¡Viva la libertad, carajo! Liberalismo, libertarianismo y fascismo (Parte III) - Ego Sum Qui Sum

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PROFESOR MAIK CIVEIRA & LA ALIANZA FRIKI ANTIFASCISTA

viernes, 25 de noviembre de 2022

¡Viva la libertad, carajo! Liberalismo, libertarianismo y fascismo (Parte III)

 

Ver la parte I
Ver la parte II

 

En las entregas anteriores traté de explicar por qué el libertarianismo no debe considerarse parte del liberalismo, y menos que estos términos sean sinónimos. También vimos que, en las redes sociales de hoy, muchos de los que se han apropiado de la etiqueta de “libertarios” en realidad son conservadores o reaccionarios, a los que podríamos llamar liberreaccionarios, o incluso liberfachos.

 

¿Cómo sucedió esto? Bueno, no es un enigma tan difícil de resolver. Ya desde la primera entrada habíamos visto que el conservadurismo y la reacción, entendidos como el afán de preservar, reforzar o restaurar las jerarquías sociales tradicionales, se adaptan a los tiempos cambiantes y adoptan nuevas etiquetas y estrategias discursivas.

 

¿Y cómo le hace para atraer a las nuevas generaciones en un mundo internetero? Casi ningún reaccionario se llama a sí mismo de esa manera, a menos que de plano sea un fascista (porque casi ningún fascista se llama a sí mismo de esa manera). ‘Conservador’ suena mucho a señor solemne de los que despotrican contra los nintendos, o a señora de iglesia que se espantaría por tu dakimakura de Renamon.

 

La solución era un cambio de imagen para la marca. En vez de la solemnidad y el recato, viene la irreverencia y el humor ácido. Por eso sus referentes contemporáneos son fantoches desaliñados, burlones y altaneros que faltan a las más elementales normas de cortesía. Vamos, fue un cambio de aesthetics. Por lo demás hemos visto cómo el libertarianismo puede servir para reforzar las jerarquías tradicionales en nombre de la libertad individual.

 

¿Cómo logra esto la retórica del ‘libertarianismo’ reaccionario? Pues ponga atención, joven…

 

DIOS Y EL ESTADO


Me he topado ya varias veces con la especie de que “liberalismo y libertarismo eran sinónimos, hasta que Roosevelt, Keynes y otros progresistas se apropiaron de la etiqueta del liberalismo”. Esto es una mentira; las ideas que se materializaron en la política de varios líderes en los 30 habían formado parte del pensamiento liberal ya desde el siglo XIX. Lo que es cierto es que el libertarianismo surgió para oponerse al New Deal rooseveltiano, al que veían como una expansión exagerada de las funciones y facultades del estado.

 

Lo que no suelen decirte es que el capitalismo salvaje anterior al New Deal fue un sistema barbárico que permitía la explotación casi ilimitada de hombres, mujeres y niños; permitía que las corporaciones poseyeran feudos privados; creó una desigualdad socioeconómica que sólo sería alcanzada por el mundo post-neoliberal, y produjo el colapso económico conocido como la Gran Depresión. No por nada se le llama la ‘Edad de Oropel’. Tampoco dicen es que esa expansión de las funciones del estado sacó al país de la crisis, reconoció un montón de derechos para las clases trabajadoras, fomentó la movilidad social, expandió la clase media, preparó a los Estados Unidos para enfrentar al Eje en la Segunda Guerra Mundial y creó la etapa más próspera en la historia del capitalismo. Y ese proceso fue análogo prácticamente en todo el mundo occidental (en México, por ejemplo, en el régimen posrevolucionario).

 

Esos puntos importantes permanecen en silencio porque todo ello es parte de la estrategia retórica más importante tanto de libertarianismo, como del conservadurismo y de la reacción que se disfrazan de libertarianismo: la oposición entre libertad individual y estado.

 

Después de todo, ¿quién no valora su propia libertad individual? ¿Quién no odia tener que pagar impuestos? ¿Quién no se indigna por las vidas de opulencia y los escándalos de corrupción de los funcionarios públicos? ¿Quién no desconfía de quienes tienen el poder sobre nosotros? Claro que será atractiva una plataforma que promete defender tu libertad contra ese ente abstracto y omnímodo que es el estado. Además, no ayuda que tantas dictaduras a lo largo del siglo XX hayan sido de izquierda y hayan cometido crímenes contra la humanidad (tampoco ayuda que tantos izquierdistas sigan negando o justificando esos crímenes).

 

Entonces, de lo que se trata es vender la idea de que liberalismo y libertarianismo son lo mismo, que ambas son posturas de derecha, y que lo que las caracteriza es que quieren más libertad individual y menos estado. Mientras, quieren convencer de que lo que caracteriza a la izquierda, toda ella socialista, es que quiere más poder para el estado y menos libertad individual.

 

Esto no sólo es falso, sino absurdo e infantil. En ningún texto de historia o de teoría política se encontrará que lo que marca la diferencia entre izquierda y derecha es cuánto se quiere fortalecer al estado. Esto es simple retórica: la derecha AMA al estado cuando los ejércitos nacionales invaden otros países para asegurar los intereses de sus corporaciones; ama al estado cuando la policía reprime manifestaciones, salvaguarda la propiedad privada y pone en la mira a minorías raciales; ama al estado cuando cierra y militariza fronteras; ama al estado cuando criminaliza el aborto y la posesión de drogas; ama al estado cuando rescata a grandes corporaciones y bancos de la ruina. O sea, ama al estado cuando sirve para reforzar las jerarquías entre clases sociales, géneros, nacionalidades y razas.

 

La derecha sólo odia al estado cuando cobra impuestos a los más ricos para redistribuir la riqueza; cuando impone salarios mínimos, cuotas de género o raza, y otras prestaciones laborales; cuando interviene para dificultar la consolidación de monopolios o cuando aplica regulaciones que intentan proteger al medio ambiente. Es decir, odia al estado cuando pone límites a lo que quienes ya tienen poder y riqueza pueden hacer, y cuando trata de nivelar las cosas en favor de los grupos subordinados.

 

La izquierda tampoco se trata simplemente de amar al estado por sí mismo. La socialdemocracia, por ejemplo, pretende (al menos en teoría), democratizar más al estado, que sea verdaderamente representativo de los diferentes sectores que conforman la ciudadanía, y que sirva para reducir las desigualdades existentes entre quienes tienen más y quienes tienen menos. El anarquismo y el marxismo no creen que esto sea posible, y pugnan por una destrucción total del estado burgués, que siempre servirá a los intereses del capitalismo. Los anarquistas quieren abolir el estado por completo, mientras los marxistas quieren sustituirlo por un estado proletario (en una sociedad en la que todos seríamos proletarios), o encabezado por la vanguardia de la revolución. E incluso el marxismo proyecta que (en teoría) el estado deberá desaparecer paulatinamente. Ninguna izquierda quiere nomás fortalecer al estado porque sí, y eso lo sabrían los libertarianos si sus conocimientos sobre otras teorías políticas no se redujeran a “tienes dos vacas”.

 


Pero hay otra razón importante por la cual la derecha insiste tanto en esta falsa dicotomía respecto al estado: le permite salir con esa tontería de que “el fascismo era de izquierda”. Esto es otra cosa que no verán en libros serios sobre historia o teoría política, sino solamente entre los mismos círculos de liberreaccionarios que se popularizó cuando se empezó a acusar a Trump y similares de fascismo. No, el fascismo histórica era de extrema derecha: su objetivo era la imposición violenta de las jerarquías tradicionales de clase, género y raza en un sistema rígido.

 

Ya he explicado anteriormente por qué fascistas y nazis no eran de izquierda. Vimos que los gobiernos de Hitler y Mussolini se aliaron con la clase empresarial, que privatizaron industrias, disolvieron sindicatos y persiguieron a los movimientos obreros. A derechistas actuales de todo cuño les gusta subrayar la frase de Mussolini, “Todo dentro del estado, nada fuera del estado”, pero tienden a ignorar alegremente la cita de Hitler, “No debe olvidarse que la finalidad suprema de la razón de ser de los hombres no reside en el mantenimiento de un Estado o de un gobierno: su misión es conservar su Raza.” O esta otra del mismo Führer:

“El Estado no tiene nada que ver con ningún desarrollo o concepto económico definidos… El Estado es un organismo racial y no una organización económica … La fuera íntima de un Estado coincide sólo muy raramente con la llamada prosperidad económica; esta última, en innumerables casos, parece indicar la inminente decadencia del Estado.”


Para ambos dictadores, el estado era un medio para un fin; debía convertirse en la encarnación de la Patria y la Raza; se trataba de concentrar todo el poder en el estado y luego usarlo para imponer con toda fuerza las jerarquías sociales que la modernidad estaba erosionando. Tampoco es que los fascistas amasen al estado en sí.

 

Sólo queda subrayar la razón por la cual la derecha insiste tanto en esta mentira de “el fascismo es de izquierda”: primero, deslindarse de nombres y símbolos que están tan desprestigiados que causan un rechazo inmediato por parte de casi toda la sociedad. Más importante, sobre todo en el caso de los liberreaccionarios, al insistir en que lo que caracteriza a los fascistas y los nazis es “su amor por el estado”, que es lo mismo que identifica a las izquierdas, invisibiliza todos esos rasgos que el nazifascismo comparte con los modernos movimientos de extrema derecha: nacionalismo, xenofobia, militarismo, misoginia, lgtbfobia, darwinismo social, racismo, etcétera. Todo para concentrarse en qué tanto quiere alguien que el estado intervenga en la economía (pero nunca en el detalle de en qué forma ni para beneficio de quién).

 

O sea, lo que quieren decir con eso es: “Pues sí, odiamos a los maricas, despreciamos al feminismo y los movimientos antirracistas, y queremos restablecer los roles de género tradicionales, y mantener nuestra patria libre de influencias extranjeras, y creemos que los individuos y grupos naturalmente superiores deberían estar a la cabeza de la jerarquía, y apoyamos a caudillos fuertes que prometen todo esto, pero no somos fascistas porque no nos gustan los impuestos”. Y es exasperante ver la cantidad de personas que se tragan esto.

 

FACTS AND LOGIC


Sucede que el ser humano es un animal racional, pero sobre todo es una criatura emocional. En general es más fácil persuadir a alguien apelando a sus sentimientos que a su razón. El discurso reaccionario actual ha encontrado la forma de seducir a algunos individuos haciéndoles sentir que son más inteligentes y más racionales que los demás. Y como ése es un sentimiento muy reconfortante y poderoso, no es algo que dejarán ir fácilmente.

 

Esto ha demostrado ser tremendamente eficaz para atraer vatos severamente afectados por el efecto Dunning-Kruger: mientras menor sea tu habilidad en algo o tus conocimientos sobre un tema, tiendes a creer que son mayores. Los liberreaccionarios de redes sociales alardearán de cómo ellos sólo se guían por los hechos y la lógica, pero son realmente incompetentes para valorar cualquiera de los dos. En cuanto a lógica, cuando mucho saben nombrar falacias, pero son muy malos para identificarlas. En cuanto a los hechos, son muy dados a compartir información falsa, o sacada de contexto o que a lo mejor sí es real pero no prueba lo que creen que prueba. Y en la mayoría de los casos ni siquiera intentan alguna de las dos cosas; sólo dirán algo en la línea de “yo sí uso hechos y lógica, y tú no”. No es de extrañar que uno de sus apodos despectivos sea “pubertarios”, pues actúan y piensan como adolescentes.

 

En efecto, ellos creen que “no tienen ideología”, sino hechos y lógica. Entienden como ideología una forma de pensar falsa, y no consideran que su forma de pensar sea ideológica. Entonces, sin tener en cuenta que la economía es una de las disciplinas más ideologizadas, llaman “saber de economía básica” a repetir acríticamente los dogmas ideológicos de UNA sola escuela económica, que además es una de las más criticadas y ampliamente refutadas.

 

Aquí la verdadera historia

Además, para ser una tribu que alardea tanto de “hechos y lógica sin ideologías” tienen serios problemas cada vez que el consenso científico contradice sus doctrinas; ya sea en cuestiones de cambio climático o de la pandemia, la opinión de la tribu libertariana suele ser opuesta a la de los expertos en el área.

 

Están de antemano cerrados a cualquier información que podría poner en entredicho su ideología; consideran que las ciencias sociales y las humanidades son inútiles, y que además están controladas por los zurdos marxistas. Los intelectuales, aseguran, odian el capitalismo, pero no porque sepan o entiendan algo acerca de la economía y la sociedad, sino porque tienen envidia y resentimiento.

 

Tienden a naturalizar el capitalismo al que tanto defienden, y para ello usan tramposamente dos acepciones, una exageradamente amplia, y otra exageradamente estrecha. Es decir, aseguran que el capitalismo es natural, y que existe desde “que el primer cavernícola empezó a acumular objetos propios”; aquí capitalismo es tan amplio como “poseer cosas”. Pero luego acusan que cualquier intervención del estado en la economía es ‘socialista’ o puede llevar al ‘comunismo’, o incluso aseguran que un ‘capitalismo verdad’, sin ninguna restricción, jamás ha existido; aquí capitalismo es tan específico que sólo existe en un escenario ideal, y tan frágil que cualquier rasgo ‘socialista’ podría destruirlo.

 

Con esto se cumplen dos objetivos de la manipulación retórica: hacer pensar que un orden sociopolítico es natural, y por lo tanto bueno y eterno, y por el otro crear un temor constante a que pueda ser destruido por fuerzas extrañas y hostiles. Acéptalo y defiéndelo.

 


Otra estrategia es hacer pasar lo radical por normal y lo que ya era normal por radicalismo peligroso. Por ejemplo, cuando atacan de “peligro comunista” a políticas socialdemócratas que ya eran de sentido común en el mundo entre el New Deal y el ascenso del neoliberalismo, y al mismo tiempo predican un regreso a la barbarie pre-keynesiana de la Edad de Oropel del capitalismo salvaje. Sostienen que los países del sur global están jodidos por culpa del ‘socialismo’, cuando a lo mucho ha habido un puñado de regímenes más o menos socialistas en las últimas décadas, frente a 500 años de explotación colonialista (y capitalista).

 

No olvidemos sus planteamientos diseñados para “cancelar el pensamiento”, es decir, frases expresadas de tal forma que pretenden detener toda discusión de un asunto ahí mismo, como si no hubiera nada más que decir. Como cuando dicen “la libertad es una sola”, que sirve para negar que el concepto de libertad es polisémico, complejo y que ha sido abordado por diferentes filosofías a lo largo de su historia, y en cambio hacer parecer que la única definición de libertad es la suya propia. O cuando dicen “el neoliberalismo no existe”, cuyo objetivo es detener cualquier discusión sobre lo bueno o malo de las políticas etiquetadas como “neoliberales”, y hacer pensar que el liberalismo siempre ha sido uno y el mismo.

 

En pocas palabras, los libertarianos reaccionarios, así como venden un sistema jerárquico disfrazado de libertad individual, también venden dogmatismo y antiintelectualismo disfrazados de inteligencia.

 

POST-FASCISMO 


Una de las banderas de Anti-Communist Action usa los colores negro y amarillo del libertarianismo y el anarco-capitalismo, y en el centro muestra a una persona siendo arrojada desde un helicóptero; se trata de una referencia a las acciones represivas contra los disidentes de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. Esta bandera fue vista, junto con otros emblemas de las nuevas derechas, en el infame rally “Unite the Right” de Charlottesville, Virginia, en 2017. Fue el mismo rally en el que los neonazis marcharon con la consigna “¡Los judíos no nos reemplazarán!” y en donde una activista antifascista fue asesinada por un extremista.

 

Ahí, en ese mismo rally se vieron banderas libertarianas de Gadsden junto a banderas nazis y confederadas. Fue en las postrimerías de ese mismo rally donde Christopher Cantwell, antiguo influencer libertariano, se ganó el apodo de “el nazi llorón” por deshacerse en lágrimas cuando supo que lo buscaba la policía. Un texto ya clásico, y muchas veces compartido en los últimos años, titulado ¿Por qué los libertarios viran hacia la extrema derecha? habla de varias personalidades que, como Cantwell, empezaron pregonando el libertarianismo y terminaron abogando por el supremacismo blanco:

 

“La cuestión es que el libertarismo siempre ha sido un refugio del racismo y el apoyo implícito al autoritarismo a pesar de la contradicción directa que ello significa con respecto a su supuesta ideología. A lo largo de la historia, los hombres considerados como pilares de la filosofía dextrolibertaria han apoyado a dictadores brutales. Piénsese en el apoyo de Mises a Mussolini o en Hayek y Friedman defendiendo a Pinochet. Está claro que esta gente siempre ha estado dispuesta a dejar a un lado la ideología por lo que ellos veían como un fin que justificaba los medios, incluso en casos tan moralmente aberrantes como apoyar el Apartheid en Sudáfrica o a la Confederación bajo el pretexto de los «derechos de los estados».

 

La retórica que los libertarios consumen actúa como un lubricante para la transición hacia la extrema derecha, y especialmente aquélla en torno a la libertad de expresión. El concepto de libertad de expresión goza de tan alta estima en los círculos libertarios que, cuando un izquierdista sugiere que proporcionar a los nazis una oportunidad para abogar por el genocidio no es una buena idea, el libertario se siente obligado a defender que el nazi se alce en defensa de sus ideas. Obviamente, la extrema derecha aspira a limitar la libertad de expresión cuando eventualmente alcance el poder, pero, como aún no lo han alcanzado, simplemente no lo mencionan. En cambio, absorben la libertad de expresión como un banderín de enganche, utilizándolo como un método para defender sus ideas. Esto se vincula con el problema más amplio de la extrema derecha, que dado que aún no ha llegado al poder, puede ocultar la parte de su ideología que sería más perturbadora para los libertarios, como las políticas antidrogas o la vigilancia masiva. En cambio, se muestran preocupados por la libertad de expresión, la inmigración y el progresismo.”

 


Si los derechistas latinoamericanos son ‘liberales’ o ‘libertarios’, y los fascistas “eran de izquierda” y, por lo tanto serían sus enemigos, ¿por qué se alían con políticos españoles que reivindican a Franco? ¿Por qué elogian a políticos italianos que ensalzan a Mussolini? ¿Por qué quieren emular a Viktor Orbán, quien se declara abiertamente un ‘iliberal’? ¿Por qué en la reciente Conferencia Política de Acción Conservadora estuvieron presentes tanto Steve Bannon, un supremacista blanco sin tapujos, como Javier Milei, quien se dice liberal-libertario?

 

Para entender a este fenómeno, debemos remitirnos a la obra del historiador Enzo Traverso, autor de Los nuevos rostros de la derecha, y lo que él define como ‘postfascismo’. Lo primero es distinguir a los neofascistas, que son los que reivindican sin tapujos las figuras, nombres y símbolos del fascismo clásico: son los neonazis y el Ku Klux Klan, por ejemplo. Los postfascistas conforman un fenómeno reciente; al igual que los neofascistas predican el regreso a los roles de género tradicionales, el nacionalismo y la xenofobia, formas veladas de racismo y lgtbfobia y creen que una élite naturalmente superior debe tener el poder. Pero cambian en cuanto a su retórica y su iconografía. Truecan el amor al estado por una devoción al libre mercado; no hablarán de una ‘raza maestra’, pero sí estarán convencidos de que una libre competencia capitalista pondrá en su lugar a quien merece tener todo el poder y los privilegios. También reemplazan el ataque a una democracia decadente, por una exaltación a una “democracia verdadera”.

 

Éstos son los que han cooptado los nombres y símbolos del libertarianismo, del conservadurismo clásico y de otros movimientos de derechas que no son fascistas, creando un ambiente confuso y caótico en el que las líneas entre los postfascistas y los derechistas de otros tipos ya no están claras. Jeffrey Tucker, un periodista libertariano, lo ha denunciado:

 

«Están haciendo con el libertarismo lo que hicieron con Pepe la Rana o Taylor Swift: cooptarlos. Saben que ningún estadounidense normal va a congregarse en torno a la bandera nazi, así que toman la nuestra».

 


O sea, esto es justo lo que son personajes como Milei, Laje, Márquez y sus legiones de fanáticos en las redes sociales de habla hispana: postfascistas que han tomado la etiqueta de liberales o libertarios.

 

Bien, recapitulando, tenemos una idea de libertad de individual que en los hechos se traduce en que quien tiene poder económico pueda ejercerlo sin restricciones, y que los más desafortunados queden en el desamparo, lo cual a su vez se traduce en un fortalecimiento de las jerarquías. Súmale una retórica que se disfraza de inteligencia para acallar el pensamiento crítico y bloquear la apertura al conocimiento que venga de fuera de la propia burbuja ideológica. ¿Qué otra cosa más que un nuevo fascismo podía haber surgido de esto?

 

Y no estoy diciendo que el libertarianismo sea lo mismo que el fascismo. La izquierda también tiene la mala costumbre de agrupar a todas las derechas en un solo costal, y esto ni es justo ni es útil para analizar el panorama político. Lo que he dicho es que muchos postfascistas han adoptado los nombres y símbolos de libertarianismo para dotarse de una fachada de legitimidad y respetabilidad, para hacerse pasar como una opción válida en la arena política de la democracia liberal. Pero también que el libertarianismo es una ideología que favorece la perpetuación de las viejas jerarquías sociales, y que por eso es compatible con el conservadurismo y fue fácilmente cooptable por el postfascismo, y por eso muchos libertarianos caerán por el tobogán que deriva hacia el fascismo.

 

CONCLUSIÓN


Ultimadamente, el surgimiento de ideologías extremas es el resultado de la desesperación ante el estado actual del mundo, que parece en crisis perpetua desde 2008. A cambios sociales y tecnológicos acelerados se une un empeoramiento de las condiciones de vida y una gran incertidumbre sobre el mañana. Una incapacidad para imaginar un futuro distinto ha llevado a personas a tratar de revivir soluciones del pasado; hay neofascistas y postfascistas, pero también hay neoestalinistas que añoran el paraíso perdido de la URSS, y hasta los socialdemócratas han llegado a idealizar el Estado de Bienestar como algo a lo que se puede regresar con facilidad y como si esa época no hubiera tenido un terrible lado oscuro (por ejemplo, que esa prosperidad se sostenía en la segregación racial y el trabajo no remunerado de las mujeres). Los libertarianos, por su parte, quieren volver incluso más atrás, y algunos han adoptado ciertos puntos de la retórica libertariana (pocos impuestos, lazos voluntarios) para promover el regreso al feudalismo.

 

Si queremos combatir el nacimiento de ideologías reaccionarias, no será suficiente con refutar sus planteamientos, ni con combatir físicamente a sus seguidores más violentos (que es algo que deberemos hacer), sino que tendremos que trabajar para eliminar las condiciones que los crearon. Lo único que me queda claro después de repasar la historia del siglo XX, y de revisar la imaginación del siglo XXI, es que el futuro no se podrá construir repitiendo el pasado. Podemos buscar inspiración en aquello que se intentó y funcionó, pero no podemos simplemente trasplantar sistemas enteros de tiempos pretéritos hasta nuestro presente. Tendremos que imaginar algo nuevo.



Ya seas libertariano de la vieja escuela, o un reaccionario o postfascista que gusta de llamarse ’libertario’, tienes que darte cuenta de que el origen de tus problemas, frustraciones y precariedad es el capitalismo tal como ha evolucionado en las últimas décadas, que la respuesta no es “más capitalismo”, y que hay personas tratando de dirigir tu ira e indignación hacia los zurdos, las feministas y demás. Quieren usar tu frustración como un arma y convertirte en un tonto útil para millonarios y sus políticos falderos, y no pretenden darte libertad, sino un lugar de servidumbre en su flamante feudo.

 

Pero deberás darte cuenta pronto, porque hoy por hoy los ideales y los símbolos del libertarianismo se han convertido en herramientas para movimientos de odio que frenan los derechos de los grupos marginados, ponen en peligro su integridad y amenazan con regresarnos a la barbarie. Así que cualquier antifascista considerará enemigo a quien navegue bajo esa bandera, tanto la calle como en las redes. La hierba ya está muy alta y ya es hora de salir a cazar víboras.

 


FIN

¡Hey, gracias por leer! Este texto es parte de la serie Crónica de un Invierno Fascista y se publicó con anticipación para mis mecenas. Si te gusta mi trabajo y quieres recibir adelantos, puedes ayudarme con una subscripción mensual en Patreon. O también puedes hacer una sola donación en Paypal. Mientras tanto, te dejo con unos textos en donde se desarrollan algunos de los temas que tocamos aquí:


Además de la fuentes enlazadas, consulté algunos libros:
  • Historia de la teoría política de George H. Sabine y Thomas L. Thorson
  • Liberalism and Distributive Justice de Samuel Freeman
  • The New Faces of Fascism de Enzo Traverso
  • The Reactionary Mind de Corey Robins
  • Historia de la filosofía occidental de Bertrand Russell
  • Historia del siglo XX de Eric Hobsbawm
  • La sociedad abierta y sus enemigos de Karl Popper

5 comentarios:

Ognimod dijo...

Creo que se habla muy poco de un factor común que tienen todas las ideologías políticas de derechas; el no considerarse a sí mismas como derechistas, ni políticas, ni ideologías, sino como verdades inapelables que saltan a la vista a la que pienses un poco.

Hay personas superiores que nacieron para gobernar y personas inferiores que nacieron para ser gobernadas. ¿Que lo demuestre? No tengo que demostrarlo. ¿Por qué no? Porque es verdad. ¿Cómo lo sé? Porque salta a la vista, luego es imposible que no lo veas, luego si no lo ves es porque otros te cegaron, lavándote el cerebro con "ideas" -que yo defino como "lo contrario a la verdad"-.

Siempre que los libertarianos presentan "datos", 1) son recopilados por otros libertarianos para otros libertarianos para que puedan afirmar que sus ideas son la "verdad"; y 2) siempre son sobre índices de crecimiento económico privado y nunca sobre ninguna otra cosa.

"Lógica/hechos" no es más que la versión libertariana de "voluntad de Dios", "naturaleza", "A es A", "sentido común" y otras.

Ognimod dijo...

También: Creo que es preciso enfatizar en las similitudes, que son multitud, entre el libertarianismo y el objetivismo randiano, que incluyen: el individualismo extremo; la percepción de los ricos como seres superiores, fuertes, verdaderos motores del mundo, y todos los demás como inferiores y envidiosos parásitos; el aborrecimiento del Estado como favorecedor de los "inferiores" pero exhaltación de la policía y el ejército como protectores de los "superiores"; y el percibir sus ideas como verdades inalterales y auto-evidentes en vez de ideas.

Su única diferencia significativa es que el libertarianismo cree que le hace un favor a toda la sociedad al mismo tiempo y no solo al "individuo". El objetivismo tiene en cambio la cortesía de atreverse a decirte en tu cara que está esperando ansioso a que te mueras para bailar sobre tu tumba.

JoseMarinero dijo...

Primero - por favor - en usando pre-traducidos a castellano textos en ingles con la palabra Libertarian erróneamente traducido como Libertario que toman licencia editorial en corregirlo para leer correctamente Libertariano. Hay que ser consistente con el uso de términos dónde corresponde para mantener la distinción entre Libertario sinónimo de Anarquista contra Libertariano. Incluso el dibujo acerca nazis izq/ser el supuesto "libertario" es LIBERTARIANO.
Anarquistas jamás dudaron el extremo derecha de fascismo.
Faltaba hablar más de como las ideologías de Mises y Hayek y Rothbard forman la fundición del Libertarianismo. Y mientras no necesariamente es fascista en si - tiene una afinidad/ simpatía hacía Autoritario Totalitarianismo - mientras que sea privada. Mises agradeció fascismo para salvar la civilización europea. También opinaba era en vano negar que unas razas contribuyeron poco o nada al desarollo de civilización y que coerecion violenta era necesario mantener orden en la sociedad. Y Hayek, padrino del Neoliberalismo y asesor económico de Pinochet dijo famosamente prefería una dictadura con economía liberal que una democracia con mercado intervenido; fue quien dijo la justicia social es injusta; barbaridades como: ".. el sólo hecho de existir no otorga ningún derecho, y que, consiguientemente, los que no pueden acceder al mercado, no tiene derecho a ser auxiliados por la sociedad y el Estado [Hayek Friedrich (1988), La fatal arrogancia] De Rorhbard las ideas de Venta de órganos y bebés, trabajo infantil como un derecho de niños incluso libres drogarse y coger a cualquier edad, policía aplicar justicia instantánea... Hoppe abogando remoción físicamente de la sociedad quienes oponen "la economía liberal" incluso los con estilos de vida alternativas ...la lista de barbaridades continúa...esta gente son los Gurus de Milei.
Cabe mencionar que en la práctica la ideología que representan busca llegar a un Fascismo del Propietario y un Capitalismo Neofeudal.

JoseMarinero dijo...

De hecho he cruzado con gente que usaron esas mismas líneas jaja - hay solo una libertad; no existe Neoliberalism; AdolfH era socialista; Capitalismo reduce pobreza etc etc. y después de contestarles con unos datos pertinentes se quedaron callados.

Milei - los LIBERTARIANOS sugieren que está bien. ser egoísta, codicioso y egoísta, especialmente en los negocios, y que una mentalidad de ganar a toda costa es solo el precio de cambiar las normas de la sociedad. En otras palabras, ¡está bien ser un sociópata capitalista!”.

ANCAP = Atorrante Neofascista Capitalista Autoritario Paleo-libertariano

*El Credo del supuesto "ANCAP":
"De cada uno según su credulidad,
a cada uno según su codicia”

*LA JUSTICIA CAPITALISTA: A cada cual lo suyo y al que no tiene nada... nada!*

LIBERTARIANO
QUIEN SE CREE
LIBERTARIO
ES UN
LIBERTARADO!

Y UNAS SABIAS PALABRAS DE PROUDHON:

En cualquier sociedad dada, la autoridad del hombre sobre el hombre corre en proporción inverso de la inteligencia de esa sociedad”. (Pierre Proudhon)

Maik Civeira dijo...

Hola, José. Gracias por tus extensos comentarios. Te aseguro que los he leído todos. Es una buena aportación al diálogo. Saludos.

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