PÁGINAS DE PULPA
Se suele asociar la ficción superheroica con el arte que le ha servido como medio principal: los cómics. Casi, casi, se equipara la historia del cómic a la historia de los superhéroes. Pero lo que nos interesa para esta serie son los orígenes del tipo de personajes, historias y lugares comunes que con el tiempo acabaríamos relacionando con los encapotados. Y todo esto tiene sus raíces en la prosa. En la entrada anterior estuvimos hablando de la literatura del siglo XIX y cómo en ella se encuentran los primeros antecedentes verdaderos de la ficción superheroica. Hoy es tiempo de pasar con los abuelitos de los señores fuertotes en pijamas: ¡los héroes del pulp!
Las revistas pulp, descendientes directas de los penny
dreadfuls y dime novels, eran así llamadas por el material en el que
se imprimían, hecho a partir de pulpa de madera. Era un papel de muy baja
calidad, lo que permitía que los precios de estas publicaciones fueran
accesibles a un público masivo de clase trabajadora. Se considera que la
primera revista pulp verdadera fue la estadounidense Argosy, que debutó
en 1882. Ésta, y su publicación hermana The All-Story, serían las más
importantes y prestigiosas en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial,
y donde debutarían algunos de los personajes más emblemáticos del pulp, incluyendo a John Carter, Tarzán y el Zorro.
Aunque había niveles, por lo general no eran publicaciones
hechas para ser conservadas en una biblioteca, sino para pasar el rato.
Efímeras en todo sentido, su calidad literaria solía ser ínfima, y no extraña
que la crítica y la academia ignoraran los productos del pulp durante décadas.
Cuentos, novelitas y textos varios se escribían en cantidades industriales por
autores no demasiado bien pagados, y muchos de los cuales tampoco se tomaban su
oficio muy en serio. Además, estas revistas tendían al sensacionalismo y el morbo,
por lo que las narraciones publicadas por lo general primaban la violencia, el
sexo y el shock.
Sin embargo, hubo algunos autores surgidos de entre estas
páginas que llegarían a alcanzar reconocimiento póstumo, como H.P. Lovrecraft,
Robert E. Howard o Dashiell Hammett. En estas revistas se desarrolló mucha de
la llamada genre fiction: horror, ciencia ficción, fantasía, policiaca,
western y de aventuras. Fue en estas publicaciones donde tomó forma el noir,
uno de los géneros narrativos más importantes de la primera mitad del siglo XX,
tanto en las letras como en el cine. Fue en una revista pulp, la famosa Amazing
Stories, el trampolín de donde despegó la Era Dorada de la Ciencia Ficción,
y donde debutaron muchos de sus autores señeros.
Por su parte, el arte pulp, tanto de las
portadas como las interiores, con su estilo tan característico, sigue causando
fascinación y ha sido redescubierto y revalorado una y otra vez por distintas
generaciones. Incluso antes de que los superhéroes aparecieran en todo su esplendor en las viñetas, el arte pulp ya estaba sentando los antecedentes de cómo luciría esta clase de personajes, y hasta de cómo se debía componer una imagen para darle el dramatismo o dinamismo que luego caracterizarían al cómic.
Se me ocurrió escribir esta serie porque he estado leyendo
cómics con personajes clásicos de la era pulp y pensé que sería útil armar una
guía introductoria para el lector casual. Algunos de estos personajes tuvieron
un gran impacto y han seguido publicándose de manera más o menos continua a lo
largo de las décadas. Otros tuvieron una trayectoria brevísima, pero influyeron
en obras posteriores. De hecho, algunas de estas entradas les harán dudar de si
en verdad Superman fue el primer superhéroe. Conocer a estos personajes
no sólo les hará personas más cultosas y de conversación interesante, sino que les
permitirá apreciar la evolución del héroe hacia el superhéroe, con todos sus
dobleces y hendiduras.
¿Y por dónde empezamos? Pos por el principio…
L’OISELLE
(1909)
¿Qué es lo que caracteriza a los
superhéroes? Poderes extraordinarios, un traje vistoso, un apodo memorable y la
lucha contra el crimen serían los atributos más básicos. Si es así, el título de primer superhéroe (más bien, superheroína) de la
historia bien podría merecerlo L’Oiselle, o Mujer Pájaro. Es una heroína
francesa, creada por René d’Anjou (pseudónimo de Renée Gouraud
d'Ablancourt) que apareció por primera vez en una novela serializada en una
revista pulp francesa. Véga de Ortega es una joven de 18 años que,
gracias a un traje alado que le permite volar, combate el crimen y rescata
vatos. Su traje entallado y poderes se inspiraron en ciertos actos de cabaret
en los que guapas jovencitas realizaban danzas y acrobacias en el aire con
ayuda de cables y efectos especiales que creaban la ilusión del vuelo. Así es,
otra fuente de inspiración para los superhéroes son los espectáculos circenses,
¿o de por qué creen que Superman usa los calzones por fuera?
En su momento el personaje causó cierta polémica,
especialmente entre los conservadores franceses. Eso de que una jovencita rescatara
vatos era claramente I N C L U S I Ó N F O R Z A D A y una imposición ideológica por hacer quedar mal a los hombres frente a las mujeres. Esta
heroína fue olvidada durante casi un siglo, hasta ser redescubierta y reivindicada hace poco.
No es posible saber si tuvo alguna influencia en la evolución de otros
personajes, pero queda como un antecedente interesantísimo, y porque está bien divertido que en estos tiempos de machitos lloricas resulte que el primer superhéroe fue una morra.
FANTOMAS
(1911)
Seguimos en la bella Francia con uno de los personajes más populares del siglo XX y probablemente el primer supervillano en forma, con perdón del profesor Moriarty, a quien le faltaba teatralidad. Fantomas es un genio criminal, un maestro del disfraz y un sujeto completamente desprovisto de lealtad o ética. Sus planes malévolos se caracterizan por ser excesivamente complicados y excéntricos, y es el pionero en preparar elaboradas trampas mortales para sus enemigos. El personaje apareció en 43 novelas de la autoría de sus creadores, Marcel Allain y Pierre Silvestre, además de multitud de películas desde la época del cine mudo hasta los 60.
Vamos a desviarnos un poco, pues no podemos dejar de mencionar al Fantomas mexicano, un personaje que, aunque se inspiraba en el francés, realmente tenía poco que ver con él, excepto por el nombre. Era más bien un antihéroe, medio caballero ladrón y medio justiciero, apodado "la amenaza elegante". Fue creado para historietas mexicanas en la década de los 60, y estaba influenciado por la ficción de superespías a la James Bond y el extravagante cine de luchadores; no es de extrañar entonces que contara con elementos como 12 guapas chicas escasamente vestidas que asistían al personaje, cada una con un signo zodiacal como nombre clave. Encantador.
EL NICTÁLOPE
(1911)
También del país galo nos llega
otro candidato al título de primer superhéroe. Se trata de un personaje
aparecido en la novela de folletín Le Mystère des XV, de la pluma
de Jean de la Hire. Protagonista de 19 novelas, Léo Saint-Clair
es un hombre con un corazón artificial que retrasa su envejecimiento y ojos
biónicos que le proporcionan visión perfecta en la oscuridad (de ahí su apodo),
además de ser un brillante estratega, artista marcial y experto en las ciencias
ocultas. A lo largo de su carrera tiene múltiples aventuras como explorador,
detective y agente de los servicios secretos franceses, y se enfrenta a
criminales, científicos locos, extraterrestres, organizaciones secretas, nazis
y hasta el mismo Lucifer. Con sus poderes originados en órganos artificiales,
el Nictálope bien podría ser el primer cyborg de la ficción. Su primera
aventura, además, se centra en un viaje al planeta Marte, insertándola en el
subgénero del planetary romance. Con historias en las que el
autor mezclaba todo lo que fuera exitoso en la literatura popular de su tiempo,
desde la ciencia ficción y la fantasía hasta la narrativa policiaca y de
espías, las novelas del Nictálope son referencias obligatorias en la historia
de la ficción superheroica.
Regresemos a los Estados
Unidos, en donde un vaquero de Arizona llamado Edgar Rice Burroughs
decidió que podría ganar unos centavitos escribiendo para revistas pulp porque
ésos compran lo que sea. En un par de años muy productivos este joven que
literalmente se dedicaba a cuidar vacas creó a sus dos personajes más icónicos,
el primero de ellos siendo John Carter de Marte. Carter es un exmilitar sureño
que un buen día se ve transportado al Planeta Rojo (llamado Barsoom por sus
habitantes), un mundo moribundo en el que poblaciones semibárbaras manejan
tecnología increíble. Ideal para tener aventuras, pues. Debido a la más débil
gravedad del planeta, Carter se ve dotado de gran fuerza y la capacidad de
saltar largas distancias. Además, adquiere poderes psíquicos que van y vienen
conforme le convenga a la trama o Burroughs se acuerde. Junto a él aparece una
de las más importantes heroínas del pulp: Dejah Thoris, la princesa
guerrera de Marte.
Las novelas de Burroughs, empezando por Una princesa
de Marte, han sido tremendamente influyentes para la ciencia ficción y
la fantasía, y su protagonista ha estado presente en cómics desde su debut en
las tiras dominicales en 1941 (escritas e ilustradas por John Burroughs,
hijo del creador), y ha pasado por los sellos de Marvel, Dark Horse y
actualmente Dynamite. Además, está esa patética película de Disney de 2009, de
cuando la compañía del Ratón quería construir su propio Star Wars, pero
luego se aburrió y simplemente compró Star Wars. En la década de los 30,
Bob Clampett, uno de los maestros de la animación en la Edad Dorada de
Hollywood, quería dirigir una película basada en estas novelas pulp, lo que
había sido el primer largometraje animado de la historia, pero desgraciadamente
no se concretó el proyecto.
TARZÁN
(1912)
Si John Carter fue muy poco conocido
fuera de la anglósfera, su hermano, aparecido unos meses más tarde, se
convirtió en uno de los personajes de ficción más famosos del siglo XX. Todo el
mundo conoce lo básico de esta historia: el hijo de un lord inglés es criado
por simios y se convierte en el campeón de la selva, un héroe que alcanza la
perfección física por haber crecido en la naturaleza salvaje, columpeándose por
los árboles y peleando con bestias. La popularidad de Tarzán fue tal que
Burroughs publicó 24 novelas con él como protagonista. Las aventuras del Rey de
la Selva le dieron forma al subgénero de aventuras conocido como jungle
opera y con el tiempo se volverían más fantásticas e hiperbólicas;
Tarzán ya no solamente combatiría bestias y cazadores furtivos, sino
dinosaurios y hechiceros malvados.
El éxito del Hombre Mono lo llevó a otros medios de
inmediato. Ya desde 1918 se producirían películas sobre él. Los años 30 fueron el pico de su popularidad.
Entre 1932 y 1948 se estrenaron las 12 cintas protagonizadas por Johnny
Weissmuller, cuya caracterización se volvió la imagen más icónica del
héroe, incluyendo su forma peculiar de hablar y su famosísimo grito. También introdujo
a personajes que no estaban en los libros, como la chimpancé Cheeta, o Boy, el
hijo adoptivo de Tarzán. La generación de mis padres estaba más familiarizada con esta versión del héroe.
Al mismo tiempo, nuestro héroe apareció en radionovelas,
obras de teatro y, sobre todo, tiras en los diarios. Dos de los más grandes
artistas de la historia del cómic trabajaron con Tarzán: Hal Foster,
quien se encargó de las tiras entre 1929 y 1937, y Burne Hogarth, quien
tomó las riendas desde 1937 hasta 1950. El trabajo de estos artistas con el Rey
de la Selva es legendario. Échenle un vistazo; es un tipo de arte elegante,
realista y detallado como ya no se ve en las viñetas... También se ha vuelto inusual ver tanto racismo, afortunadamente...
El Rey de la Selva ha estado presente en distintos medios
desde entonces. Sus cómics han sido publicados de forma prácticamente ininterrumpida desde hace casi un siglo. Muchos de mi generación recordarán la película
animada de Disney de 1999. Probablemente la mejor adaptación cinemática es Greystoke,
una producción de 1984 con Christopher Lambert en el papel protagónico. Es una
cinta que se toma muy en serio el drama del niño feral y su rechazo a la
civilización moderna.
Tarzán a su vez dio lugar a un sinnúmero de imitaciones y
parodias, y es un ícono universalmente reconocido. Yo le tengo especial cariño
porque fue precisamente una adaptación de la primera novela, ilustrada por
Hogarth, mi introducción en el mundo de los cómics adultos (hasta entonces sólo
había leído caricaturas). Por eso su apartado merecía un muchotexto.
FU MANCHÚ
(1912)
Surgido un año después de Fantomas,
compite con él por el título de primer supervillano. Apodado el “diabólico
doctor”, desde su exilio en Inglaterra este miembro de la antigua nobleza
china dirige desde las sombras a una siniestra organización secreta. Genio
criminal que domina lo mismo las ciencias que las artes místicas, y su objetivo
final no es otro que la dominación del mundo. Fu Manchú utiliza métodos
extravagantes para atacar a sus enemigos, tales como patógenos o animales
venenosos, y tiene a su servicio a toda clase de maleantes. Pero este misterioso
personaje también tiene un estricto código de honor, jamás falta a su palabra y
demuestra respeto por enemigos que están a su altura. Se mantiene joven a lo
largo de las décadas gracias a un elíxir desarrollado por él mismo.
El personaje es la mejor encarnación del “peligro amarillo”,
un estereotipo racista muy de moda en esa época, que pintaba a los chinos, y
orientales en general, como invasores perversos e intrigosos. Para sumarle más
racismo al racismo, el diabólico doctor ha sido interpretado siempre por
actores blancos en yellowmask, incluyendo a las leyendas del terror
Boris Karloff y Christopher Lee.
Por otro lado, Fu Manchú un personaje fascinante y un gran
villano. Su popularidad lo ha llevado a aparecer en decenas de libros, películas
y cómics. Su influencia se deja ver en otros villanos de tipo “genio malvado oriental
con sentido del honor” que han aparecido en la ficción: el desalmado Ming, enemigo de Flash Gordon;
el satánico Dr. No, enemigo de James Bond; el Mandarín de Marvel, Ra’s Al Ghul
de DC o Lo-Pan en Escape del Barrio Chino. Vamos, hasta sus bigototes largos son conocidos como "bigotes de Fu Manchu".
Hemos mencionado ya algunos “caballeros
ladrones”, personajes que tienen grandes habilidades para entrar a los lugares
mejor vigilados y robar lo que sea. No lo hacen por necesidad, sino por
deporte, nunca utilizan la violencia si no es en defensa propia, y por lo
general eligen como objetivos a verdaderos villanos y se lo merecen. Además,
siempre dejan alguna prenda a manera de firma. El primero de estos personajes fue
Rocambole (1857), que a su vez inspiró a A.J. Raffles (1898) y Arséne Lupin
(1905).
Todos ellos a su manera son antecedentes del superhéroe (o más bien, del antihéroe de la ficción superheroica),
pero debemos detenernos en uno: Jimmie Dale, alias el Sello Gris (por la
marca que deja como firma de sus proezas). Creado por el canadiense Frank L.
Packard, presenta algunos nuevos tópicos que luego serían reutilizados por
otros héroes pulp y superhéroes. Para empezar, el protagonista es un millonario
con una mansión, misma que cuenta con una guarida secreta llamada el Santuario.
Para combatir el crimen, adopta la identidad del Sello Gris, y porta un traje,
un sombrero y una máscara, además de llevar consigo un cinturón con
herramientas que le permite burlar cualquier sistema de seguridad. También
tiene otros disfraces como delincuentes de poca monta para infiltrarse en el
bajo mundo. Trabaja con y para una misteriosa mujer conocida sólo como Tocsin,
quien lo incitó a dejar de robar sólo por diversión y poner sus habilidades al
servicio de la justicia.
Hoy ya casi nadie lo recuerda, pero en su momento fue muy
popular y tuvo una adaptación cinematográfica en 1917. Muchos de estos elementos los veríamos de nuevo
en futuros personajes como la Sombra, el Avispón Verde y, por supuesto, Batman.
En la antigua California, en el
pequeño pueblo de Los Ángeles, don Diego de la Vega asume la identidad
de un vengador enmascarado, el Zorro, que protege al pueblo de los abusos de
las autoridades corruptas. Astuto y carismático, experto jinete, acróbata y
espadachín, es famoso por marcar con su espada una Z en los objetos o hasta en
la ropa o la piel de sus enemigos.
El personaje fue creado por Johnston McCulley en la
novela La maldición de Capistrano, pero realmente se convirtió en
ícono cultural gracias a la adaptación cinematográfica La marca del Zorro,
que salió en 1920. Estaba protagonizada por, y nos ponemos de pie, Douglas
Fairbanks, la primera estrella del cine de acción, quien por sí mismo
realizaba todas sus acrobacias y actos arriesgados sin necesidad de dobles ni
efectos especiales. Fairbanks prestó su enorme carisma al personaje, definió su
personalidad bienhumorada y también le dio el aspecto con el que todos lo
conocemos (en la novela, la máscara y el sombrero son diferentes).
Diego de la Vega es un joven acaudalado que vive en
la gran hacienda familiar, llena de pasadizos secretos y hasta una cueva que le
sirve guarida. Para que nadie sospeche que en realidad es un justiciero
enmascarado, finge ser un ricachón fatuo y bueno para nada. La novela original
se ambienta en la California mexicana, antes de que los gringos nos la robaran.
Otras adaptaciones varían en cuanto a la temporalidad, que va desde finales del
siglo XVIII en tiempos del Imperio Español, hasta mediados del siglo XIX.
El Zorro ha aparecido en multitud de libros, películas, cómics y series de TV. De pequeño veía repeticiones de la serie de TV producida por Disney... Hum... Ésta es la tercera vez que menciono a la casa del Ratón apropiándose de uno de los héroes... Maldición, está decidida a poseer toda la cultura pop, ¿verdad? *agita el puño con odio*
En fin. la gente de mi generación recordará la película estlerizada por Antonio Banderas en 1998 A mí el Zorro me cae muy bien; es un personaje simpatiquísimo y algunos
autores han creado muy buenas historias con él. Además, es mexicano, vamos, uno
de esos personajes creado por gringos, pero a los que gustosamente nos
reapropiamos, como Speedy González. Por eso no extrañe que existen seis
películas mexicanas del Zorro (aunque los italianos hicieron más, porque loro
vogliono fare gli americani).
Como habíamos visto, los géneros del oeste y de capa y espada, en los que ya encontramos bandidos y justicieros enmascarados, prepararon el terreno para
la llegada de los superhéroes, y las aventuras del Zorro son un excelente ejemplo que mezcla ambas fuentes.
Es obvio que McCulley tomó nota de Pimpinela Escarlata, que
había aparecido unos pocos años antes. Es mejor, puesto que en vez de rescatar nobles
que deberían ser guillotinados, el Zorro se dedica a humillar milicos bravucones.
A su vez, ha sido la inspiración de muchos otros héroes; es tan explícita su
influencia en Batman, que es parte del lore oficial que el pequeño Bruce Wayne
fue a ver una película del Zorro la noche en la que asesinaron a sus padres. El
Zorro no tiene superpoderes, pero sí una identidad secreta, un traje icónico,
un nombre clave, una guarida y todo lo demás. Si consideramos que personajes
como Batman son superhéroes, ¿con qué argumentos diríamos que el Zorro no lo
es?
Mencioné que la década de 1930 fue la mejor para Tarzán. No
fue el único; en general aquellos años fueron una edad dorada para la ficción
al estilo pulp, que no se quedaría constreñida al papel, sino que se manifestó
también en los nuevos medios que traía el siglo XX. Como ya vimos, los
personajes más populares pronto saltaron de las páginas de pulpa al cine, la
radio y el cómic, pero en estos medios también debutarían nuevos personajes
originales, algunos de ellos muy influyentes. De ellos hablaremos en nuestrapróxima entrega.
Continuaremos en la Parte III. Si gustas, puedes ayudarme a hacer crecer este proyecto con una subscripción mensual en Patreon. O, si lo prefieres, también puedes hacer una sola donación en PayPal. Mientras tanto, puedes checar otros textos relacionados:
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