¿Por qué hablar de Harley Quinn?
La serie animada, protagonizada por la que otrora fuera simplemente conocida
como “la novia del Guasón” ha recibido muchos elogios y se ha vuelto muy
popular, y por eso fue una de las primeras cosas que vi apenas tuve acceso a
los contenidos de HBO Max. Por cierto, eso de “sabemos que ser cliente
Infinitum es una joda, así que te regalamos seis meses de HBO gratis” fue algo
bastante considerado, Telmex; bien ahí.
La serie me resultó divertida desde un
inicio, me encantaron los personajes, y pues soy un nerd de DC, así que esto es
mi mero mole. Al principio, todo iba normal, un producto típico de una época en
la que animación para adultos ya no se reduce a Los Simpson y sus
múltiples imitadores. Así, la estaba disfrutando como algo entretenido, con
humor muy inteligente (y muy negro), para relajarse y pasar el rato.
Pero como a la mitad de la segunda
temporada empecé a notar un cambio. Cuando me di cuenta, el humor ya no era el
único ni el principal objetivo de la serie. Sí, seguía siendo ultraviolenta e
irreverente y con chistes buenísimos, pero también se puso intensa, cada vez
más compleja y más profunda, emocionalmente hablando.
Esa pelea entre Batman y Bane fue más
brutal que cualquier otra cosa que hayamos visto con esos personajes en medios
audiovisuales. Ese capítulo con Mister Freeze es tan conmovedor como la clásica
Corazón de Hielo de la serie animada de los 90. Esa retrospectiva de
cuando Harley conoce al Joker nos da una de las versiones más aterradoras del
personaje, sin nada que pedirle a la interpretación de Heath Ledger. Sin darme
cuenta, había pasado de reírme a llevarme las manos a la cabeza diciendo “¡Berga,
pero qué demonios!”.
Fue entonces que me di cuenta de que Harley
Quinn no era nada más una caricatura chistosa; es una de las mejores series
animadas para adultos que he visto en años. Si bien el humor negro con
cubetadas de sangre por doquier bien podría hacerla parecer de la categoría de Rick
y Morty, en realidad es mucho más cercana a algo como Bojack Horseman:
una historia que inicia como pura comedia y termina haciéndote pensar, lo
quieras o no, en el sentimiento trágico de la vida.
Así que, acompáñenme para platicar de
algunos de los aspectos que más me impactaron sobre Harley Quinn
(advierto que habrá algunos spoilers menores). Empecemos por el humor de la
serie. Para quienes se quejan de que en estos tiempos ya no puede haber humor
negro les reto a verla. Ésta es una serie que inicia con Joker y Harley
masacrando alegremente a un montón de ricachones, con lujo de sangre, vísceras
y desollamiento. El resto de la serie es así y no refrena sus golpes.
Pero hay grandes diferencias entre este
humor negro y lo que la bandita de la generación de concreto lamenta que se ha
perdido. Aquí se denuncia de lo que las series edgy de los primeros dosmiles celebran.
O sea, donde series de hace un par de décadas (digamos, La casa de los dibujos)
harían un chiste sexista, esta serie hace chistes sobre el sexismo,
haciendo quedar a las actitudes sexistas y las personas que las tienen como el
blanco de las bromas.
Por ejemplo, gran parte del chiste de
los primeros capítulos de la serie es cómo el machismo opera en contra de
Harley y sus deseos de ser tomada como una supervillana por mérito propio. No
importa lo que haga, siempre está a la sombra del Guasón. La Legión de la
Maldad tiene a una sola mujer y Luthor ni siquiera recuerda su nombre (es
Cheetah, por cierto, pero sólo lo sabemos porque la vemos en el fondo).
Constantemente vemos a otros villanos, pero también a policías, políticos y los
medios, con la clase de actitudes y comentarios sexistas que abundan en la
cultura contemporánea; las supervillanas también tienen que enfrentarse a un
techo de cristal.
Claro, esto ha hecho enfurecer a buena
parte de la nerdiza, que ha considerado a la serie un ejemplo más de la
propaganda feminista con la que los progres están destruyendo la cultura pop. Y,
por supuesto, Harley Quinn se toma un capítulo para burlarse de estos
perderores.
Una de las mejores puntadas de la serie
es que, a pesar de que nuestros protagonistas son villanos capaces de matar a
un enemigo sin miramientos, el statu quo es siempre un mal mucho peor. Los
políticos son corruptos, los empresarios son explotadores, el sistema
carcelario es atroz, el sexismo permea la cultura por todas partes y la gente
común (villanos incluidos) vive en constante inestabilidad económica. Fuera de
monstruos absolutos como Joker, hay fuerzas mucho más perversas en el mundo que
estos coloridos personajes, los cuales también tienen que buscar empleo (aunque
sea en el crimen), pagar la renta y competir por atención mediática en un mundo
en el que no eres nadie si no te haces viral en Internet.
Cuando el Guasón toma control de la TV y
crea su propio noticiero, Hiedra dice “Bueno, por lo menos no es la cadena de
noticias más malvada que hay”, haciendo referencia a Fox News. El viejo agente
de la CIA, Sy Borgman sugiere terminar alguno de los trabajos inconclusos de
Henry Kissinger, a lo que Harley dice “Somos criminales, ¿pero somos criminales
de guerra?”.
King Shark pasa unos días tras las rejas
y denuncia los horrores del sistema carcelario industrial. Y cuando Bane crea
su propia prisión (inspirada en el pozo que vimos en The Dark Knight Rises)
la administra de forma humanitaria, con un enfoque en la rehabilitación y no en
el punitivismo; un lugar mucho más humano que el fallido Asilo Arkham, que
nunca logra ni contener a sus internos ni ayudarlos en lo más mínimo.
No tengo duda de que gran parte del
éxito de la serie está en que sus personajes, a pesar de ser literalmente
villanos de cómics, tienen mucho en común con su público. Enfrentan la clase
problemas que aquejan a los jóvenes adultos del mundo real: relaciones tóxicas
de pareja y de familia, inseguridades varias, problemas para conseguir empleo o
independizarse, la búsqueda del “quién soy”, el miedo al fracaso… Los peques
que crecimos con Batman: la serie animada ahora tenemos la edad de los
personajes que estamos viendo en pantalla, y también sus angustias y crisis
existenciales.
De todos los personajes, la misma Harley
Quinn (Kaley Cuoco) es quien aparece menos modificada en esta nueva versión.
Después de todo, desde hace algunos años que el arco argumental que la define
es precisamente su emancipación del Joker y la búsqueda de su propia identidad.
Es, para ella, el equivalente a la historia de Bruce Wayne para consolidarse
como Batman, o del joven Clark Kent para decidir a convertirse en Superman. Para
ser quien pueden llegar a ser, Harley tiene que dejar una relación abusiva y
superar a su ex.
No es nada fácil; el Guasón es un
psicópata narcisista, un experto manipulador, y Harley tiene muchas heridas que
él explota. Ella fue una promissing young woman, una atleta de nivel
olímpico y una profesionista sobresaliente que se doctoró a muy temprana edad,
pero viene de una familia disfuncional, y padeció a un padre que la saboteaba,
coetáneos que la acosaban, jefes y compañeros de trabajo que no la tomaban en
serio. Todo eso la vuelve vulnerable a los chantajes del Joker y la torcida
promesa de que él es el único que la va a querer. En la primera temporada
veremos a nuestra protagonista caer más de una vez, experimentar retrocesos en
su proceso de sanación que, como sabemos, nunca es lineal.
La interpretación de Alan Tudyk como el
Guasón me sorprendió: por un momento pensé que era el mismísimo Mark Hamill de
vuelta en el papel. Éste es el Joker caótico y multifacético que sólo los
mejores escritores son capaces de lograr; aterrador, sin duda, incluso seductor
en ciertas ocasiones, pero en otras simplemente divertido. No es, sin embargo,
el Joker todopoderoso que los cómics han creado en los últimos años, ni el
infalible amo del crimen que siempre va un paso delante de todos. Sus debilidades
son expuestas y nada lo hace más frágil que su propio egocentrismo. Por último,
él reproduce un montón de conductas y actitudes tóxicas típicas de los novios abusivos.
Al final, este payaso no es más que un vato que abusa de los demás, en especial
de su pareja, para sentirse poderoso.
En el equipo de Harley está King Shark
(Ron Funches), que cumple el papel del gentil gigante del grupo, un grandulón
capaz de arrancar cabezas de un mordisco, pero que tiene un alma muy sensible,
y cuya mayor aptitud no es su fuerza física sino su conocimiento de
computadoras. Luego está Clayface (también Alan Tudyk), bastante nerfeado en
esta versión, que se cree un gran actor de carácter, y que también tiene un
gran corazón. Los dos me parecen absolutamente adorables.
En oposición tenemos un personaje como
el Doctor Psycho (Tony Hale); es un megalómano arrogante, misógino y racista
que se cree mejor que el resto. Mientras otras series, como Rick y Morty,
lo ensalzarían como el tipo que siempre tiene la razón y pendejea a los otros
porque es un genio, Harley Quinn golpea, humilla y pone en su lugar a
Psycho a cada rato. Es gracioso porque es el blanco de los chistes las más de
las veces. Sus únicos dos destinos posibles eran reformarse y volverse menos
cretino o pasar a ser antagonista.
Sy Borgman (Jason Alexander) es un
personaje al que yo no conocía y que me sorprendió descubrir que ya existía en
los cómics. Es un anciano exagente de la CIA que tiene partes cibernéticas a
las que su cuerpo envejecido ya no puede cargar, por lo que necesita una silla
de ruedas. No me cayó muy bien el personaje, ni me gustó mucho cuando lo fueron
incluyendo más y más en las historias.
Hablando de Borgman, hubo otras cositas
de la serie que no me gustaron. No me agrada el humor escatológico, y para mí
esa canción sobre lo bonito que es cagar en el mar se me hizo un punto bajo
para la serie. Tampoco soy muy asiduo al “humor de masacre”, en el que el
chiste es que un montón de gente inocente sea masacrada brutalmente con lujo de
sangre y vísceras. Es que se me hace un recurso facilón que cansa muy rápido.
Entiendo que ése es el estilo de humor de la serie y que es precisamente lo que
le gusta a los fans, así que no espero que lo cambien ni nada.
Tampoco me agradó mucho lo que hicieron
con Jim Gordon (Christopher Meloni). Me parecía brillante que lo hicieran un
alcohólico con estrés postraumático, en vez del policía perfecto con temple de
acero al que estamos acostumbrados. Después de todo, ha tenido que ver mucha mierda loca en Gotham. Pero no me gustó que lo hicieran tan
patético e incompetente, tan a menudo el blanco de los chistes. De nuevo, eso es cuestión de gustos y estilos, no un
defecto de la obra en sí.
En cambio, sí me gustó mucho lo que
hicieron con Bane (Jason Adomian). Es cierto que lo mutan del brillante
estratega e invencible luchador a un grandulón bobo al que nadie toma en serio,
pero es uno de los personajes más empáticos de la serie. Me encanta cómo se
vuelve tan paternal y protector con Hiedra y Harley, y es mucho mejor persona
que Dos Caras o Joker. El que hayan decidido ponerlo a hablar como Tom Hardy en
The Dark Knight Rises lo hacen el doble de divertido y adorable.
Batman (Diedrich Bader) es tan Batman como siempre, aunque la serie sí se burla de él de vez en cuando, en particular de su lado autodestructivo y su arrogancia (y tiene ciertas actitudes de niño rico mimado que dan mucha risa). Alfred (Tom Hollander) sí que es estupendo como siempre, más sarcástico que de costumbre, si es posible, sin tapujos para decirle al amo Bruce que está siendo un necio.
Creo que al único
personaje al que la serie no ridiculiza es a Barbara Gordon, Batgirl (Brianna
Cuoco). Optimista y esperanzada, capaz de sacar del atolladero tanto a Batman
como a su padre Jim Gordon. Y sí, claro que sí: una joven heroína, casi un
adolescente, estaría haciendo streaming de sus hazañas en las redes
sociales y convirtiéndose en una celebridad.
Mi personaje favorito de la serie es
Hiedra Venenosa (Lake Bell). Amé lo que hicieron con Pamela. De años de ser la
típica femme fatale, un súcubo seductor que envenena a los hombres, pasó
a ser aquí el personaje más sensato y centrado de la serie, una mujer brillante
y muy competente. Ni una sola vez utiliza su sexualidad como arma. Es la
contraparte perfecta para la alocada y caótica Harley, y juntas hacen una
pareja de ensueño. Porque claro, otro de los ejes de la serie es presenciar
cómo pasan de ser mejores amigas a enamorarse.
Eso sí, aumentaron los poderes de Hiedra
como nunca había visto. En los cómics que yo leía de chavo ella sólo podía
exudar venenos, alucinógenos y feromonas hipnóticas. Para crear plantas
monstruosas requería de un laboratorio. En esta serie es capaz de convertir
cualquier materia vegetal en un monstruo tentacular, lo que la convierte en uno
de los villanos más poderosos de Ciudad Gótica
Me encantó su relación con Kiteman,
quien parecía al principio un perdedor total y luego resultó ser uno de los
personajes más atentos y nobles. Hiedra le tomó un cariño sincero, pero es
claro que eso no era amor; era sólo que él fue el primero en ser bueno y
amoroso con Pamela, una mujer que por su pasado traumático pensó siempre ser
una misántropa solitaria.
También Harley tenía problemas para
creer en las relaciones de pareja, hasta que conoció de primera mano la
historia de Nora y Victor Freeze. En el emocionante episodio en que el Señor
Frío se sacrifica por su esposa Harley aprendió que su experiencia tortuosa en
una relación abusiva y violenta no significa que no es posible encontrar el
amor.
Ha sido increíble ver cómo en esta serie
animada hay un desarrollo de personajes que casi nunca se permiten en los
cómics, en los que siempre debe haber un “regreso a la normalidad”. Aquí los
personajes pueden crecer, cambiar o hasta morir.
Mi momento favorito de Hiedra es cuando
tiene que hacer un stand up como distracción para que ella y Harley
puedan escapar de la prisión de Bane, y termina dando un discurso que capta la
angustia de toda una generación. Les dejo con él:
“Bueno, de hecho subí al escenario para organizar un
motín. Iba aprovechar el motín como una distracción para escapar en el
helicóptero de George López. Ahora que lo digo, me doy cuenta de lo estúpido
que suena eso. Nunca voy a salir de aquí, ¿verdad?
He pasado toda mi vida desconectada de mis
sentimientos. Estaba viviendo en un pozo emocional. Pero eso me gustaba,
¿saben? Porque estaba segura, a salvo, y nadie me iba a poner un sombrero de
lana. Supongo que acepté que estar sola era lo mío.
Y entonces algo pasó. Hice amigos… Me comprometí… Soy
de las que ha hecho el amor en una cometa al vuelo… Un consejo sobre el sexo a
3000 metros de altura: no lo hagas al viento. Y estaba pensando en si era
feliz. Era realmente feliz. Era como si hubiera salido de mi pozo emocional.
Y entonces, ¿qué pasa? ¿Dónde me pone el universo? Exacto,
en el Pozo. Y, por mucho que cambiemos aquí abajo, por mucho que pongamos
nuestras malditas camas, o pasemos el palo para hablar, seguimos atrapados en
este Pozo. ¡Y, encima, con Bane! ¡Este tipo!
Trabajé muy duro para salir de un pozo, sólo para
terminar en otro. La vida es sólo un gran pozo del que ninguno de nosotros
podrá escapar nunca. Un pozo jodidamente grande, del que no se puede salir. Y
ahí es donde estamos atrapados, para siempre.”
Minutos más tarde de este discurso con
el que seguramente muchos de nosotros podemos sentirnos identificados, Hiedra,
la que se había cerrado a la posibilidad de amar y ser amada, y Harley, la que
pensó que nunca podría salir de la sombra de su novio abusivo, logran escapar del
Pozo y se dan su primer beso. Sí hay salida, después de todo.
Más para seguir nerdeando y reflexionando:
3 comentarios:
Me está encantando la serie. Y me encantó tu reseña.
Coincido contigo en lo que comentas,lo que hicieron con Gordon no me pareció pero es un pequeño detalle comparado con el resto.
Saludos.
Gracias, Raúl. Qué gusto me da leerte por acá.
Tenía mucho tiempo que una serie no me sacaba unas carcajadas tan sinceras. Super disfrutable. Y si, aunque es entretenimiento puro, también tiene carnita de dónde rascarle. Recomendada!
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