Y vivieron felices para siempre - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

jueves, 30 de abril de 2015

Y vivieron felices para siempre

NOTA DE 2020: Hacia el final del artículo añadí algunas actualizaciones sobre las tendencias culturales que se desarrollaron a lo largo de los dosmildieces, en especial con Disney.


¡Ah, los cuentos de hadas! Esas historias de magia y fantasĂ­a que han traumatizado construido el imaginario de los niños en todo el mundo a lo largo de generaciones. Y justo ahora, a dĂ©cada y media de haber iniciado el siglo XXI, parece que estamos viviendo un boom! de los cuentos de hadas en la cultura pop, con muchas adaptaciones libres, pelĂ­culas para adultos, parodias y demás. ¿CĂłmo llegamos a esta situaciĂłn? El propĂłsito de esta entrada es explorar la forma en la que la cultura pop ha tratado a los cuentos de hadas en lo que va de este siglo. 

Eso de intentar definir lo que es un cuento de hadas no es una tarea de la que yo me quiera encargar, pues vaya que es difícil. Por lo general entendemos que los cuentos de hadas son narraciones breves en las que están presentes la magia y los seres fantásticos, y que están fundamentalmente dirigidas a niños (y que, irónicamente, rara vez están protagonizados por hadas). Nuestro arquetipo de cuentos de hadas serían las narraciones recopiladas por Charles Perrault en el siglo XVI y los hermanos Grimm a principios del siglo XIX.

Pero aquĂ­ empiezan nuestros problemas. Estos autores trabajaban sobre fuentes preexistentes; los Grimm, con un interĂ©s principalmente lingĂĽĂ­stico y antropolĂłgico, recopilaron diversas tradiciones orales de Alemania y Francia, y no todas las historias están especĂ­ficamente dirigidas a un pĂşblico infantil, además de que hoy en dĂ­a no considerarĂ­amos que la mayorĂ­a de esos cuentos son aptos para nuestros hijos, pues están llenos de horror, violencia y sexualidad velada. 

En realidad, el corpus de lo que clasificamos cuentos de hadas es batante amplio y variado. Se consideran cuentos de hadas los relatos folklĂłricos de origen antiquĂ­simo, y los que tienen un autor conocido, como Hans Christian Andersen; asimismo; se aceptan las fábulas como las de Esopo y LaFontaine e incluso novelas como Alicia en el PaĂ­s de las Maravillas, El Mago de Oz y Peter Pan. A menudo los relatos de Las mil y una noches, que tambiĂ©n son una recopilaciĂłn de tradiciones orales muy antiguas, se incluyen entre los cuentos de hadas, pero Ă©stos tampoco estaban dirigidos hacia los niños. En ocasiones se contemplan tambiĂ©n los relatos mitolĂłgicos de Grecia y en tiempos más recientes se incluyen los mitos y tradiciones de diversas culturas, desde la celta hasta la china, desde la india hasta las de los nativos americanos. 


Supongo que depende mucho de cĂłmo narremos estas historias a los niños. Por ejemplo, el tratamiento que Disney hizo de clásicos de la literatura, como El libro de la selva Tarzán, el mito de HĂ©rcules, y las leyendas de Robin Hood y del Rey Arturo fue muy similar al que le dio a obras como La Bella Durmiente, Blancanieves, La Bella y la Bestia y La Sirenita. Creo que eso contribuyĂł a que en el imaginario colectivo fuera fácil aceptar estas historias como cuentos de hadas. AsĂ­, casi cualquier historia puede convertirse en un cuento de hadas, dependiendo de cĂłmo se le trate.

La mención que hago de Disney no es casual: para muchos de nosotros las versiones que conocimos de cuentos de hadas, mitos y obras literarias fueron las que estos estudios nos entregaron (Hollywood influye mucho en nuestra percepción de los clásicos de la literatura). Disney tomó estas obras milenarias y las suavizó, quitándoles mucho de la violencia y los elementos macabros que los caracterizaban, y adaptándolos para una audiencia del siglo XX.

Esto es natural, por cierto, pues con el paso del tiempo nos hacemos más pusis las sensibilidades del público van cambiando. Por ejemplo, en el cuento original, el rescatado por Perrault, a Caperucita Roja y a su abuela se las come el Lobo Feroz y tantán, se acaba. En una versión posterior, la de los Grimm, el Lobo se come a la abuela y cuando está a punto de devorar a Caperucita un cazador aparece, le abre la panza al Lobo para rescatar a la abuelita, y no sólo mata al animal, sino que llena su panza con piedras y lo tira al río. Uno pensaría que este acto de crueldad contra el pobre Lobo es bastante más grotesco que el sólo comerse a la niña y a la anciana, pero en el siglo XIX el hecho de que los protagonistas humanos salieran vivos ya era suficiente para considerarlo final feliz, mientras a nadie le importaban los animales (y menos un lobo malo). En la versión que me contaban de niño, el Lobo encierra a la abuelita en el clóset, y el cazador que salva a Caperucita se limita a espantar al Lobo, que sale huyendo. Actualmente, en las caricaturas que ven mis hijos, me entero de que el Lobo sólo quiere robarse la cesta de Caperucita. Caray.

Volviendo a lo nuestro, ya antes había señalado que el propio Walt Disney no estaba particularmente interesado en adaptar historias de princesas, y si lo hizo fue porque notó que éstas eran las que más éxito tenían. Fue muchos años después de su muerte, con el Renacimiento Disney (1989-1999) que los estudios volvieron a los cuentos de hadas, relatos míticos y clásicos literarios. De todas formas, durante más de la mitad del siglo XX lo primero que nos venía a la mente al escuchar la frase "cuentos de hadas" era Disney (y viceversa).

No fueron los Ăşnicos estudios que trabajaron este tema. Desde los inicios de la Era Dorada de la AnimaciĂłn (aproximadamente entre las dĂ©cadas de 1930 y 1950) se hicieron adaptaciones de estas historias, algunas siguiendo el cuento con mayor o menor fidelidad, pero en otros casos se optĂł optaron por la parodia, el pastiche o la extrapolaciĂłn hacia escenarios diferentes, incluso con un sentido del humor más adulto. Entre estas Ăşltimas, no puedo dejar de mencionar a Red Hot Riding Hood (1943) de Tex Avery, en la que Caperucita es una bailarina de cabaret y el Lobo Feroz un sofisticado mujeriego; y a Little Red Riding Rabbit (1944) de Friz Freleng, en la que Bugs Bunny se topa con una bastante molesta Caperucita y un Lobo más bien simpático.


A lo largo de todo el siglo XX vimos toda clase de adaptaciones de cuentos de hadas de muchos tipos, en animación o de acción en vivo, como parodias u homenajes. Incluso algunos largometrajes fabulosos, como la excelente adaptación soviética de La Reina de las Nieves (1957).

Tenemos también, por ejemplo, las muchas versiones de Alicia en el País de las Maravillas, desde la que hizo Disney (1951), hasta la macabra película de Jan Svankmajer (1988), pasando por las múltiples versiones pornográficas.

Entre otros casos notables de deconstrucciones y reinterpretaciones de los tĂłpicos de cuentos de hadas, tenemos el musical de Stephen Sondheim Into the Woods, que debutĂł en 1987 y trata de un encuentro entre varios personajes de diferentes historias, y la TrilogĂ­a de la Bella Durmiente, una reinterpretaciĂłn erĂłtica sadomaso del cuento clásico escrita por Anne Rice y publicada entre 1983 y 1985. Busquen en Wikipedia su cuento de hadas favorito y revisen la secciĂłn de adaptaciones y se van a encontrar con muchas obras que ni siquiera se imaginaron que existirĂ­an.


Pero yo creo que lo que estamos viendo actualmente es algo más intenso, una tendencia a poner los de los cuentos de hadas por todas partes en la cultura pop, con un volumen de obras por año más grande que en décadas anteriores. Para trazar sus orígenes debemos retroceder hasta la década de 1990, e inevitablemente hablar de Disney.

Fueron las historias de princesitas como La Sirenita (1989), La Bella y la Bestia (1991) y AladĂ­n  (1992) las que iniciaron el Renacimiento Disney. Incluso otras compañías trataron de repetir el Ă©xito de la casa de Mickey Mouse produciendo cintas animadas que seguĂ­an la misma fĂłrmula de musical fantástico, y asĂ­ tuvimos La princesa encantada (1994), Anastasia (1997) y El rey y yo (1999), entre otros intentos bastante burdos.

Sin embargo, para finales de los 90 el pĂşblico parecĂ­a estar harto de los musicales animados basados en cuentos de hadas. Esto se nota hasta en las producciones de los mismos estudios Disney, que en la segunda mitad de la dĂ©cada se enfocaron más en relatos mĂ­ticos como HĂ©rcules (1997) y Mulán (1998) y clásicos literarios como El Jorobado de Notre Dame (1996) y Tarzán (1999), aunque desde luego que el tratamiento que le dieron a estas historias era el mismo que le habĂ­an dado a los cuentos de hadas.


Mientras tanto nuevos proyectos animados de otras casas productoras ya estaban rivalizando con Disney: piĂ©nsese en pelĂ­culas como El PrĂ­ncipe de Egipto (1998), El Gigante de Hierro (1999) y Titán AE (2000), que no eran musicales ni se basaban en cuentos de hadas. Además, Pixar ya estaba cambiando la cara de la animaciĂłn con obras como Toy Story (1995), Bichos (1998), Toy Story 2 (1999) y Monsters, Inc. (2001). Por si fuera poco, pelĂ­culas de animaciĂłn provenientes de otros paĂ­ses (especialmente JapĂłn) empezaron a llamar la atenciĂłn, y todos estos proyectos hacĂ­an que Disney se viera anticuado y repetitivo.

Hubo una pelĂ­cula que expresaba el hartazgo generalizado hacia los cuentos de hadas, precisamente una producciĂłn de la casa productora rival, Dreamworks: Shrek (2001), que fue como pintarle el dedo a Disney. Para una generaciĂłn cansada de las princesitas, el humor corrosivo de Shrek, la forma en la trasgredĂ­a todos los convencionalismos del cine animado para niños y se burlaba de los clichĂ©s y estereotipos de Disney, fue una forma muy refrescante de iniciar el nuevo siglo y no es raro que haya sido un Ă©xito tan brutal. Entre otros estereotipos, Shrek se burlaba de la nociĂłn de que la belleza fĂ­sica o el nacimiento en la realeza eran virtudes en sĂ­ mismas, y subvertĂ­a los roles tradicionales de hĂ©roes y villanos que nos han enseñado por siglos. Su Ă©xito fue tal que hubo tres secuelas (2004, 2007 y 2010) el spin-off de El Gato con Botas (2011) y varios intentos burdos de repetir la fĂłrmula, como Buza Caperuza (2005) y ColorĂ­n Colorado (2007). La cinta animada mexicana Magos y Gigantes (2003) es otro ejemplo de esta tendencia.



Durante la década siguiente Pixar y Dreamworks dominaron el nicho de la animación con películas creativas y originales. Por esos años los estudios Disney abandonaron los musicales animados en lo absoluto (exceptuando secuelas ridículamente tardías de sus viejas películas clásicas, las cuales en su inmensa mayoría sólo salieron en video), y conforme avanzaron los años dejaron de lado la animación tradicional para concentrarse en el CGI. Fue una época de escasa popularidad para Disney, que a todas luces no sabía muy bien qué hacer y por muchos años no produjo nada memorable ni exitoso.

Mientras tanto, la moda de deconstruir, parodiar o reinterpretar los cuentos de hadas despegaba en otros medios. En 2002 vio la luz el cómic Fables, en el que un grupo de personajes de cuentos de hadas habían escapado de su dimensión, perseguidos por un Emperador que conquistaba los reinos fantásticos, y ahora se refugiaban en el mundo real. Es un excelente cómic que explora temas adultos, con personajes muy interesantes y muy bien escritos, y si pueden ignorar su ideología libertariana les podría gustar.

En 2003 se estrenĂł el musical de Broadway Wicked, basado en la novela del mismo nombre (que data de 1995). En ella se nos cuenta la historia de El Mago de Oz desde el punto de vista de la bruja mala. El musical y la novela han sido un gran Ă©xito y eso de dar una voz a los villanos de cuentos de hadas para comprender su psicologĂ­a y motivaciones se ha convertido en un tropo comĂşn en la cultura pop de estos años.

Otro cómic es el de Grimm Fairy Tales, que empezó a publicarse en 2005 y que convertía los cuentos de hadas en historias de horror y erotismo del tipo exploitation, con mucha violencia y chenchualidá. Aunque los dibujos están cachondos, la verdad es que las historias son más bien sosas y predecibles. Ni siquiera como cómics eróticos son buenos y, la verdad sea dicha, no son mejores que tu ejemplar promedio de Sensacional de mercados, aunque sí más caros y menos divertidos.



Pastiches similares los encontramos con las series de televisiĂłn Grimm y Once Upon a Time, que fueron estrenadas en 2011. La primera es una serie policĂ­aca en la que aparecen las criaturas y personajes que inspiraron los cuentos de hadas de los hermanos Grimm. La segunda es un fusil desvergonzado de Fables, en la que los personajes de los cuentos de hadas clásicos se refugian en el mundo real, exiliados por una terrible maldiciĂłn.

No fue la primera vez que se tratĂł de "adultificar" un cuento de hadas, transformándolo en una historia de terror, de fantasĂ­a Ă©pica, thriller o erotismo. Pero este boom! de los dosmiles tiene sus antecedentes directos en la dĂ©cada de los 90. En 1997 se estrenĂł la pelĂ­cula Snow White: A Tale of Terror con Sigourney Weaver como la bruja malvada; en 1998 apareciĂł Ever After, que pretendĂ­a ser una versiĂłn "realista" de Cenicienta, ambientada durante la Francia del Renacimiento y con Drew Barrymore y Angelica Houston como Cenicienta y su madrastra; y en 1999 tuvimos Freeway, una adaptaciĂłn libre de Caperucita Roja con Reese Witherspoon como una atribulada adolescente y Kiefer Sutherland como un asesino serial en el papel del Lobo Feroz. Snow White: The Fairest of Them All fue una versiĂłn más straightforward, pero con los elementos violentos y macabros del cuento original de Blancanieves; se estrenĂł en televisiĂłn en 2001, con Kristin Kreuk y Miranda Richardson como la Blancanieves y la reina malvada respectivamente.

Esta tendencia tuvo eco en el cine de los dosmiles como nunca antes. Los estudios se dieron a la tarea de hacer adaptaciones grim dark serious de los cuentos de hadas. El Ă©xito de sagas de fantasĂ­a heroica como El Señor de los Anillos y Harry Potter hizo creer a los productores de Hollywood que podrĂ­an convertir a cualquier cuento de hadas en una aventura Ă©pica. Creo que el primer intento fue el peor tropezĂłn en la carrera del genial Terry Gilliam un  placer culposo llamado The Brothers Grimm (2005) en el que los folcloristas decimonĂłnicos se topan con personajes y situaciones sacadas de cuentos de hadas (algo asĂ­ como Shakespeare in Love meets Van Helsing). En los años siguientes vinieron otras (incluyendo no menos de cuatro adaptaciones de Blancanieves):
  • Red Riding Hood (2011)
  • Snow White and the Huntsman (2012)
  • Blancanieves (España, 2012)
  • Grimm's Snow White (2012)
  • Hansel and Gretel: Witch Hunters (2013)
  • Jack the Giant Slayer (2013)
  • Oz the Great and Powerful (2013)

¿Y quĂ© pasĂł con Disney? Bien, pues el auge de las parodias de los cuentos de hadas no les pasĂł desapercibido y ellos mismos hicieron una pelĂ­cula que parodiaba su propia filmografĂ­a y se burlaba de los clichĂ©s que hicieron famosos a los estudios: Encantada (2007). En 2014 produjeron una adaptaciĂłn cinematográfica del musical de Broadway Into the Woods. No deja de parecerme irĂłnico que ellos mismos llevaran a la pantalla grande una obra que deconstruye sin piedad los cuentos clásicos que los hicieron asquerosamente ricos desde el principio.

Los Estudios Disney tambiĂ©n fueron de los primeros en intentar convertir un cuento de hadas en fantasĂ­a heroica con la horripilante Alice in Wonderland (2010), perpretada por el otrora genial Tim Burton, e intentaron subirse al carro de las adaptaciones "para grandes" con Mirror, Mirror, una versiĂłn de Blancanieves que pasĂł desapercibida porque saliĂł el mismo año que Snow White and the Hunstman. Con Maleficent (2014) hicieron un Ăşltimo intento de cuento de hadas oscuro y/o Ă©pico (y tambiĂ©n una suerte de versiĂłn propia de Wicked). Para entonces ya se habĂ­an dado cuenta de que el Ă©xito estaba por otro rumbo...


A principios de los dosmiles Disney habĂ­a sacado una lĂ­nea muy amplia de productos basados en sus princesas. Éstas ya no protagonizaban pelĂ­culas, pero la ropa, juguetes y muchos productos que ostentaban su imagen fueron un Ă©xito tremendo. Esto llevĂł a que Disney se decidiera a producir un nuevo musical de animaciĂłn tradicional basado en un cuento de hadas, el primero desde hacĂ­a muchos años: La Princesa y el Sapo (2009). La pelĂ­cula tuvo Ă©xito (aunque no tanto como se esperaba) e impulsĂł a los estudios a probar de nuevo con la fĂłrmula clásica, pero esta vez con pelĂ­culas en CGI en vez de animaciĂłn tradicional. AsĂ­, en 2010 llegĂł Enredados y en 2013 Frozen. Estas pelĂ­culas fueron abrumadoramente exitosas, llenaron las arcas de Disney y vendieron millones de dĂłlares en parafernalia. Hasta Pixar, ahora propiedad de Mickey Mouse, le entrĂł al rollo de las princesas (aunque sin musical y subvirtiendo varios clichĂ©s), con Valiente (2012).

Hoy Disney vuelve de lleno a los musicales animados inspirados en cuentos de hadas, en particular los que protagonizan princesas que pueden ser vendidas fácilmente como muñecas coleccionables. Entonces vinieron Moana (2016), Frozen II (2019) y Raya y el Ăşltimo dragĂłn (2021).

Eso no es todo: en 2015 Disney estrenĂł Cenicienta, que a diferencia de otras adaptaciones en acciĂłn en vivo recientes, seguĂ­a de una manera más tradicional la historia clásica. Para los siguientes años vinieron refritos de las pelĂ­culas clásicas de Disney, a los que justamente se les considera pelĂ­culas sin alma que se basan en la explotaciĂłn desvergonzada de la nostalgia Millennial: El Libro de la Selva (2016), La Bella y la Bestia (2017), AladĂ­n (2019), Dumbo (2019) y El Rey LeĂłn (2019). De esa racha, sĂłlo Christopher Robin (2018) Mulán (2020) intentaban hacer algo diferente.


El Ă©xito de la franquicia de princesas Disney ha llevado a la apariciĂłn de imitaciones, como la colecciĂłn de Mattel Ever After High, lanzada a partir de 2013, y cuyos protagonistas son las hijas de los personajes de cuentos de hadas. Como otras colecciones, Ă©sta se ha expandido a una serie de animaciĂłn, libros y demás parafernalia. Si tenemos en cuenta que otras lĂ­neas de muñecas más populares en la dĂ©cada pasada fueron Bratz (a partir de 2001), My Scene (a partir de 2002) y Monster High (desde 2010), que nada tienen que ver con los cuentos de hadas, podemos considerar Ever After High como parte del actual renacimiento (Barbie tambiĂ©n ha tenido una lĂ­nea de muñecas y pelĂ­culas animadas basadas en cuentos clásicos). O sea, no se trata ya de parodiar o reinterpretar el cuento de hadas, ni de convertirlo en otra cosa, sino de honrarlo tal cual es. Estos relatos están de vuelta, más vivos que nunca.

¿QuĂ© fue lo que pasĂł? Recapitulemos: a principios de la dĂ©cada de los 90 Disney ganaba millones con sus adaptaciones musicales de cuentos de hadas y similares; tanto, que otras casas productoras intentaban hacer lo mismo. A finales de esa misma dĂ©cada la fĂłrmula ya se sentĂ­a agotada y cansina; otras casas ensayaban proyectos diversos cada vez más interesantes. A principios del siglo XXI Shrek mandaba a la mierda a los cuentos de hadas y a las pelĂ­culas de Disney; los largometrajes de animaciĂłn siguieron un rumbo muy distinto, mientras que Disney no sabĂ­a ni quĂ© hacer para volver al estrellato. Conforme avanzaba la dĂ©cada se imponĂ­a una moda de parodiar, reinterpretar o deconstruir los cuentos de hadas, en especial dirigiĂ©ndolos hacia un pĂşblico más adulto; esto se dio en cine, televisiĂłn, cĂłmics y hasta videojuegos, y Disney mismo intentĂł subirse a este carro con sus propias producciones. Sin embargo, iniciando los domildieces Disney descubriĂł que el pĂşblico de nuevo querĂ­a musicales animados sobre cuentos de hadas y protagonizados por princesas; Disney regresa con todo a su fĂłrmula clásica. El ciclo se ha cerrado.


Así pasa con todas las modas, tendencias, corrientes y escuelas. Llegan, alcanzan el apogeo, se agotan y luego, cuando ha pasado suficiente tiempo, regresan. Pero no vuelven de la misma forma, sino que han sufrido transformaciones, sutiles pero importantes. El tiempo no pasa en vano: las nuevas películas y adaptaciones buscan presentarse como "incluyentes", hay más personajes racializados; los personajes femeninos son más activos; se exploran las relaciones entre hermanas, hijas y madres; los villanos no son los mismos de siempre; los galanes masculinos ya no son gallardos príncipes, sino que pueden ser adorables granujas de origen humilde y buen corazón.

Los próximos años nos tocará ver cómo esta nueva etapa en la historia de Disney se desarrolla, llega a un punto máximo y luego decae, para después iniciar otro ciclo. Lo mismo sucederá con las otras tendencias en el manejo de los cuentos de hadas en la cultura pop. Lo cierto es que estas historias y personajes seguirán acompañándonos para siempre y en muy diferentes variantes y encarnaciones, porque no se puede negar que son parte de nuestro imaginario, de nuestro ADN cultural, que siguen estimulando nuestra imaginación, representando nuestros temores más primitivos y expresando nuestros deseos innegables. Los cuentos de hadas seguirán a nuestro lado y con ellos viviremos, felices o infelices, para siempre.

Ahora, lo que todos estaban esperando ver: ¡Escenas de (semi)desnudos! Con ustedes, los dibujos cachondos de Grimm Fairy Tales:



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3 comentarios:

AM dijo...

Es interesante lo que son los cuentos para niños, otro de los conceptos que son de reciente data.
Mmm, todavĂ­a no han hecho alguna pelicula basadas en las historias de tres hermanos (que yo sepa).
Interesatne entrada.

Alejandro dijo...

¿Será que la Caperucita de Dos Perros Tontos estĂ© basada en la de Bugs Bunny? Parecen igual de irritantes, poco femeninas y la trama está más centrada en lo imposible que resulta deshacerse de ellas al caminar, que en la historia en sĂ­.
No sé, se me acaba de ocurrir jejeje

Maik Civeira dijo...

¡Ah, pos no lo habĂ­a pensado, jajajaja! ¡Puede ser!

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