Arte de Anastasia Firsova |
No sé cómo pude haber pasado tantos años de mi vida sin
haber leído a las hermanas Brönte. Supongo que por el prejuicio,
bastante difundido, de que la suya es literatura ‘para mujeres’ y por lo tanto
cursi y aburrida. ¡De lo que me estaba perdiendo! Llegué a ellas en mi búsqueda
de literatura gótica que no fuera de horror ni sobrenatural y he
encontrado gratas sorpresas. A principios de este 2022 leí Cumbres Borrascosas de Emily, y ahora acabo de terminar con Jane
Eyre de Charlotte. Ambas me han fascinado, y aunque se siente el
parentesco entre las sensibilidades que nos dieron estas dos obras, en realidad
son muy distintas.
Escrita en primera persona, Janey Eyre nos cuenta la
infancia y primera juventud de su epónima protagonista. Huérfana desde pequeña,
padece la crianza de su mezquina tía Mrs. Rivers; pasa después sus años
de adolescencia en un internado de caridad para señoritas, y después se
establece como institutriz para la pupila del misterioso Edward Rochester,
por quien desarrolla angustiosos sentimientos románticos. En esta breve nota
haré algunos comentarios, pero sin revelar mucho de su trama, por si les llama
la atención y se animan a leerla.
Empezaré por lo primero que me cautivó de Jane Eyre: su
atmósfera completamente gótica. Como la narración está en primera persona,
naturalmente ahonda en la vida interior de nuestra protagonista. Pero hay
también muchísimas descripciones de paisajes y escenarios. Caserones en medio
de los páramos azotados por el viento y la lluvia, o antiguos edificios que se
hielan durante el invierno. La atmósfera sobrecoge el alma de la protagonista e
influye de forma contundente en sus estados psíquicos. Esta dualidad entre el
paisaje externo y la forma en la que impacta en el espíritu humano es algo
esencial del arte del Romanticismo gótico.
Como en muchas historias góticas, nuestra heroína estará
casi siempre bajo el poder de alguien más. En su niñez, de la antipática
tía que sólo a regañadientes le permite vivir en su casa. Después, del austero
clérigo que administra el internado y que somete a las estudiantes a rigores
que a veces le cuestan la vida. Por la mayor parte de la novela, del misterioso
señor Rochester, típico antihéroe gótico. Casi al final, de Saint John
Rivers, un hombre que en su búsqueda de la grandeza y la santidad adquiere
ciertos rasgos propios de un tirano.
Arte de Maud Taber-Thomas |
Como en tantas historias góticas, hay un oscuro secreto
que embruja la casona en la que se aloja nuestra heroína. Sucesos extraños e
inexplicables la ponen en el extremo de la suspicacia. Ciertos episodios de la
novela son indiscutiblemente siniestros. No hay presencias ni acontecimientos que
sepamos a ciencia cierta que son sobrenaturales (cuando mucho, se dejan en la
ambigüedad) y, sin embargo, las creencias en lo sobrenatural están
presentes en toda la obra. Fantasmas, brujas, criaturas del bosque, voces del
más allá… No sólo son referenciados, sino que la creencia en ellos tiene
efectos en las acciones y reacciones de los personajes. De forma indirecta, lo
sobrenatural casi siempre está presente en la novela.
Luego, claro está, tenemos a su protagonista. Jane es
descrita como menuda, oscura y no lo suficientemente bonita. En
contraste con su físico anodino, su mente la hace sumamente atractiva. Es
rebelde contra la autoridad tiránica y firme en cuanto a sus principios; es
honesta más allá de su propia conveniencia y de los convencionalismos de una
hipócrita sociedad decimonónica; es inteligente, talentosa y gusta de aprender
en una sociedad superflua en la que lo intelectual no es alentado en las
jóvenes. Es, definitivamente, una heroína a su manera, una gótica rebelde.
Así que obviamente no tardé en enamorarme de ella.
Uno de sus rasgos es su gran imaginación, que la hace tener algo
muy parecido a visiones en estado de trance. Estas visiones fantásticas,
rayanas en lo surreal, son descritas a detalle, y además Jane, que tiene
talento para el dibujo y la pintura, las plasma a todo color. Existe mucho fanart
que ha llevado a la realidad las pinturas descritas en la novela, que verán
casan a la perfección con la estética del Romanticismo gótico.
Arte de Karlee Rene |
Al mismo tiempo, esa imaginación, esa tendencia a tener
visiones, hacen que Jane sea una narradora poco confiable. Por momentos
el lector no está seguro de si lo que describe es real o figuraciones suyas, y
a veces ella expresa con toda naturalidad secuencias de razonamiento que no
parecen muy sensatas.
Sin embargo, como lector uno siempre está inclinado a
creerle a Jane y a ponerse de su parte en todo. Incluso a desear que su
tórrido romance con Mr. Rochester tenga un buen desenlace, aun sabiendo que
el tipo ha hecho de todo para ganarse nuestra simpatía. Es que, de hecho, Jane
es un personaje tremendamente carismático para un lector, incluso si no lo es
para los otros personajes; y creo que esto es porque, a diferencia de ellos,
podemos conocer su interior, y además vemos todo el mundo a través de sus ojos.
Pero esto también plantea un problema: ¿No está Jane manipulándonos? La poca
fiabilidad de Jane como narradora fidedigna es susceptible a ser interpretada
a varios niveles, y de hecho lo ha sido a lo largo de los años desde su
publicación en 1847.
Casi dos siglos no han pasado en vano, y algunas acciones que
Jane lleva a cabo se antojan incomprensibles para quien lea en estos
tiempos. En un momento de la novela, Jane renuncia a una oportunidad de ser
feliz, porque lo contrario implicaría abandonar sus principios y traicionarse a
sí misma. Es necesario hacer un esfuerzo por ponernos en su lugar, y tratar de entender
el trance en el que se encuentra, como lo haría alguien con los valores de
la sociedad victoriana tan interiorizados que ni siquiera le cabe
cuestionarlos. Entonces podemos sentir más agudamente lo trágico de su
situación.
Más difícil es comprender y perdonar a Mr. Rochester, y aún
más a la sociedad que le rodea. Rochester, como decía, es un personaje
típico de romanticismo. Poco atractivo a la vista, pero poseedor de una
gran fuerza y energía viril, una enorme voluntad y cierto magnetismo animal. Como
Jane, es un marginado, aunque por diferentes razones. Ella es una mujer pobre y
poco atractiva; él, un hombre rico, pero fastidiado del mundo, una fuerza de la
naturaleza con poca paciencia para los convencionalismos de la sociedad
respetable.
Arte de Anastasia Firsova |
Sin revelar cuál es el secreto que oculta en Thornfield
Hall, la mansión campestre de Rochester, diré que ahí se deja ver el
esperpento de la misoginia decimonónica, cuyos ecos se siguen sintiendo hasta
nuestros días. La sociedad puede perdonar el más inhumano de los tratos de un
hombre a la que se considera “su propiedad”, siempre y cuando se mantengan las
apariencias del sacrosanto matrimonio monógamo. Abominable.
La novela me estaba gustando más que Cumbres Borrascosas,
pero el último acto no me encantó. Sólo diré, con spoilers menores, que
los últimos diez capítulos (de casi cuarenta) me parecieron algo flojos, sobre
todo contrastando con la intensidad de toda la novela anterior. Todo se
resuelve gracias a un montón de convenientes coincidencias sin que
apenas medie la agencia de nuestros protagonistas. No estoy en contra de los
finales felices; de hecho, me encantan las historias que te recompensan con un
final feliz después de someterte a duras emociones, como lo hace ésta. Pero me
gusta que este final sea ganado por los protagonistas, no que les sea regalado
por los caprichos del destino. Por otra parte, pensándolo bien, quizá Jane, al
haber padecido tanto, al haber emprendido esa odisea de crecimiento personal,
se hace merecedora de tal desenlace.
Jane Eyre es una de las novelas más importantes de la
literatura inglesa. No es el primer bildungsroman, o novela de
iniciación, en la que asistimos al crecimiento de un personaje desde la
niñez y la adolescencia, y lo acompañamos a través de los vericuetos que le llevarán
a transitar hacia adultez. Pero sí es la primera obra de este tipo narrada en
primera persona, que permite al lector asomarse a la efervescente, y a veces
confusa, vida interior de la protagonista y conocer su psique de primera mano.
Además, es el primer personaje femenino desarrollado de esta manera.
Es un libro tremendamente popular e influyente. No me
sorprende que haya sido objeto de múltiples adaptaciones cinematográficas
a lo largo de las décadas, entre las que destaco la de 1943 dirigida por Robert
Stevenson, con Joan Fontaine y Orson Welles; y la de 1996, dirigida por
Franco Zeffirelli, con Charlotte Gainsbourg y William Hurt. Lo que sí me
sorprendió es que hubiera tantas, tantísimas obras escritas a partir de Jane
Eyre, entre secuelas, precuelas, reimaginaciones y demás, que incluyen
versiones eróticas, paródicas y hasta de ciencia ficción. Entre tantas,
sobresale Ancho mar de los Sargazos de la escritora
caribeña Jean Rhys, una novela poscolonial que ofrece nuevas perspectivas sobre
uno de los personajes más trágicos y peor tratados de la novela original.
Posdata: Leí esta novela en una bonita edición de la
Colección Fractal de Editores Mexicanos Unidos. Bonita, sin duda, en pasta
dura, papel oloroso y un lindo diseño de portada. El trabajo de traducción, por
desgracia, es terriblemente malo. El texto está lleno de errores, muchas veces
con traducciones literales de expresiones idiomáticas que quedan como
sinsentidos. Los errores más comunes son de concordancia de género, y el cambio
aleatorio del ‘usted’ al ‘tú’ en los diálogos. Así, podemos encontrar frases
del estilo de “Mi tía está muy enfermo” o “Usted no eres muy amable”. Ocurre a
cada momento y te saca de la lectura. Absolutamente atroz.
Diferentes tomos de la misma Colección Fractales se
estuvieron vendiendo a muy buen precio en las librerías de Mérida. Conocidos
que compraron otros títulos me dijeron haber encontrado la misma clase de
errores en sus ejemplares. Sospecho que estas carencias se deben a que en el
mercado editorial los traductores están sobrecargados de trabajo y mal pagados.
Como sea, les recomiendo que NO compren libros de esa colección, por lo menos
hasta que se haga una reedición corregida.
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