I
BATMAN ES INÚTIL
Batman
es inútil. Como héroe, quiero decir. Para salvar vidas, pues. La típica
historia moderna de Batman involucra a un lunático (o varios) suelto por las
calles de Ciudad Gótica matando a diestra y siniestra, y quizá destruyendo
buena parte de la urbe. Batman sólo vence al final, después de toda la
tragedia y destrucción, y de que se perdieron o arruinaron muchas vidas. Es
decir, siempre logra atrapar al villano, pero sólo después de que éste deja un
reguero de cadáveres. Y es incapaz de poner una solución al problema de los supercriminales
dementes multihomicidas; no puede más que golpearlos y mandarlos a Arkham, de
donde escaparán en pocas semanas.
Esto
es contradictorio, porque los cómics siempre están haciéndonos énfasis en lo
inverosímilmente chingón que es Batman. Siempre tiene un plan, puede
adelantarse a cualquier contingencia y vencer a seres mucho más poderosos que
él. Tan es así que se nos afirma que si Batman perdiera la razón y el sentido
de moral que lo guían, nada podría detenerlo, ni siquiera todos los otros
héroes, ni siquiera los dioses ni entidades cósmicas; se convertiría en un
monstruo destructor de universos. Si es así, entonces, ¿por qué nunca puede
salvar a la gente inocente de Gotham?
Bueno,
es que, en primer lugar, el haber chetado tanto a Batman es una ridiculez;
en segundo, la cosa no siempre ha sido así. En algunas de sus encarnaciones más
clásicas, Batman es un héroe muy efectivo; no sólo detiene a los malos, sino
que protege a las buenas personas. No me refiero solamente a la serie de Adam
West, o a la serie animada de Bruce Timm y Paul Dini, sino a los cómics
anteriores a la década de los 80. Sucedió que fue por esos años en que el
estilo grimdark en los cómics se volvió más y más popular,
especialmente en las historias del Encapotado. Se volvió requisito un
despliegue morboso de violencia innecesaria para demostrar que Batman “es muy
oscuro”. Y para eso hay que matar a un montón de gente sin nombre en cada
aventura.
Un
tercer factor es que las editoriales (y los fans) quieren que los cómics de
Batman sigan publicándose para siempre. Esto implica que no puede
haber cambios permanentes e importantes en el statu quo. El Guasón
no puede morir porque es el villano más popular y de vez en cuando hay que
publicar sagas del tipo “Joker regresa y pone a la ciudad de cabeza”. Ciudad
Gótica nunca va a dejar de ser un agujero del infierno hoyito del diablo
para que el Hombre Murciélago pueda seguir teniendo aventuras. Si las acciones
de Batman fueran mejorando poco a poco la vida en la ciudad, si encontrara una
solución definitiva para el problema del Guasón, el mito del héroe se
encaminaría hacia su conclusión, y eso no es redituable.
El
resultado accidental de la suma de eventos absurdamente sangrientos que se
presentan una y otra vez a lo largo de una historia sin final es que, a pesar
de que nos dicen que Batman sea prácticamente un semidiós, aparenta ser un
completo inútil.
Ha
sido precisamente el agotamiento que me ha dejado esta fórmula lo que al cabo me
alejó de los cómics de Batman en los últimos años… Bueno, eso y el hecho de
que estoy ruco y odio todo. Es que honestamente se me hace que Scott Snyder,
quien estuvo escribiendo para Batman y la Liga de la Justicia por muchos años,
o es un escritor rechafa y nadie se da cuenta, o estaba tratando de hacer una irreverente
parodia de los tropos más absurdos que han dominado los cómics de superhéroes
en las décadas recientes, y nadie se da cuenta. Porque, ¿quién escribiría
semejantes sinsentidos hiperbólicos y ultraviolentos en serio?
Pero,
¿qué tal si se toma esto de la inutilidad de Batman en serio? ¿Qué tal si se
parte adrede de esa premisa para deconstruir al personaje, para cuestionar
la validez de un ícono cultural basado en la violencia y la venganza? Y
entonces tenemos The Batman, la última película del Caballero de la
Noche, dirigida por Matt Reeves. Que es de lo que vamos a hablar hoy. ¡Santos
spoilers, Batman!
II
SOY LA VENGANZA
Pues
The Batman es muy buena. Muy, muy buena. Y miren que hasta unas semanas
antes de su estreno yo sentía muy poco entusiasmo por esta película.
“¡Otra vez Batman!”, pensé con fastidio, “¡Diosito nos mandó un virus en un
murciélago para que ya no hiciéramos más películas de Batman y ni así
entendimos!”. Fueron los buenos comentarios sobre ella lo que me animaron a
verla en su fin de semana de estreno, porque la iba a dejar para después. Y la
verdad es que está bien chingona. Una vez más, como lo hiciera Tim Burton en
1989 o la trilogía de Christopher Nolan en los dosmiles, el Caballero Oscuro
viene a zarandear el género de superhéroes y poner la barra muy alta.
Hay
quien dice que es la mejor película del Murciélago, pero yo no iría tan lejos.
Tengan en cuenta que me aferro mucho a las cosas que me gustan y que está
difícil que algo nuevo destrone a alguna consentida de mi corazón. A lo mejor
necesitaré ver The Batman unas cuantas veces más, pero siento que esta
nueva entrega es menos innovadora de lo que las series de Burton y Nolan
lo fueron en su momento, y que más bien trabaja sobre lo que aquéllas
construyeron o dejaron sin explorar, retomando lo que les funcionó y evitando
sus fallos. Burton dijo “vamos a hacerlo más oscuro”; Nolan dijo “vamos a
hacerlo más realista”; Reeves viene a decir “vamos a hacerlo más oscuro y más
realista”.
Tengo
muy reciente la trilogía de Nolan, pues la volví a ver el año pasado, y The
Dark Knight me sigue dejando sin aliento de principio a fin. A nivel
más básico, la trama de The Batman tiene muchas similitudes con aquélla,
en especial en cuanto a que ambas tratan de un villano demente pero brillante
que hunde a toda una ciudad en el caos con un plan maestro, mientras el héroe y
sus aliados intentan detenerlo en una carrera contra el tiempo. Es el enfoque
lo que las hace muy distintas: una es un thriller policiaco de acción, mientras
que la nueva es un noir bien sórdido; volveré a ello más adelante.
No
quiero limitarme a repetir lo que todo el mundo ha dicho. Jordi Maquiavello ya se deshizo en aplausos. Con toda razón se han
elogiado la dirección de cámara, las actuaciones, la fotografía, el diseño de
producción y la banda sonora. The Batman es una cinta de una
realización brutalmente hermosa. Sí, con esa paradójica combinación de
calificativos, porque lo que muestra es brutal, pero lo hace de una forma bellísima.
Estamos ante una cinta con verdadera visión autoral que hace quedar al
resto del cine superheroico como caricaturas de sábado por la mañana.
Claro,
los fans del cómic apreciamos la forma en que Reeves tomó inspiración de
clásicos como Year One, The Long Halloween y Batman: Ego,
así como de otros no tan conocidos como Earth One, lo cual fue una más
que agradable sorpresa. Jamás me imaginé que vería esa versión de Alfred y de
los Wayne en la pantalla grande. Una de las mejores novedades, sin embargo, no
la había visto en otros medios: la Mansión Wayne no es una casona en las
afueras de la ciudad, sino una torre gótica que se alza en medio de una urbe
también gótica. Qué absoluta chulada.
También
han sido muy justas las alabanzas al reparto: Robert Pattinson es
perfecto como este Batman trastornado, adicto a la violencia y obsesionado con
la venganza. Zoë Kravitz nos da a la mejor Gatúbela que hemos visto en
décadas. Collin Farrell está irreconocible como el Pingüino. John
Turturro es un intimidante Carmine Falcone. Yo quiero centrarme en el
Acertijo de Paul Dano.
El
Acertijo es mi villano favorito de Batman y siempre me ha dolido lo mal que lo han aprovechado. Los escritores
de cómics confiesan que no usan al Acertijo por lo difícil que es, bueno, idear
acertijos. Scott Snyder le dio el protagónico de Zero Year (uno de los
cómics en los que se basa la película de Matt Reeves) pero, ash, cómo me choca Snyder.
Paul
Dano hizo por el Acertijo lo que Ledger hizo por el Guasón, y eso que Reeves
tenía la difícil tarea de escribir a una mente maestra criminal sin que se
sintiera demasiado igual al antagonista de The Dark Knight. Creo que lo
consiguió, y no sólo porque el Guasón es demencial y caótico mientras que el
Acertijo se presenta como frío y metódico, sino porque cada uno es, a su
manera, una antítesis del héroe. Es lugar común decir que Batman
representa el afán por imponer orden a un mundo caótico, mientras que el Guasón
abraza la entropía y desenmascara el caos que subyace bajo el orden aparente.
Esto es algo que Nolan y Ledger supieron plasmar a la perfección.
Aquí
el Acertijo se presenta como un reflejo distorsionado de Batman. Es un
brillante estratega, un genio incluso por encima de Bruce y alguien a quien la
putrefacción social de Gotham arruinó la infancia, por lo que está también en
una cruzada de venganza. Pero, como bien señala Edward, mientras que Bruce
creció en una burbuja de lujos, él y otros tantos huérfanos de Gotham lo
hicieron en la pobreza, la violencia y la degradación. De haber tenido que
sobrevivir en las situaciones que enfrentó Edward, quizá Bruce se habría
convertido en alguien como él.
Con
el solo hecho de existir y ser quien es, el Acertijo obliga a Batman a mirar
sus privilegios y darse cuenta de que éstos son resultado de un sistema
corrupto e injusto (otro tanto lo hace Gatúbela, aunque el contraste es menos
violento, quizá porque las similitudes son menos). Creo que fue Aristóteles o
Clarissa quien dijo que un buen antagonista reta al héroe haciéndole ver sus
propias debilidades y el Acertijo hace justo eso por Bats. Sobre todo, lo
obliga a encarar la más dolorosa de las verdades: que Batman es inútil.
Que es de lo que trata todo esto.
III
EL HÉROE QUE MERECEMOS
Veamos,
en The Batman, nuestro héroe no logra salvar a ninguna de las
víctimas del Acertijo. Ni. Una. Sola. Logra atrapar a Edward Nashton, pero sólo
cuando él está listo para ser atrapado, y tampoco consigue detener las bombas
que rompen las murallas de contención y causan que Ciudad Gótica quede anegada.
Y por mucho que se cacaree que en esta película Batman aparece “por fin” como
detective, los únicos misterios que resuelve son los que el Acertijo le deja
para que resuelva, porque éste quería que lo hiciera. Al resolver
cada acertijo, Batman está inadvertidamente llevando a cabo los planes del
villano, quien está en control de toda la trama de la película, en todo
momento. Tan es así que el Acertijo pensaba que Batman estaba de su parte.
Muy
al final, Batman logra impedir el último ataque de los esbirros del Acertijo,
pero hasta eso lo consiguió porque el villano estaba tan decepcionado y
exasperado con él que le dio la última pista, porque si no le decía nada,
Bruce se habría ido a su casa bien tranquilo mientras asesinaban a todos en el
estadio. Pero, además, necesitó que ese poli le dijera que el arma usada por el
Acertijo en su primer homicidio era una herramienta para quitar alfombras, y si
no, Bruce se habría quedado dando vueltas por el departamento como idiota
mientras asesinaban a todos en el estadio.
En
la trilogía de Christopher Nolan se ve muy claramente que Batman va logrando
un gran cambio en Ciudad Gótica. Al final de la primera cinta los
criminales y corruptos tienen miedo, y al inicio de la siguiente se ve que el
crimen organizado está contra las cuerdas, y es en su desesperación que
recurren al Joker. Para la tercera entrega, Gotham es una ciudad segura y
pacífica (aunque injustamente desigual), y sólo la irrupción de Bane y la Liga
de las Sombras perturban esa calma.
En
la nueva continuidad creada por Matt Reeves en The Batman, Bruce lleva
dos años luchando contra el crimen. Desde la primera secuencia se cuestiona
si está logrando algo. Esta pregunta tiene dos respuestas. La primera se da
en ese mismo momento: ha infundido miedo en los corazones de los criminales,
que ahora durante las noches miran sobre sus hombros esperando ver salir de las
sombras a una figura encapotada que podría caer sobre ellos. Pero también ha
aterrorizado a la gente común. El inocente transeúnte que estaba a punto de ser
apaleado por la pandilla de guasones está casi tan espantado de Batman como
esos maleantes. Entonces esto es lo que Batman ha logrado: un pequeño reino
de terror.
La
segunda respuesta llega cerca del final cuando Batman se entrevista de frente
con el Acertijo, quien le dice que él lo ha inspirado a convertirse en un
instrumento de la venganza, para limpiar la ciudad de una vez por todas,
con un mucho de terror y violencia. Ello se da a entender de forma más
contundente cuando Batman desenmascara a uno de los esbirros del Acertijo y
éste dice “soy la venganza”. Para colmo, mientras el Encapotado investigaba la trama macabra alrededor de los asesinatos, se enteró de que la familia Wayne esconde oscuros secretos y que su padre Thomas, en cuya memoria supuestamente es que combate el crimen, no era ese patriarca sabio y virtuoso que él creía.
O
sea, la película nos ha dejado en claro que Batman es un fracaso. No sólo no
logró detener los planes del Acertijo ni salvar a Gotham de la inundación, sino
que además es en parte responsable del surgimiento del villano y de su panda
de incels radicalizados en línea (detallazo, por cierto). Pero, a
diferencia de lo que pasa en los cómics, donde todo esto es resultado de querer
ser demasiado edgy, que Batman sea demasiado Mary Sue y que las historias duren
para siempre para poder seguir ordeñando a la vaca, aquí Matt Reeves lo hace a
propósito, como una forma de cuestionarnos a ese Batman que otras adaptaciones
nos han enseñado a aceptar.
Además,
esto va completamente de acuerdo con la inspiración noir de la cinta. A
diferencia de los héroes del thriller policiaco, que al final siempre hacen
justicia, los antihéroes del noir son personajes fallidos y rotos que, si
logran alguna victoria, ésta es siempre parcial y costosa, y nunca pueden
cambiar los problemas de fondo que corroen la sociedad en la que habitan.
Una narración noir puede enmarcar a su protagonista como alguien con quien la
audiencia se puede identificar, pero no es alguien a quien se glorifica.
Matt
Reeves nos está diciendo que este Batman ultraviolento y excesivamente
sórdido, este Batman sólo preocupado por castigar el crimen e infligir
terror en el corazón de sus enemigos, este Batman que se ha convertido en
alucine para niños rata y edgelords en todas partes, no puede ser el héroe
que necesitamos. Porque el mundo precisa más que un vengador, y el crimen
no se soluciona sólo con miedo y castigos.
Al
final Bruce aprende que necesita convertirse en algo más que sólo venganza;
tiene que ser una inspiración positiva, un símbolo de esperanza. Asume por fin
este papel en esa bellísima escena en la que literalmente porta una luz para
guiar a los sobrevivientes en medio de la oscuridad, y queda todavía más claro
cuando está ayudando a la gente al amanecer, ya convertido en algo más que una
criatura de la noche. Y esto es lo que más me fascinó de esta película.
IV
SEAMOS PELIGROSOS
Y
ahora, porque lo que más me gusta es quejarme: ¡nitpicking!
Pues
me molesta que en el afán de “ser realistas”, no hayan mantenido el apellido de
Edward Nygma. Vamos, ésta es una película de un millonario que se pone un
fursuit para saltar por los callejones, le puedes poner Nygma a tu villano.
También me habría gustado ver más a Paul Dano sin la máscara, para apreciar
mejor sus dotes actorales.
Para
ser una película que intenta ser súper realista y la mamada, ese batitraje
recibe un chingo de balazos, incluyendo de armas de asalto, y sigue caminando
como si fuera Superman. Jajaja, ¿qué demonios? Los otros Batman también tenían
armaduras antibalas, pero, como sucede en la vida real, si recibían un balazo,
lo sentían como un golpe capaz de tumbarlos.
No
me gustó la máscara de Gatúbela. Su traje está todo pro, ajustadísimo y diseñado
para pelear, escabullirse y hacer acrobacias, pero por alguna razón su máscara
era un pasamontañas casero improvisado. Vamos.
La
persecución contra el Pingüino tiene que ser la parte más boba de la película.
No me refiero a la secuencia de acción en sí, que está chulísima y
perfectamente bien montada. Me refiero a cómo fue metida con calzador en ese
momento, supongo que porque en una peli de Batman tiene que haber a huevo una
persecución en coche.
Es
que, si recuerdan, momentos antes de iniciar esta alucinante secuencia, tanto
Batman como el Pingüino estaban en tierra. Oswald pensaba que podría atrapar a
Bats, pero éste último se le escabulló. Entonces, por alguna razón, en vez de
sorprender a su enemigo y atraparlo en ese momento, Batman se tomó el tiempo de
subirse al Batimóvil, y no sólo eso, sino que se puso a toletear con el motor
como si fuera un cholo haciendo arrancones y le dio al criminal oportunidad
suficiente para abordar su propio coche y así iniciar la carrera.
Luego,
esta maniobra costó no sé cuántas vidas; por lo menos dos traileros inocentes
que no la debían ni la temían perecieron en explosiones provocadas por Bats y
sus chingaderas, y el muy petulante ni siquiera se detuvo a ver si alguien
había salido herido o necesitaba salir de entre las llamas. Todo para atrapar a
un gordito chistoso al que bien habría podido capturar en otro momento sin
tantas bajas. Además, el resultado de esta cacería lo spoilearon en los
avances.
Ah, casi se me olvidaba: la peli sí está muy larga y al final el ritmo comienza a caerse. Y la parte en la Bats planea como ardilla voladora es de comedia involuntaria. Ahora sí, bai.
V
REFLEXIONES FINALES
Poco
antes de ir a ver esta nueva peli me topé con un tuit que hacía notar algo
gracioso y un tanto ridículo. Cuando Robert Pattinson fue elegido para encarnar
al Murciélago mucho vato ignaro se rasgó las vestiduras: ¡¿Cómo podría
el vampirito cursi de Crepúsculo estar en el papel del Señor de la
Noche!? Entonces varios señalamos la trayectoria del actor más allá de esa saga
de fantasía juvenil, en papeles tremendos bajo la batuta de directores de la
talla de David Cronenberg o Robert Eggers.
Lo
que es chistoso, señalaba el tuit, era que algunos fans como su seguro servidor
consideraran necesario defender la carrera de Pattinson como un gran histrión:
¿por qué alguien que había interpretado a un vampiro en un romance adolescente necesitaría
mayores credenciales para hacer de justiciero enmascarado en una película
basada en un cómic? Y tiene razón, ¿por qué creemos que lo relacionado con
Batman tiene que tener un estándar altísimo?
The
Batman es ciertamente una película
de autor con altas ambiciones artísticas. También lo son trilogía de Nolan,
la dupla de Burton y, quieran que no, el Joker de Tod Phillips. Pero,
¿por qué? ¿Por qué a Batman, el personaje, se le permite tener estos filmes
artsy, de autor, mientras que los demás superhéroes tienen cintas de estudio?
Las pelis de Marvel pueden ser buenas o malas, pero están manufacturadas en
serie, siguiendo unas fórmulas y estándares muy bien probados. ¿Por qué, en cambio,
confían a Batman a la visión de un realizador?
El
otro día andaba viendo un
videoensayo de Jessie Gender sobre la política de The Batman. Después de un
interesante análisis, la autora concluía que, a diferencia de otras pelis del
personaje, en ésta se reconoce que los problemas sociales de Gotham van más
allá de los individuos y de la justicia punitivista, y que son sistémicos.
Pero este reconocimiento no llega lo suficientemente lejos, pues no propone
soluciones a esos problemas y se limita a frases tibias como “hay que devolver
a la gente la esperanza”.
Muy
bueno el ensayo, pero me quedé pensando, ¿de cuándo a acá estamos esperando que
una peli de un señor que se viste de murciélago para saltar por los tejados nos
hable de problemas sistémicos? ¿En qué momento empezó a parecernos natural no
sólo hacer análisis de la filosofía política de Batman, sino considerar
que es un defecto de la peli si ésta se queda corta?
Creo
que la respuesta es muy clara. Éstas son muestras de que Batman es un ícono
cultural de enorme importancia. Siempre lo he dicho: es uno de los grandes
personajes de la literatura universal. Y no sólo él, sino todo el mundo y la
mitología que a lo largo de las décadas se ha construido a su alrededor tienen
un gran atractivo y potencial mitopoético y han dejado huella en el imaginario
colectivo.
Batman
es y puede ser muchas cosas. Es una
encarnación moderna del ideal del caballero aristocrático que desciende de su
castillo e imparte justicia. Es un buen hombre que se ve obligado a convertirse
en criatura de la noche para proteger a la buena gente de las otras criaturas
de la noche. Es un ideal de la grandeza que un ser humano puede alcanzar sólo
con su ingenio y determinación. Es un ser que a pesar de ser el más
inteligente, el mejor peleador y el más astuto detective, está perennemente
roto y en duelo.
Batman
es un aventurero pulp, un superhéroe de fantasía, un antihéroe noir. Tiene la
mejor galería de villanos de cualquier obra de ficción y sus historias pueden
ser por igual un escapismo maravilloso o una confrontación con el abismo del
alma humana y la corrupción de nuestras sociedades. Batman es un personaje sumamente
maleable y eso permite a cada autor puede enfocarse y hacer énfasis en un
aspecto distinto de su mito y personalidad. De ello da cuenta que, en un clima
cultural en el que tenemos a Batman y a muchos otros superhéroes
inundándonos por todas partes, aún puede hacerse una obra tan buena, tan
relevante, con algo nuevo que decir y que nos tiene a todos hablando de ella.
VI
DESEOS PARA EL FUTURO
Se
han anunciado dos series spinoff de esta película, una centrada en la policía y el bajo mundo de Gotham y la otra en el Asilo Arkham. Parece que Warner quiere un bativerso multimediático. Me da flojera porque ya estamos sobresaturados de contenido superheroico y porque me
gustaba la idea de que The Batman pudiera narrar una historia completa en una trilogía autocontenida. Ni siquiera he terminado de ver Gotham, por Dios, ni Titans.
Espero que, antes de meternos al Joker otra vez, exploren a algunos de los
otros villanos subutilizados. Me encantaría ver a un Espantapájaros bien
hecho o a un antihéroe como Anarky, quizá a alguien como la Parca. Supongo que
personajes como el Señor Frío son demasiado fantasiosos para el enfoque
realista que quiere Matt Reeves, lo cual es una lástima, porque merecería una
adaptación decente en la pantalla grande.
Es
casi seguro que en el futuro veremos más del Acertijo. Hace años las películas de superhéroes se deshacían de los villanos al final de
cada entrega, y era raro verlos reaparecer en ulteriores episodios. Ahora
podemos esperar que se vaya formando un súper equipo de maleantes que al final unan
sus fuerzas, y ya hasta podríamos soñar con una aventura en Arkham en la
que Batman tenga que enfrentarse a todos sus enemigos de nuevo, quizá ahora sí
como el Guasón a la cabeza de todo. Eh, se vale soñar.
FIN
1 comentario:
No sé si puede ser que yo interpreté muy literalmente la película -que vi por primera vez el fin de semana pasado-, pero el Acertijo no se me hizo incel, ni tampoco sus secuaces. Yo lo vi parecido, aunque no igual, al Bane de Tom Hardy; un izquierdista -según Hollywood- con miras a destruir a la casta superior de Ciudad Gótica para devolvérsela al pueblo. La diferencia estaría en que las intenciones de Bane no eran sinceras y su verdadero plan era que él y los demás se constituyeran en una nueva casta superior; en cambio me pareció que el Acertijo sí quería destruir el sistema completamente para que sus seguidores lo reconstruyeran desde los cimientos. No le salió bien porque al final Batman se puso en modo "Ah cierto que soy un superhéroe me re colgué jajsjajs" y se los quebró. De cualquier manera, junto con las críticas de Gatúbela ("Seas quien seas, debes haber crecido en riqueza"), esto le sirve como punto de partida a Batman para replantearse lo de si será buena idea ser un terror nocturno viviente.
Creo que esta película podría ser el inicio de un regreso a la idea de Batman como aristócrata que se erige en defensor de la plebe cuando los otros aristócratas, por corruptos, no lo hacen. Hace rato que no vemos a ese Batman en el cine y me gusta pensar que estaremos volviendo a verlo.
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