Cuando empecé a hablar de estos
temas, usaba el término neostalgia, aprendido del amigo de un amigo,
porque se refería a cómo mi generación, que en ese entonces andaba en sus primeros
veintes (estábamos en la uni), añoraba tan intensamente sus infancias y sus
adolescencias en los 80 y 90. O sea, teníamos conciencia que era inusual que
gente tan joven sintiera tanta nostalgia.
Bueno, pues nunca lo superamos.
Soy Millennial viejo, o Xennial, y ya me estoy acercando al cuarto piso. La
neostalgia ya es nomás nostalgia llana y mi generación la sigue cultivando
igual que como cuando teníamos veintitantos. Si acaso, se nos han ido sumando
más y más cosas del pasado que añorar. La nostalgia Millennial
por los 80 y 90 ha marcado la cultura pop de todo el siglo XXI.
Tan es así, que al abordar el
tema de la nostalgia podemos estar hablando de dos cosas. Por un lado, podemos
recordando cómo eran “aquellos tiempos”, reseñar o analizar los productos
culturales del pasado y cómo nos han impactado. Eso es lo que hecho en textos
como:
Por otro lado, podemos enfocarnos
en cómo hoy en día existe una cultura que exalta la nostalgia, cómo ésta
impacta en la creación de nuevas obras y qué dice esto de nuestro mundo
presente. Es precisamente lo que vamos a hacer hoy.
Recordar el pasado es una
sensación agridulce. Es bonito, porque los recuerdos lo son, pero duele un poco
porque sabemos que no nunca podremos regresar exactamente a esos momentos.
Podemos ver Thundercats en VHS en un televisor vintage, o podemos jugar Mega
Man X en nuestra bien preservada Super NES, pero nunca jamás podremos
volver exactamente a sentirnos como en nuestra infancia. Pero eso está bien,
así es la vida y no queda más que aceptarlo.
Pero resulta también que no nos
basta volver a consumir los productos de cultura pop de aquella época, ni
simplemente volver a usar los artefactos o regresar a los lugares donde
crecimos. Entonces nos da por crear nuevo arte, inspirado en nuestras
memorias y en la poderosa nostalgia que nos producen.
Además de secuelas o refritos de
viedoejuegos, series o películas de los 80 y 90 (que nos inundan cada año),
están nuevos productos, como Stranger
Things y Ready
Player One, que se inspiran y homenajean la cultura pop del pasado. El fanart
de productos de cultura pop de los 80 y 90 es abundantísimo. Ahora no creo que
tenga caso enfocarse en todo ello. Lo que quiero es compartir con ustedes la
obra de algunos artistas de Internet que se han dado a la tarea de recrear, de
una forma muy especial, pedazos de nuestros ayeres.
El primero en nuestra lista es Rachid Lotf, un artista digital oriundo de
Marruecos. Sus creaciones buscan recrear la experiencia de ser un chico creciendo
en los ochenta, noventa y primeros dosmiles. Su especialidad son las
habitaciones, tapizadas de piso a techo con memorabilia de la cultura pop de la
época correspondiente.
Lotf y yo nacimos el mismo año. A
diferencia de la mayoría de los artistas que veremos aquí, que son anglosajones,
nosotros pertenecemos a países que se encuentran a la sombra de potencias
imperialistas, y no en donde se crearon esos artefactos. Sin embargo, a un
océano de distancia, puedo sentirme identificado con él a través de su arte. Es
claro que, gracias a la globalización, ambos crecimos con los mismos referentes
culturales. Estoy seguro de que es el caso de muchas personas en todo el mundo,
porque él es un artista sumamente popular.
Hay algo de conmovedor en esto,
pero también algo inquietante. Por un lado, qué bonito que personas tan lejanas
en el espacio, con orígenes culturales tan distintos, tengamos las mismas
referencias y podamos encontrar el mismo espacio acogedor entre ellas. Por
otro, nos habla del poder omnímodo del capitalismo y del imperialismo cultural,
que homogeneiza las experiencias de tantas personas en todo el mundo, y que nos
deja como señas de identidad productos de consumo de masas.
Por supuesto, las recreaciones
que hace Lotf son idealizadas. ¿Quién podría haber tenido un cuarto así, con
tantos juguetes, tantas consolas, tantos afiches? No creo siquiera que un niño rico
pudiera acumular tanta parafernalia, simplemente no existía o no era fácil de
conseguir, y los padres no eran tan indulgentes.
De hecho, ante estas recreaciones
de “cómo se veían los ochenta” de los productos nostálgicos, han aparecido
publicaciones de personas que sí crecieron en esa época señalando que en
realidad un “cuarto de los ochenta” habría sido una cosa mucho más mundana.
Y es que sucede que Busyet se
inserta en el movimiento artístico de internet conocido como Vaporwave, surgido
alrededor de 2011 entre comunidades en línea. En vez recrear el momento
histórico, el Vaporwave busca evocar la estética de ciertas expresiones que,
vengo a enterarme, tienen su origen en el diseño de Memphis Milano, en la
década de los 80, y que hizo escuela a lo largo de los últimos años del siglo
XX. Este tipo de diseño no era tan común en la vida cotidiana; llegué a verlo
en las portadas de las libretas y de las carpetas trapper keepers, el alguna que otra prenda de ropa,
en el set o las animaciones de programas de TV, en algunos afiches o patrones
decorativos en tiendas y, si acaso en lugares turísticos como Cancún.
Varios artistas digitales se
dedican a reimaginar, en esta estética tan saturada, espacios que se han
perdido, en especial los que remiten a los hábitos de consumo y ocio de nuestro
pasado: la arcadia de videojuegos, la tienda de renta de videos y el centro
comercial.
Normalmente, estos espacios
aparecen vacíos de personas, lo que les da una atmósfera fantasmal, como si
estuvieran congelados en el tiempo o hubieran sobrevivido a una hecatombe. Son los
famosos “espacios liminales” que se han vuelto tan populares en la cultura y el
arte de Internet. Son aquellos espacios por los que pasamos todos los días,
pero no para permanecer en ellos y ciertamente no para fijarnos mucho en la
edificación en sí. Sin embargo, son muy importantes para nuestras vidas
cotidianas. O lo fueron, como en el caso de estos locales comerciales. Es por ello que verlos sin gente resulta
desconcertante.
En Estados Unidos los centros
comerciales han ido desapareciendo en las últimas décadas, hasta el punto que
sus ruinas se convierten en espacios romantizados para explorar o hacer
sesiones fotográficas. En México éste no ha sido el caso, pero lo cierto es que
la decoración y la arquitectura han cambiado mucho desde los 80 y 90, así que
las recreaciones de esos espacios siguen evocando nostalgia. Además, los
centros comerciales de hoy son cada vez más exclusivos, más enfocados al
consumo de lujo para las clases más adineradas, y alejados de la cotidianeidad
de la clase media.
Otros artistas han tomado caminos diferentes y uno de mis favoritos es el de la estética retroux (retro + faux = falso retro), que se refiere a obras creadas adrede para aparentar haber sido hechas en épocas pasadas. Probablemente nada grite
“finales del siglo” como los videoclubes. No de a gratis el YouTuber James Rolf, especializado
en contenido nostálgico, tiene como set una tienda de VHS y DVD, que despliega
su colección personal de videos y juegos. No es el único que ha tratado de
reconstruir estos espacios perdidos en el tiempo. El artista de efectos
especiales Andrew
Glazebook construyó una tienda en miniatura.
Lo propio hizo la diseñadora de
videojuegos Melissa Kay:
@mechamini new miniature video store I made for a 90s art tribute show! #miniatures #vhs #videostore #blockbuster #horror #80s ♬ Goodbye Horses - Q Lazzarus
Con diseños, formatos, tecnología y materiales del pasado, algunos artistas han creado artefactos que reimaginan productos culturales de la actualidad como si hubieran existido en décadas anteriores. Por ejemplo,
este artista, bajo el nombre artístico de dvglzv, imagina series de TV
y películas como si fueran viejos cómics de los 70 y 80.
Otro artista, Matt Stevens,
toma películas actuales e imagina cómo se habrían visto en forma de libros
viejos en pasta blanda, de los que podrías encontrar en una librería de usados.
La estética que recrea es más propia del minimalismo de los 70. Había libros
así en casa de mis padres, tíos y abuelos, así que, aunque no son estrictamente
hablando “de mi época”, sí que me remite a eras pasadas. Además, amo los libros
viejos.
Algo parecido hace Timothy Andrews, excepto que él
se enfoca en películas de ciencia ficción y las recrea como si fueran novelitas
pulp de mediados del siglo XX.
De lo que más me gusta de estos
artistas es que no solamente crean estas imágenes, sino que les dan la
apariencia de estar desgastadas por el tiempo y el uso, como si de verdad estos
objetos hubieran sido vendidos, comprados y disfrutados por un público, el cual
bien podríamos haber sido nosotros mismos.
Esto se aprecia mucho en el arte
de Steelberg, quien recrea
cujas de VHS para películas modernas. Lo que más me gusta es que no se limita a
imprimir el póster oficial de la película en la carátula de un cassette de VHS,
sino que de hecho recrea los estilos de diseño que tenían las cujas en los 80 y
90. Para ello selecciona las imágenes que mejor corresponden con las que los
diseñadores de antaño habrían puesto en la portada.
Steelberg también reimagina
videojuegos modernos como si hubieran sido lanzados para el Sega Genesis.
En la misma línea, StarRovias ha recreado
juegos nuevos como cartuchos para la Atari 2600. StarRovias tiene un tino
inusual para encontrar arte pulp y fantástico preexistente que represente a la
perfección el concepto de algún juego contemporáneo, y al mismo tiempo
corresponda con la estética que utilizaba Atari para sus cartuchos. De hecho,
es tan bueno que la primera vez que me topé con sus obras en la red pensé que
de verdad eran versiones antiguas de juegos que ya conocía.
De forma similar, Brian Altano y Brian
Miggels imaginaron cómo se verían los juegos modernos si hubieran sido
hechos para la Atari 2600. A veces las cujas, en vez de arte creado ex
profeso, simplemente exhibían una imagen de cómo se veía el juego en sí, en
toda su gloria pixelada. Altano y Miggels se dieron a la tarea de imaginar cómo
se habrían visto esos videojuegos de haber existido para una consola cuyo poder
de gráficos era limitado a unos cuantos bits.
Muy a menudo las tendencias
estéticas de una época están determinadas por las limitaciones de la tecnología
disponible. Por ejemplo, el aspecto de las viejas revistas de historieta estaba
determinado por la potencia de las imprentas y los costos de impresión. Esto es obvio, por ejemplo, en el caso de los
videojuegos, en los que cada generación de artistas ha hecho su mejor esfuerzo
para darnos imágenes claras, comprensibles y hasta hermosas con la mucha o poca
resolución con la que estuvieran trabajando.
Quienes crecimos con los visuales
de los antiguos videojuegos apreciamos su encanto. No es de extrañar que en
nuestros tiempos se desarrollara el pixel art, imágenes hechas pixel por pixel, como si fueran capturas de pantalla de juegos de Super NES o Play
Station. En lo particular me gusta mucho Pixel Past, quien crea imágenes de espacios de la vida cotidiana, como la habitación, la oficina o la tienda, pero los hace ver como imágenes sacadas de videojuegos de los 90:
Los Internetz están llenos
también de imágenes, animaciones y videos que pretenden recrear el aspecto de
la tecnología pasada, como la textura de los televisores CRT, los modelos en 3D
de pocos polígonos (onda Nintendo 64), la distorsión de las cintas en VHS y un
largo etcétera.
El aspecto, el sonido y el modo
de juego de los videojuegos antiguos no es sustituido por los juegos modernos,
como todo buen retrogamer sabe. A lo mejor sustituyes tu laptop y tu
celular por aparatos más nuevos, pero sabes que tu vieja Super NES es una cosa
única en el mundo. En un afán por homenajear o revivir la experiencia de los
videojuegos a la antigua, algunos artistas en redes hacen fabulosos ejercicios
de imaginación: ¿Cómo sería este nuevo juego si hubiera existido en los 80 o 90
para una consola mucho más primitiva? Las creaciones van desde falsos
screencaps hasta animaciones de cómo sería el gameplay.
Algunos artistas van tan lejos
que hacen demakes, que viene a ser lo contrario de un remake. O
sea, en vez de volver a hacer un juego clásico con mejores gráficos y
compatibilidad con nuevos equipos, hacen una versión completamente jugable para
emuladores de consolas antiguas. Como esta versión de Smash Bros.
diseñada para Game Boy.
Por último, tenemos que hablar de
la música. Vaporwave y Synthwave (y sus géneros hermanos e híbridos) tienen también sus expresiones musicales, muy
variadas, con subgéneros y mezclas. La historia de sus orígenes y evolución es
algo que valdría la pena explorar en otra ocasión. Por el momento quiero
hablarles de mi banda de Synthwave favorita, The Midnight. Se inspira en la
música electrónica ochentera, especialmente en la usada por bandas sonoras de
películas como Blade Runner, y en temas de la infancia perdida.
La nostalgia y el estilo retro se deja ver también en los diseños de las
carátulas de sus discos.
Ésta es mi canción favorita, Kids, que
incluye estas melancólicas líneas:
Kids are sad, the
sky is blue;
There’re monsters
in the spare bedroom.
Kids grow up and
move away;
They closed the
plant, then the mall arcade.
Kids are sad,
their parents too,
Kids get high in
the spare bedroom.
We grow up and
move away,
The seasons pass
but the monsters stay.
Al final quedaría preguntarnos
cuál es el sentido de todo esto. Incluso habrá personas que se cuestionen si
estos trabajos siquiera cuentan como “arte”. Yo no lo sé, no soy teórico, pero
desde mi ignorancia puedo decir que a mí me parecen arte, por lo menos los
mejor logrados.
En un video sobre Hauntología,
el YouTuber de filosofía Jonas Čeika habla de cómo nuestro pasado embruja (haunts)
nuestro presente en este siglo XXI tan bañado de nostalgia. Esto, nos dice, es muestra
de nuestra imposibilidad para imaginar nuevos futuros. Hasta la ciencia ficción
se ha vuelto nostálgica, con todas las corrientes retrofuturistas inspiradas en
cómo las décadas pasadas imaginaban el futuro. Y esta cancelación del futuro es
a su vez resultado del capitalismo salvaje que, desde finales del siglo XX, se
ha esforzado en borrar de nuestra imaginación cualquier alternativa a este
modelo económico, que no nos promete más que vigilancia supertecnológica,
concentración del poder y la riqueza en cada vez menos personas y catástrofe
ecológica inminente.
De todos modos creo que hay
mérito en estas creaciones, pues aunque se inspiran en el pasado, no están exentas de creatividad y hasta de sentido crítico. Estos artistas celebran
productos culturales creados por grandes corporaciones capitalistas que
monopolizan nuestra imaginación, es cierto. Pero también se apropian de estas
imágenes, estos nombres y estos mitos, y hacen algo nuevo con ellos, ignorando
las leyes de propiedad intelectual como si no existieran, como gritando “¡esto es
nuestro y ustedes no lo pueden poseer!”.
En fin, aunque creo que llevada
al exceso la nostalgia nos puede enajenar del mundo real o cerrarnos a lo
nuevo, no veo mal que recurramos a estas creaciones para buscar refugio de un
presente que para mi generación ha sido tan difícil. Así pues, tomémonos un
momento de hoy para reposar en estas atmósferas creadas por nuestros artistas
contemporáneos. Mañana podremos seguir luchando.
4 comentarios:
Excelente texto, yo nací en 1975 y disfruto también de los remakes, de la música de sintetizador y del pixelart, pero creo que si hay movimientos que buscan ser auténticamente "punks" (en el sentido de rebelión) como el solarpunk que habla de un futuro equitativo parara todos, que se alejan de esta nostalgia y buscan proponer otras visiones. Es bonita la neostalgia para un rato de ocio, pero no para vivir en ella.
Muchas gracias por leer y comentar :)
Estaría chido alguno mexicano con portadas de películas nuevas estilo el mil chistes, o esas películas mexicanas con títulos de albur
Ma'! Sí estaría padre!
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