Hace unos años fui invitado a dar una
clase magistral sobre ciencia ficción en una escuela preparatoria. Mi choro
tuvo buena recepción y al final varios estudiantes se acercaron a hacerme
preguntas y comentarios. Casi al final, una joven se abrió paso y me soltó una
pregunta demoledora: “¿Puede hablarme de más mujeres que hayan escrito
ciencia ficción? Es que eso me interesa mucho”.
Con todo y que conocía dos que tres
nombres más, en ese momento sólo pude decir “Ursula K. Le Guin”, a quien ya
había mencionado en la plática. La chica insistió y yo, como un tarado, balbucí
“pues sí, hay muchas”.
Hasta la fecha siento el #OsoTotal
de ese momento, pero sobre todo lamento que le fallé, como ñoño
cienciaficcionero, y como vato que intenta ser un buen aliado, a una
adolescente que podría estar iniciándose en el maravilloso mundo de la
literatura especulativa. Desde entonces me propuse a aprender más sobre las
escritoras del género, pero también me puse a pensar sobre mis hábitos de
lectura.
Quiero compartir estas reflexiones, pero
dirigirme sobre todo a otros vatos, aquellos a los que a lo mejor les han
pasado por la cabeza algunas de las cavilaciones que voy a exponer a
continuación. A ti, amigo mío, que te gusta leer, te quiero decir: deberíamos
leer más libros escritos por mujeres.
Espera, creo que sé lo que estás
pensando. Un comentario muy frecuente con el que me he topado es “No me
interesa el género del autor, sólo si el libro es bueno o no”. ¿Y sabes qué? Te
creo. Sólo los misóginos más acérrimos se toparían con un libro cuyo tema les
resultara llamativo y dirían algo como “Mira qué interesan… anumá, lo escribió
una vieja, fuchi”. Y sin embargo, te apuesto mis pantuflas de Pikachu a que si
piensas en los últimos libros que has leído, te darás cuenta de que sólo una
muy pequeña minoría fueron escritos por mujeres. ¿A qué crees que se deba?
Tranquilo: nadie te obliga a renunciar a
textos a los que les traes muchas ganas para leer otros que no te interesan,
todo por cumplir con alguna cuota. Déjame repensar mi elección de
palabras. Estrictamente, creo que (a menos que sea por obligaciones académicas
o profesionales) nadie debería leer nada más que lo que le interese y vaya a disfrutar.
Pero allí está el primer error y la primera posibilidad de crecimiento: que
seguramente hay muchísimos libros escritos por mujeres que encontrarías
fascinantes.
Vamos por partes. Lo primero es
preguntarnos, ¿cómo llegamos a leer un libro? A veces sólo vamos
recorriendo los anaqueles de la librería y nos topamos con algún título que nos
llama la atención. Pero creo que escogemos la mayoría de nuestros libros porque
ya habíamos sabido algo de ellos. Quizá nos lo recomendó un conocido, quizá nos
lo mencionaron en una clase, quizá leímos una reseña en algún lado o quizá lo
vimos citado en otro libro.
Así que, si lo piensas un poco, verás
que tu elección de libros no depende exclusivamente de ti. Depende de lo
que editores y libreros decidieron poner a tu alcance; del prestigio y fama que
el libro acumuló antes de llegar a tu radar. Es precisamente ahí donde la cosa
no ha estado pareja, porque a lo largo de la historia se ha dado más
oportunidades a los hombres, mientras que las autoras han sufrido distintas
formas de discriminación. Piensa en las
poquísimas autoras que se ven en clase de literatura o filosofía.
Va sólo un ejemplo: C.L. Moore, U.K. Le
Guin, J.K. Rowling. Todas estas escritoras destacadas en sus respectivos
géneros (pulp, ciencia ficción, fantasía) tuvieron que publicar sus primeras
obras firmando con siglas. ¿Por qué? Porque sus editores les dijeron que el
público no leería textos escritos por mujeres (a Rowling le dijeron que los
niños varones pensarían que Harry Potter era un libro para niñas). Usar siglas
les permitía camuflar (léase invisibilizar) su género, pues los autores hombres
a menudo firman así. Su caso no es ni de lejos único.
¿Qué nos dice esta historia? Que a
menudo los editores (hombres, claro, no se olviden quién ha tenido el poder en
la industria) han estado poco dispuestos a arriesgarse a publicar a
escritoras por miedo a no vender. ¿Sería que los editores menospreciaban a
su público y les atribuían sus propios prejuicios? ¿Será que ellos eran bien
intencionados, pero no se hacían ilusiones sobre lo que puede y no tener éxito?
Me inclino a pensar que es un poquito de ambas.
Esto no es todo. En su ensayo Challenging
the Narrative, la escritora Kathleen Ann Goonan provee de muchos más
ejemplos de discriminación contra las escritoras de los géneros fantásticos.
Por ejemplo, que a los libros escritos por mujeres se les invierte menos en
promoción y publicidad. O que la forma en la que se clasifican los libros
(y se diseñan las portadas) denota el prejuicio de que los libros escritos
por mujeres sólo pueden ser leídos por otras mujeres (y que a las mujeres
sólo les interesa el romance).
Así, libros de ciencia ficción, fantasía
épica, misterio o hasta realismo social han tenido portadas que los hacían
parecer novelas rosas. Con el éxito de Crepúsculo, ahora la tendencia es
hacer pasar libros de fantasía escritos por mujeres como si fueran
romances sobrenaturales y cosas por el estilo. Las autoras, que no tienen
control sobre estas decisiones, se sienten desalentadas, porque reduce el
potencial público al que pueden llegar.
De modo que, como ves, no es sólo la
calidad y mérito lo que determina que un libro llegue hasta tu campo de visión.
¿Por qué luchar contra esta tendencia? ¿Acaso es tu obligación leer a más
mujeres para ser “incluyente” o “políticamente correcto”? No, claro que no. Tampoco
vamos a decir que tienes el deber moral de leer a más mujeres o de lo contrario
eres un monstruo misógino. De lo que quiero persuadirte es que sería una
buena idea hacerlo.
Si somos cinéfilos o melómanos, no nos
quedamos sólo con las películas que llegan al multicinema local, ni con la
música que pasan en la radio. No, intentamos ir más allá de lo popular y
taquillero, de lo que nos quieren vender a huevo, y hacemos un esfuerzo activo
por encontrar los tesoros que quedan silenciados por el estruendo del mainstream.
Lo hacemos porque queremos ampliar nuestros horizontes, enriquecer nuestra
cultura personal, romper con lo rutinario, abrir nuestra mente o expandir
nuestro conocimiento del mundo. Lo hacemos por el gusto de descubrir placeres
sorpresivos e insospechados.
Pues lo mismo aplica a los libros.
Estarás de acuerdo con que leer libros escritos en otras épocas o en otras
culturas te brinda una visión diferente a la tuya y así la enriquece. Pues
resulta que, si nosotros los vatos estamos acostumbrados a leer sólo a otros
hombres, nos estamos quedando sin todo un universo de perspectivas distintas,
un territorio inexplorado de cuyos tesoros y sorpresas nos estamos perdiendo
por obtusos. Hacer el esfuerzo por leer a más mujeres te permitiría a ti, como
lector, conocer lo que muchas voces, que han sido ignoradas y silenciadas por
décadas o incluso siglos, tienen que decir.
Eso es nomás hablando en los beneficios
que podrían traerte. Ahora, si además te preocupan la justicia y la equidad,
ten en cuenta que leer, comprar y recomendar libros escritos por mujeres puede
ser tu aportación para revertir la desigualdad que ha perjudicado a las
escritoras por ya demasiado tiempo.
Por todas las razones que te he expuesto,
desde entonces me hice la propuesta de leer a más mujeres. Y no es que me vaya
a obligar a chutarme cosas que no me interesan; simplemente títulos que ya me
habían llamado la atención los voy a mover arriba en la lista de espera. Tengo preferencia por algunos temas como la literatura fantástica, la historia, la divulgación científica y la filosofía. No es difícil encontrar libros sobre estos temas que hayan sido escritos por mujeres. ¿Por
qué no lo intentas? Te propongo el reto de leer a más mujeres. Haz la
prueba. No tienes nada que perder y podrías descubrir mucho más de lo que te
imaginas.
Publicado originalmente en Antes de Eva
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1 comentario:
Ahí en las imágenes veo que pones a mi ídola Octavia Butler, de quien quedé impresionado cuando leí su saga de Xenogénesis, hace como unos 15 años. Mi contribución va a ser subir una recomendación a mis redes sociales de esa saga.
Un abrazo.
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