arzobispo se referĂa sĂłlo a las drogas ilegales... ¿quĂ© pasarĂa si las legalizan? ¿DejarĂa de ser pecado consumirlas o comerciar con ellas? En ese caso, ¿lo que Dios declara como pecado depende de lo que es legal o ilegal en el mundo terreno? ¿O seguirán siendo pecado, sin importar que sea legal o no?
Uno podrĂa preguntarse, junto con Miguel de Unamuno, si el bien es bien porque Dios lo dice, o porque es bien en sĂ mismo. En el caso primero, entonces lo que es bueno depende del capricho de la divinidad. En el caso segundo, existirĂa un bien supremo incluso por encima de la divinidad... pero Ă©sos son debrayes que competen a la teologĂa, y lo que querĂa probar aquĂ es que las declaraciones del arzobispo son puros disparates.
Legalizar las drogas
¿Por quĂ© son ilegales ciertas drogas? La respuesta es en apariencia sencilla: son perjudiciales para la salud. Claro que esto no es suficiente motivo, porque comer caca de perro es dañino para la salud y no creo que arrestarĂan a nadie por comer caca de perro (aunque quizá lo llevarĂan con un psiquiatra). El problema con las drogas no es sĂłlo que sean perjucidiales para la salud, sino que son adictivas, y alteran la conducta de quien las consume, a veces de forma peligrosa. Pero ahĂ no se detiene el problema, porque si sĂłlo fuera por lo que he mencionado, nadie las consumirĂa. El verdadero problema con las drogas es que son placenteras, porque ello lleva a las personas a consumirlas, lo que le ocasiona problemas de salud, alteraciones de la conducta y dependencia a la sustancia.
Ahora bien, ¿son en realidad válidas estas razones para prohibir el consumo de ciertas substancias? Hay que analizarlo por partes. Por un lado, cada individuo es (o deberĂa ser) libre para decidir quĂ© hacer con su propio cuerpo y el Estado no deberĂa intervenir de ninguna manera en sus decisiones. Yo creo firmemente en este principio.
Por otro lado, cito a Umberto Eco cuando habla del suicidio. El suicidio es una cuestiĂłn personal, pero cuando hay una epidemia de suicidios, entonces se trata de un problema social y el Estado tiene el derecho y el deber de intervenir para aslvaguardar el bienestar de la sociedad.
Lo mismo se puede aplicarse a las drogas. El consumo es un asunto personal, pero si la drogadicciĂłn se convierte en problema de salud pĂşblica, entonces el Estado tiene derecho a intervenir. DespuĂ©s de todo, el consumo de drogas es perjudicial y una poblaciĂłn drogada o con problemas de salud causados por las drogas levarĂa a otros problemas sociales y harĂa dĂ©bil a una naciĂłn. La pregunta es si la prohibiciĂłn es realmente la forma más inteligente ni la más efectiva en la que el Estado puede intervenir para evitar tales escenarios apocalĂpticos.
El alcohol es una droga. El alcoholismo es un problema social. Luego, el Estado tiene la obligaciĂłn de intervenir. Pero cuando se ha pretendido prohibirlo, como en Estados Unidos en los años 30, la soluciĂłn ha resultado peor que el problema. La prohibiciĂłn en EUA no logrĂł acabar con el consumo de alcohol y sĂ logrĂł hacer que Al Capone se hiciera millonario, murieran muchas personas y se corrompiera el sistema de justicia estadounidense. Quizá el alcohol le costaba la vida a mucha gente cada año, pero durante el tiempo que durĂł la prohibiciĂłn murieron más personas a causa del crimen organizado de las que habrĂan muerto por enfermedades o acidentes relacionados con el alcohol.
DespuĂ©s de todo, no es lo mismo disfrutar de una copa de vino con la cena, que ser un alcohĂłlico. No es lo mismo fumarse un porro al final de un dĂa de trabajo, que ser un drogadicto. Eliot Ness (el Intocable) decĂa que el problema no es si tomar una copa está bien o mal, el problema es que es ilegal. Pero si se legaliza el consumo, la cuestiĂłn de lo ilegal puede olvidarse, y entonces se puede abordar el asunto desde otras perspectivas: ¿cuánto consumo es inofensivo y cuánto es problemático?, ¿cĂłmo se podrĂan minimizar los efectos negativos del consumo?, etc.
Luego, la intervenciĂłn del Estado debe darse de otra manera, creando regulaciones que restrinjan el consumo de esas sustancias (como se ha hecho con el tabaco), tratando los problemas de adicciones que se presenten, y otras soluciones que permitan a los ciudadanos de un paĂs democrático decidir quĂ© introducir en sus propios cuerpos, sin que el consumo de drogas se salga de control como problema social.
Claro, esto puede sonar utĂłpico. En primer lugar se necesitarĂa de un gobierno eficiente y honesto para que diera resultado. VĂ©ase que en la mayorĂa de los paĂses está permitido el consumo de alcohol y que no en todos ellos el alcoholismo es un problema. Pero hay paĂses (como el nuestro) en los que sĂ es un problema y ello nos lleva a pensar que la forma más fácil de impedir que los efectos nocivos del consumo en masa de drogas perjudique a la sociedad, sea prohibiĂ©ndolas.
Pero tambiĂ©n hay que estudiar si vale la pena, si en verdad no estamos sufriendo un mal peor por evitar un mal menor. Me refiero al narcotráfico, que le cuesta la vida a cientos de personas al año en nuestro paĂs (miles, durante el sexenio de CalderĂłn). Si las opciones son: A) un problema de salud pĂşblica que puede ser afrontado con ciertas regulaciones inteligentes, o B) un problema de crimen organizado omnipotente que tiene el control del mismo gobierno y que tortura y mata impunemente; creo que la primera opciĂłn es la menos perjudicial para una naciĂłn.
ImagĂnense si se legalizaran las drogas. Cierto, quizá el consumo aumente y eso significarĂa un problema de salud pĂşblica. Quizá tambiĂ©n aumentarĂan los accidentes automovilĂsticos. Lo peor de todo, aunque el consumo de drogas estuviera limitado por ley para mayores de edad, al ser legales estarĂan más cerca del alcance de los menores y ello serĂa un problema grave.
Como adolescente y padre de un adolescente, no me gustarĂa que mi hijo creciera en un lugar en el que se pueden comprar tachas en las farmacias. Pero tampoco me gustarĂa que fumara o bebiera antes de cierta edad, y para evitarlo tengo la responsabilidad de educarle de cierta manera, de enseñarle a distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo para Ă©l, y que asĂ pueda tomar sus propias decisiones. El Estado no lo va a hacer por mĂ. Y ciertamente es mucho peor crecer en un lugar en el que te pueden balear yendo a la tienda de la esquina; MĂ©xico se ha convertido en ese lugar.
Todos esos problemas se podrĂan enfrentar de forma inteligente. Por ejemplo, para evitar los accidentes, se podrĂa aumentar la vigilancia policial, asĂ como se podrĂan agravar los castigos para quienes fueran descubiertos conduciendo bajos los efectos de alguna droga. Al fin y al cabo, el consumo de alcohol es la principal causa de accidentes automovilĂsticos, pero tambiĂ©n habemos algunos a quienes nos gusta beber, y somos lo suficientemente responsables para no hacerlo cuando vamos a manejar. Claro, no se puede contar con que todos los ciudadanos de este paĂs sean tan responsables (todo lo contrario), y para ello servirĂan operativos análogos a los del alcoholĂmetro, diseñados para impedir que la gente maneje en estados alterados.
Lo que quiero decir con todo esto es que si bien vendrĂan algunos males con la legalizaciĂłn de las drogas, no serĂan males que no se pudieran controlar. El crimen organizado, en cambio, es un problema mucho más difĂcil, costoso y doloroso de enfrentar.
Drogas legales
No hablarĂ© del alcohol, el tabaco y la cafeĂna. HablarĂ© de otras drogas legales. Investigando sobre la salvia (una planta con propiedades alucinĂłgenas y onirĂłgenas que aĂşn no ha sido ilegalizada en la mayorĂa de los paĂses) me topĂ© con esta página, http://salviamexico.com/store/.
Es una tienda on-line que vende salvia y otras plantas con propiedades alucinĂłgenas que no están prohibidas por la ley. Chequen la página. Los productos que venden están sujetos a estándares de calidad, no están adulterados, son distribuidos en paquetes seguros y bonitos, y además, con la comodidad que brinda el adquirirlos por Internet. Nada de tener que ir a las favelas a enfrentarse con malvivientes para obtener unos gramos de una sustancia adulterada a precios ridĂculos.
ImagĂnense si las otras drogas fueran legales. PodrĂa obtenerse material de calidad y de forma segura. El narcotráfico se quedarĂa sin negocio. Se generarĂan empleos para botánicos, agricultores, quĂmicos, farmacĂ©uticos, transportistas, distribuidores, diseñadores, publicistas, etc. PodrĂamos exportar a otros paĂses en los que la marihuana no está prohibida, pero en donde el clima es menos propicio para su cultivo, como Canadá u Holanda. En vez de que un montĂłn de asesinos salvajes se enriquecieran, trabajadores y profesionistas podrĂan salir adelante (o empresarios sin escrĂşpulos se harĂan millonarios, pero de todos modos es menos malo). El Estado ganarĂa con los impuestos que pudieran cobrarse por el comercio de las drogas.
En fin, veo más ventajas que desventajas en la legalizaciĂłn de estas sustancias. SĂłlo chequen esa página. ¿No serĂa un mejor paĂs si en vez de Chapos y Saidenes tuviĂ©ramos a unos pequeñoempresarios vendiendo honestamente a travĂ©s de sus changarros on-line?
Esta entrada forma parte de Memorias del Calderonato. otros textos relacionados incluyen:
1 comentario:
Hey, I am checking this blog using the phone and this appears to be kind of odd. Thought you'd wish to know. This is a great write-up nevertheless, did not mess that up.
- David
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